La comunidad palestina se movilizó en todo el mundo el pasado sábado 15 de mayo conmemorando los 73 años del Nakba, traducido como la catástrofe o el desastre, recordando el avance israelí sobre los territorios de Palestina en 1948. El Estado Israelí también hizo su propia “conmemoración”: derribando ese mismo día en Gaza un edificio de 12 pisos que era sede del canal catarí Al Jazeera y de la agencia de noticias estadounidense Associated Press (AP). La desigual escalada de enfrentamientos desatados estas semanas ya dejó un saldo de más de 200 palestinos y 11 israelíes muertos.
Uno de los detonantes de la reciente escalada fueron los desalojos en el barrio palestino de Sheikh Jarrah, al este de Jerusalén. A esto se sumó la convocatoria a la provocadora Marcha de la Banderas, que reivindica la ocupación por parte del ejército israelí de toda la ciudad de Jerusalén en 1967. Los enfrentamientos primero fueron callejeros, luego incluyeron la brutal represión en la mezquita de Al Aqsa –un lugar sagrado musulmán en Jerusalén– con casi un millar de heridos (según denunció Amnesty International) y finalmente derivaron en el intercambio de cohetes.
Este conflicto se da en el contexto de que Estados Unidos ha pasado a reconocer, desde 2017 con la presidencia de Donald Trump, a Jerusalén como capital del Estado de Israel y trasladó allí su propia embajada. Esto no es reconocido por la ONU. Con Joe Biden, la embajada yanqui siguió en Jerusalén y Estados Unidos vetó la propuesta de llamado del Consejo de Seguridad de la ONU a un cese del fuego. Esto ha abierto una fuerte discusión dentro del Partido Demócrata gobernante. Pero, mientras tanto, Israel ha dejado en claro que seguirá adelante con su estrategia de ocupación, desalojos, expulsión y genocidio del pueblo palestino.

Ocupación y desalojos
Los desalojos en Jerusalén Este son parte de la política permanente que el Estado israelí se ha dado desde 1948 para desalojar de sus hogares a familias palestinas para ser ocupadas por colonos judíos. En aquel 1948, recordado como Nakba, unas tres cuartas partes de la población árabe-palestina debió abandonar sus hogares, expulsada por el terrorismo del Estado de Israel. En Jerusalén, en ese momento, la parte este quedó en manos de Palestina y la parte oeste de Israel. Esto implicó en la práctica que los palestinos que vivían en el oeste y los judíos que vivían en el este tuvieran que abandonar sus casas. En 1967 se produjo la Guerra de los Seis Días, que enfrentó Israel con Jordania, Irak y las actuales Egipto y Siria. El resultado fue la ocupación del ejército israelí de toda Jerusalén, la Franja de Gaza y otros territorios.
Actualmente, la política de desalojos de familias palestinas sigue siendo incesante y desde el punto de vista jurídico, es promovida por dos leyes del estado israelí. Una reconoce la propiedad a colonos judíos de las casas que hayan sido abandonadas por familias árabe-palestinas. Otra reconoce la propiedad a una familia judía si tiene un título anterior a 1948 de una casa actualmente ocupada por palestinos. No así a la inversa: ningún palestino puede legalmente recuperar su hogar que tenía antes de 1948 en Jerusalén Oeste, por ejemplo. Con estos desalojos “legales” hoy Israel busca completar su plan de expulsión de palestinos de Jerusalén, cuidad que reivindica como su capital desde 1980 y que ahora cuenta con el reconocimiento estadounidense aunque no de la ONU.
Esta “legalidad”, tan propia de un apartheid, acompaña al terrorismo del Estado israelí en todo el territorio ocupado. “No pasa un día sin que alguien del ejército israelí no mate a un palestino”, expresó crudamente Husni Abdel Wahed, embajador palestino en Argentina, en una entrevista radial. Así han logrado que hoy el pueblo palestino ocupe menos del 15% de los territorios que poseía antes del Nakba de 1948.
Por la paz
Hoy, la paz sólo puede lograse con el reconocimiento de la soberanía de los dos estados-nación: Israel y Palestina, promoviendo la convivencia pacífica. Esto implica primeramente que Israel ponga fin a su ocupación y pase a reconocer la soberanía Palestina.
Lo más cerca que se estuvo de esta posibilidad fueron los acuerdos de Oslo en 1993, firmados por el gobierno israelí de Isaac Rabin y la Organización de Liberación de Palestina conducida en ese momento por Yasser Arafat. Éstos dieron inicio al reconocimiento de la Autoridad Nacional Palestina por parte de Israel y del Estado de Israel por parte de Palestina. En un proceso Israel pasaría a reconocer a Palestina como estado pleno. Pero en el medio Rabin fue asesinado por la ultra-derecha judía; y Arafat fue primero puesto bajo arresto domiciliario por Israel y luego envenenado en 2004. De todos modos, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha vuelto a insistir con la solución del reconocimiento de los dos estados y llamó al inmediato cese el fuego.
Ante la actual escalada, el presidente Alberto Fernández expresó que la “postura de Argentina sobre el conflicto entre Israel y Palestina respeta la posición de Naciones Unidas”. Y la Cancillería argentina manifestó “su honda preocupación por el dramático agravamiento de la situación en Israel y Palestina, el uso desproporcionado de la fuerza por parte de unidades de seguridad israelíes ante protestas por posibles desalojos de familias palestinas de sus hogares en los barrios de Sheikh Jarrah y Silwan, así como por la respuesta a través del lanzamiento de misiles y artefactos incendiarios desde la Franja de Gaza”. Por el contrario, el Jefe porteño Horacio Rodríguez Larreta apoyó la posición israelí: repudió “el ataque perpetrado contra el Estado de Israel” y hace silencio ante los bombardeos terroristas de Israel en la Franja de Gaza.
Reivindicamos la coexistencia pacífica de los pueblos como así también el derecho de Palestina y de toda nación oprimida a luchar por su liberación. Y nos sumamos a la exigencia de basta de ocupación y genocidio de Palestina.