Palestina: Paz frágil tras una heroica resistencia ante el genocidio

Tras más de dos años de bombardeos criminales del ejército de Israel sobre la población de la Franja de Gaza, el pueblo palestino conquistó un momento de respiro con el inicio de un precario alto al fuego el pasado 10 de octubre. El acuerdo incluyó una pausa en las operaciones terrestres y aéreas, el retiro de buena parte de las fuerzas israelíes, el ingreso de mayor ayuda humanitaria, y el intercambio de los 20 rehenes israelíes que todavía retenía Hamas por más de 2000 presos palestinos. La paz lograda, no obstante, es frágil: en las semanas posteriores ya se denunciaron 47 violaciones al acuerdo por parte de Israel, causantes de decenas de nuevos muertos.

Donald Trump se proclamó como supuesto artífice de la paz, en acuerdo con los gobiernos de Qatar, Turquía y Egipto que respaldaron el proceso. Pero la realidad es que la paz fue conquistada tras dos años de heroica resistencia del pueblo palestino y de solidaridad internacional. En primer lugar, la población palestina se negó a abandonar su territorio y resistió en condiciones infrahumanas, enfrentando a las tropas invasoras. Junto a ella, periodistas, médicos y organizaciones locales e internacionales en Gaza colaboraron –sufriendo también cientos de muertes– en todo lo que tuvieron a su alcance para la alimentación y la salud del pueblo palestino, y para la difusión de los atroces crímenes contra la población civil.

Esta resistencia en Gaza fue la base de una campaña de solidaridad internacional casi sin precedentes, que incluyó: los acampes universitarios en EEUU y otros países; la denuncia del gobierno sudafricano frente a la Corte Internacional de La Haya por genocidio, que a su vez derivó en el pedido de captura a Netanyahu; las movilizaciones masivas en todo el mundo, incluyendo la marcha de un millón de personas en Roma entre muchas otras; y los barcos con decenas de voluntarios que navegaron por el Mediterráneo hacia Gaza para llevar ayuda humanitaria, que fueron detenidos y deportados por Israel, con gran repercusión mundial.

La resistencia y la campaña de solidaridad pusieron al desnudo los crímenes del ejército israelí y lograron a un cambio en la opinión pública internacional: gobiernos antes aliados a Israel tomaron distancia e incluso varios pasaron a pronunciarse a favor de la creación de un estado palestino, como el caso de Francia. Estados Unidos e Israel fueron quedando en un aislamiento internacional casi pleno, como se vio en el respaldo a la constitución de un estado palestino independiente en la ONU por 142 votos a favor contra 10 en contra (entre éstos, el vergonzoso voto de Argentina). En este sentido, fracasó la propuesta inicial de Trump de “despejar” la zona y expulsar a la población palestina a cualquier otra parte. De hecho, éste era el proyecto del gobierno de Israel y el que origina realmente la guerra: ocupar toda la zona desplazando a los palestinos para imponer colonias israelíes. La ofensiva israelí tampoco logró desarticular la organización islamista Hamas, a pesar del asesinato de varios de sus líderes, y los últimos rehenes recién volvieron a Israel al firmarse el reciente acuerdo de paz.

El balance de estos dos años deja expuesto un genocidio brutal contra el pueblo palestino con más de 67 mil asesinados y 170 mil heridos. A los muertos por los bombardeos se le sumaron los del brutal asedio a cualquier ayuda humanitaria, particularmente el criminal bloqueo al ingreso de alimentos. Unas 500 mil personas (incluyendo decenas de miles de niños) atravesaron condiciones de hambre extremo según el monitor Integrated Food Security Phase Classification. Un 39% de la población pasó días sin comer, y se reportaron al menos 200 muertes por desnutrición. Familias enteras fueron desgarradas por la guerra. Aun suponiendo que la paz perdure, llevará tiempo revertir la destrucción del sistema sanitario y de las condiciones más básicas de infraestructura así como las miles de viviendas y edificios bombardeados.