Situación nacional: el “modelo K”
La característica de la política neo-desarrollista del kirchnerismo es reforzar la dependencia de los centros imperialistas, basada en la exportación de productos primarios, principalmente soja y minería.
A partir de la nueva matriz económica, el gobierno se fue haciendo de una importante caja de recursos sobre la base de la suba de las retenciones en algunas exportaciones y el incremento de la recaudación, al igual que posteriormente lo señalado con la caja de los jubilados de Anses y su utilización, que le fue dando la reactivación interna. Así pudo desarrollar una política de subsidios: centralmente al sistema de concesiones en el transporte público, a monopolios industriales, etc.
El consumo ha sido el principal impulsor de la expansión regional, gracias a la favorable evolución de los mercados laborales y el aumento del crédito, principalmente, con las características señaladas. El enfriamiento de la demanda externa y la caída de los precios de la mayoría de los bienes básicos de exportación –producto de la no resolución de la crisis internacional– han transformado actualmente al comercio exterior en el principal canal de contagio de la crisis económica mundial.
Nuestra época
Marx dedicó una gran parte de su vida a investigar esas contradicciones, leyes inherentes al capitalismo, que lo caracterizan, con el objetivo de dar un arma científica a la clase obrera. Que fundamentara por qué, al tiempo que era la clase más explotada de ese modo de producción, por su falta de propiedad de todo medio de producción, por su situación concentrada, sobre todo en la gran industria, la ubican como la clase encargada de la misión histórica de conducir la revolución política para derrocar y destruir el Estado capitalista y construir el Estado socialista al frente de todos los oprimidos. Y desde el poder revolucionario, iniciar la construcción de la sociedad socialista, como primera fase de la sociedad comunista.
Así, desentrañó que la contradicción fundamental del modo de producción capitalista es la producción crecientemente social, la socialización de la producción y del cambio (a diferencia de las anteriores sociedades de clase en las que predominaban las unidades de producción dispersas), y su apropiación privada, por parte de la clase capitalista, cada vez más concentrada.
(…) Lenin desentrañó −basándose en las leyes que rigen el capitalismo descubiertas y estudiadas por Marx− los cambios que se habían producido en lo que había sido la fase ascendente del mismo, culminada en 1871, (…) y las características de su fase imperialista, monopolista, la última fase del capitalismo (…). Lenin la caracterizó como la fase del inicio de la descomposición histórica del capitalismo, de su parasitismo y putrefacción, tanto en la estructura como en la superestructura. Por lo que en esta fase, objetiva y necesariamente, se había abierto una nueva época revolucionaria en la historia de la humanidad: la época del imperialismo y la revolución proletaria, la época histórica de la transición revolucionaria del capitalismo al socialismo, como primera etapa de la sociedad comunista.
Como ya esbozó Lenin y desarrolló ampliamente Mao, en la teoría y en la práctica de la Revolución China, en la nueva época revolucionaria abierta con la fase imperialista las revoluciones de liberación nacional son ya parte de la Revolución Proletaria y no de la Revolución Burguesa. Por lo que la clase obrera, guiada por su partido revolucionario independiente, es la llamada a dirigir no sólo la revolución socialista directa en los países imperialistas, sino también el amplio frente interesado en la revolución de liberación nacional y social en los países oprimidos por el imperialismo, como etapa previa imprescindible, dada su estructura económica social y el carácter del Estado oligárquico-imperialista a destruir. Cuyo triunfo abra curso ininterrumpidamente a la revolución socialista.
Contradicción principal en la Argentina
La Argentina es un país dependiente, oprimido por el imperialismo, disputado por varias potencias, en el que predominan las relaciones de producción capitalistas. Relaciones de producción trabadas y deformadas históricamente por la dominación imperialista en alianza con la clase terrateniente y con la burguesía intermediaria. El imperialismo, al penetrar, no destruyó el latifundio terrateniente de origen precapitalista ampliamente desarrollado, sino que lo mantuvo como base inicial de su alianza, desarrollándose posteriormente procesos que llevaron al desarrollo actual de latifundios capitalistas. Y por otra parte, en ese proceso, en el campo argentino pasaron también a predominar las relaciones capitalistas de producción (campesinos ricos, burguesía agraria, terratenientes por vía prusiana, monopolios, todos con explotación de obreros rurales), subsistiendo no obstante los resabios del antiguo modo de producción, con campesinos pobres y medios, y con la existencia, además, de latifundios donde predominan relaciones de producción semiserviles.
Lo que está planteado en la Argentina es la necesidad de la revolución ininterrumpida y por etapas. La contradicción fundamental que hay que resolver en la actual etapa histórica y que determina el carácter de la revolución argentina, es la que opone: Por un lado al imperialismo, los terratenientes, la burguesía intermediaria y todos los reaccionarios que se alían y subordinan a ellos, incluyendo a los sectores reaccionarios de la burguesía nacional y de la intelectualidad. Y por otro lado, a la clase obrera y demás asalariados, los campesinos pobres y medios, los pueblos originarios, la pequeña burguesía, la mayoría de los estudiantes e intelectuales y los sectores antiimperialistas y democráticos de la burguesía nacional urbana y rural.
Camino principal de acumulación de fuerzas
El camino principal de acumulación de fuerzas revolucionarias en el periodo actual es: partiendo de nuestra táctica política en cada momento concreto, lo que incluye precisar adónde va dirigido el golpe principal, impulsar y encabezar la lucha económica, social, política e ideológica de la clase obrera con una justa línea de frente único social y político y de construcción del Partido, para barrer a los enemigos de clase y cambiar la correlación de fuerzas, recuperando y ganando para una línea de hegemonía proletaria de la revolución a los cuerpos de delegados, comisiones internas, sindicatos y CGT regionales, así como las organizaciones de desocupados y jubilados. (…)
Y, partiendo de nuestra táctica política, impulsar la lucha con una justa línea de frente único y de construcción del Partido, para ganar para una línea de hegemonía proletaria a los organismos de masas del proletariado y demás asalariados, del campesinado pobre y medio, de los pueblos originarios, de las barriadas populares, de las mujeres, de los estudiantes, de la mayoría de los intelectuales, profesionales, técnicos y trabajadores de la cultura, de la pequeña burguesía urbana y demás sectores populares.
Todo ello en la perspectiva de que se transformen, en una situación revolucionaria, en organismos de doble poder, base del gobierno provisional revolucionario, de las milicias y del ejército popular de liberación. Posibilidad que bocetaron el Cordobazo, los levantamientos y las puebladas de las décadas del ‘60 y del ‘70, y nuevamente las grandes luchas y puebladas de la década del ‘90 y el Argentinazo del 2001.
Partido y objetivos históricos
Sostenemos la construcción del partido político revolucionario del proletariado como la forma superior de su organización de clase; su destacamento de vanguardia integrado por los mejores hijos de la clase obrera y el pueblo, asentado fundamentalmente en el proletariado industrial, y cuya misión es dirigir al proletariado y a las masas populares en la lucha revolucionaria por el poder contra sus enemigos. La teoría que guía su acción es la teoría revolucionaria del proletariado: el marxismo-leninismo-maoísmo.
El objetivo final es el triunfo mundial de la sociedad sin explotadores ni explotados, el comunismo. Sociedad en la que en toda la tierra hayan sido eliminadas todas las clases, los privilegios y opresión. Sociedad en la que desaparecerá la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo y con ella la oposición y subordinación entre el trabajo manual e intelectual, entre el campo y la ciudad, entre el hombre y la mujer y las desigualdades sociales que acarrea. Sociedad en la que el trabajo no será solamente un medio de vida sino el medio principal de realización humana y en la que, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crecerán también las fuerzas productivas. Sociedad en la que fluirán abundantemente los manantiales de la riqueza colectiva y se habrá logrado una nueva conciencia. Esto hará realidad el lema: “de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades”.