Julio López es un albañil, que volvió del horror de la dictadura para contarlo y acusar a sus torturadores, entre ellos Miguel Etchecolatz. Desapareció por segunda vez el día que se leyó la sentencia del represor a cadena perpetua.
En La Plata la convocatoria reunió a más de 5.000 personas: organizaciones sociales, centros de estudiantes y la FULP, estudiantes secundarios, partidos políticos y agrupaciones. También marchó la Asamblea de Inundados de Tolosa. Marcharon desde la Plaza Moreno hasta la Casa de Gobierno de la Provincia.
El acto comenzó haciendo referencia a la importante cantidad de habeas corpus presentados por Julio López, en diversas localidades del país e incluso en España. Luego dirigió unas palabras una integrante de la Asamblea de Inundados de Tolosa. Denunció que “ni antes, ni durante, ni después de la inundación” del 2 de abril hubo una asistencia adecuada por parte del Estado y los gobiernos. Reclamó justicia por López, como así también que salga a la luz la verdad sobre las víctimas de la inundación, ocultadas deliberadamente.
Luego se leyó el documento de la Multisectorial de La Plata, Berisso y Ensenada, que hace un sintético balance de la desaparición, el encubrimiento y el reclamo de verdad y justicia por López y los 30.000 detenidos-desaparecidos. Un encubrimiento articulado desde el Estado, tanto en el Poder Judicial como con los operativos mediáticos impulsados en su momento por el gobernador Felipe Solá, con policías vinculados a la represión dictatorial, siguiendo pistas por demás inverosímiles y descartando pericias elementales.
Este encubrimiento fue acompañado desde el gobierno nacional con afirmaciones como que López se encontraba asustado, “seguramente en la casa de alguna tía”, como aseguró Aníbal Fernández en aquel momento; o como aseveró recientemente la presidenta Cristina Kirchner: “Por suerte hoy nadie puede desaparecer, y estamos todos vivitos y coleado”. Pero Andrés Nuñez, Miguel Bru y Jorge Julio López son desaparecidos en democracia.
El documento también señala que “a diez años de reabiertas las causas se han logrado condenar a 400 genocidas. En La Plata sólo 46 represores tienen sentencia, cifra insignificante si tenemos en cuenta los 29 centros clandestinos de detención que existieron”. Hoy sigue vigente el reclamo de justicia. La lucha también.