El paro general convocado por ATE a nivel nacional destapó una olla a presión con miles de despidos, golpe a la economía familiar con el avance de la inflación, la mentira de la rebaja del impuesto al salario, el empantanamiento en las paritarias docentes y el debut fallido del “protocolo antipiquete”. Una jornada de lucha que excedió el reclamo sectorial y se transformó en el primer golpe contundente al avance del gobierno y fue mirado con simpatía por otros sectores de asalariados que vienen siendo castigados.
Con idas y vueltas
El paro de ATE potenció al desenlace de la tortuosa paritaria docente para el gobierno. Se desdijo de su propio 40% en dos partes para luego volver sobre sus pasos. El gobierno se tomó tiempo para ordenar su frente interno, negociar con las provincias y con las CGT’s que habían quedado en ridículo tras la foto sonrientes con el presidente Macri.
Así, en la Casa Rosada –cual cadena nacional de CFK– se apuró a hacer el anuncio de la rebaja del impuesto al salario –sin modificar la tabla de alícuotas–, donde el propio Moyano comparó a ¡Macri con Evita! Pero a pocas horas se conocía que con los aumentos en paritarias una franja que no pagaba, pasaban a tributar, y una cuenta similar hizo la Defensoría de la Tercera Edad que dedujo que 110.000 jubilados y pensionados también se les recortarían sus haberes (ver página 8).
Este cachetazo a Hugo Moyano y compañía lo obligó a ir presuroso al parlamento, buscando el acuerdo con Sergio Massa –que ya anunció su preferencia de 60.000 pesos como piso para el impuesto– para modificar las escalas que Macri quiere posponer al 2017. El impuesto a las ganancias calentó la interna entre los jerarcas y el gobierno que ya anunciaron para paritarias que no pedirán menos de 32% de aumentos.
Pero lo más engorroso y amenazador para el gobierno fue el no inicio de clases. Por eso volvieron sobre sus pasos y pasaron a negociar con Massa y sectores del peronismo el reintegro en cuotas del 15% que se les adeuda a las provincias desde Nación por coparticipación. Esto, sumado a los nuevos endeudamientos tras el acuerdo con los fondos buitres, es lo que le posibilitaría a la Nación asistir a las provincias para que puedan llegar a acuerdo en las paritarias estatales.
Los acuerdos paritarios docentes son por provincia, pero el gobierno central tuvo que ceder del 25% que propuso al 40% y $8.500 del salario inicial para todos los docentes en dos tramos.
Esto está lejos de la canasta que ya supera los $16.000, mientras avanza la inflación (febrero cerraría con 5%). Pero en la mayoría de las provincias que acordaron obedece a que, frente a básicos que promedian los $3.000 más sumas en negro con lo que se conforma el salario de bolsillo (configurando una alta precariedad que va achatando entre la antigüedad y la jubilación), los montos que se ofrecen pasan a valorarse dentro de esta adversidad, junto con que la mayoría de los docentes tienen dos cargos para poder llegar a fin de mes. También se le suma que prevalece una gran desconfianza a esas direcciones sindicales traidoras o conciliadoras; y se valora mucho a la hora de perder el presentismo, que en algunos casos superan los $450 como en Santiago del Estero, mientras el gobierno allí ofrece $770 de aumento en la paritaria.
El conflicto docente tendrá idas y vueltas, mientras se van preparando las coordinaciones de las seccionales combativas para profundizar la lucha y pasar por arriba a las direcciones que no estén a la altura. Sostener estas luchas en cada provincia es muy importante, ya que se juntaran con las paritarias de ATE y otros gremios estatales nacionales y provinciales.
Inflación y conflicto social
La inflación no cede y en febrero llegaría al 5% según algunas estimaciones. Lo mismo que el dólar que ya superó los $15, totalizando una devaluación de casi el 60% desde fines del año pasado. Desde el gobierno, Prat Gay especuló a principios de año con una inflación del 25% interanual. Esa cifra ya quedó muy lejos y ahora especulan con que no se desmadre la economía con los resultados de las paritarias, por lo que estarían estudiando postergar el segundo aumento de la luz, el gas y el transporte.
Los despidos “ayudan” en la negociación paritaria a la baja, ya que se mete un clima de “cuidar” el trabajo por sobre el salario, dejando también expuestos a los trabajadores a todo tipo de chantajes.
La vida cotidiana de los trabajadores se ha agravado. Un alquiler de un departamento de dos ambientes equivale a la mitad de un salario promedio de $9.000. En promedio los alquileres aumentaron un 35% ya el año pasado, con ajustes semestrales. El aumento promedio de la canasta escolar aumentó entre un 35% y un 45% según los productos.
Esta situación preocupa a los sectores dominantes que trabajaron e hicieron acuerdos con Macri. Porque aumenta el mal humor social y la conflictividad; y falta mucho por recorrer y las paritarias en el movimiento obrero aún no arrancaron.
El gobierno avanzó con la división el peronismo y el aislamiento del FpV, con una nueva ofensiva contra CFK que se la cita a declarar por el dólar a futuro. Y si la causa Nisman pasa al fuero Federal, se la citará también. Cambiemos, con la primera minoría en diputados, busca negociar la agenda parlamentaria, pero no será un lecho de rosas. Massa, si bien aparece como garante de la gobernabilidad, ha tomado cuerpo propio y Clarín se encarga de marcarlo. Duhalde ha salido a hablar de las diferencias con el gobierno y Moyano dijo la célebre frase de Menem, dirigida a Macri: “si sabían lo que iba a hacer no me votaba nadie”.
¿Cambio de “era” o de hegemonía?
El gobierno imprimió un ritmo acelerado en los realineamientos internacionales. Ya Macri había dado señales en la cumbre del Mercosur y luego en Davos. En menos de un mes vino el premier italiano y el presidente de Francia; y el 24 de Marzo aterriza Barack Obama proveniente desde Cuba.
La caída del precio de la soja y la crisis en China derivó en el fin del ciclo de crecimiento de las economías dependientes, como la nuestra, atadas a la exportación de productos primarios principalmente a China y Rusia, con alianzas estratégicas y base científico-militar incluida. Esa realidad tuvo su correlato político con crisis políticas como en Venezuela y Brasil, con derrotas como el kirchnerismo y ahora también con el traspié de Evo Morales en el plebiscito por su reelección (ver página 10). Ahora se conocen la magnitud del efecto de la caída de la balanza comercial de nuestro país con China, que equivale según el INDEC a 6.400 millones de dólares en el 2015.
En este marco, otros imperialismos avanzan rápidamente. Argentina va a cambiar la relación con los países de la región. Como afirmara el jefe de Gabinete, Marcos Peña: “la Patria Grande es el mundo”. Por eso, lo que algunos sectores de las clases dominantes llaman “nueva era” en realidad quiere decir cambio de hegemonía. La llegada de Obama, el acuerdo con los buitres, y los acuerdos con Italia y Francia son una clara señal que se va transitando en esa dirección, agudizando la lucha interimperialista e intermonopolista en un país dependiente como el nuestro.
Por esto la lucha popular debe golpear centralmente la política inflacionaria que hace pagar al pueblo, entrelazándola con la lucha antiimperialista y democrática para hacer que paguen los monopolios, terratenientes y bancos.