El miércoles 12/4, de forma sorpresiva, el Ministro de Cultura Pablo Avelluto pidió la renuncia al presidente del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), Alejandro Cacetta. La medida fue precedida por una burda operación mediática a través del programa Animales Sueltos de Feinmann y Fantino, que incluyó supuestas denuncias de corrupción y mentiras abiertas, como la “no realización de obras” en la ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica, dependiente del INCAA), cuando en los últimos años la Escuela invirtió en equipamiento, reformas edilicias y abrió cuatro sedes regionales en las provincias de Jujuy, Formosa, San Juan y Neuquén.
El nombramiento de Cacetta había sido consensuado con algunos organismos del sector como la Academia de Cine dirigida por Campanella, quien ahora calificó la maniobra como “horrible y torpe opereta”. En una virtual intervención de un ente autárquico como el INCAA, Avelluto anunció que desplazarán a directivos que vienen de la gestión anterior y que avanzarán en una “reforma integral”. La ofensiva también incluye a Pablo Rovito, rector de la ENERC desde 2012 y primero en ganar ese cargo por concurso.
Frente a esta situación, el miércoles 12 una asamblea de 300 estudiantes, docentes, trabajadores y graduados de la ENERC repudió estas maniobras y llamó a la unidad de todos los sectores “para que esto no sea parte del ajuste sistemático hacia la educación pública y la cultura”. Al día siguiente, en una convocatoria inédita, 1000 personas del ámbito cinematográfico desbordaron el cine Gaumont. Allí se resolvió entre otros puntos defender la autarquía del INCAA y su fondo de fomento, exigir la renuncia de Avelluto, sostener la continuidad de Rovito en la ENERC y el mecanismo de concurso para elegir a su rector, y reclamar que el nuevo presidente del INCAA surja con el consenso de los miembros de la comunidad audiovisual. Al cierre de esta edición, se realizaba una movilización al INCAA y una nueva asamblea en la ENERC.
En el trasfondo hay un intento por avanzar sobre el fondo de fomento del INCAA, con el que se sostiene la mayor parte de la producción cinematográfica de nuestro país. El INCAA se autofinancia a partir de dos fuentes establecidas por la Ley del Cine: el 10% de las entradas de cine vendidas y el 25% del canon que las empresas concesionarias de radios y canales de TV pagan al Enacom (ex Afsca) por el uso de señales que son públicas. Hace unos meses ya se especuló con la quita del impuesto a las entradas de cine como parte de una “reforma impositiva”. Y la nueva “Ley de Comunicación Convergente” que se discute en el Congreso podría eliminar el canon que pagan los operadores de cable, lo que beneficiaría a Clarín y otros monopolios mediáticos, en el mismo sentido en que se eliminaron retenciones a las mineras y a los exportadores de granos. Así, se desfinanciaría fuertemente al cine nacional, industria que emplea a miles de personas y que es una parte central de nuestra identidad cultural.
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