Norita

Ante la desaparición de su hijo Gustavo, encontró la vida en la lucha por verdad y justicia. Es parte de ese grupo de mujeres que, en una de las noches más oscuras, le pusieron el cuerpo para denunciar a la dictadura genocida y reclamar cada jueves por la aparición con vida de sus hijxs. Valentía que les vale el eterno abrazo del pueblo y que contrasta con la soberbia cobardía de los reaccionarios.

Ya en democracia, nunca bajó sus brazos y acompañó cada lucha obrera y popular, reivindicando la igualdad y reclamando para que “ningún argentino pase hambre”. En su último discurso público, en el Congreso ante el tratamiento del DNU, comentó con ironía que no sabía si estaba entre “los argentinos de bien”. Y se definió a sí misma como “una Madre de Plaza de Mayo, Línea Fundadora”.

Falleció un jueves, como queriendo acompañar eternamente la Ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Por siempre Norita. La lucha popular nunca termina.