¿A dónde va el acuerdo de Syriza con la “troika”?

El viernes 25 de febrero, exactamente un mes después de haber conquistado el gobierno en las elecciones legislativas, la coalición Syriza gobernante en Grecia, encabezada por el primer ministro Alexis Tsipras, llegó a un acuerdo con el llamado “Eurogrupo” (los países de la Unión Europea que adhieren a la moneda única, el euro).

El pacto, basado en una lista de “reformas” que Grecia debió presentar por exigencia de la Unión Europea, significa la extensión por cuatro meses del “rescate” financiero de la UE, el desbloqueo del último tramo de préstamos por 1.800 millones de euros, y la transferencia de otros 1.900 millones procedentes del rendimiento de bonos griegos en poder del Banco Central Europeo (BCE). A cambio, el nuevo gobierno de Atenas se comprometió a “modernizar” el sistema fiscal y la administración pública, a “reformar” las leyes laborales y la seguridad social, y a no revertir ninguna de las privatizaciones ya concretadas por gobiernos anteriores, medidas que en su mayoría van en sentido contrario al programa por el que fue votado mayoritariamente el 25 de enero.

Líderes imperialistas: que el pueblo griego pague la crisis.

Los imperialistas de la “troika” (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) chantajearon y amenazaron al pueblo griego con toda clase de calamidades, desde la asfixia financiera cortándole el chorro de los préstamos masivos con que antes ellos mismos endeudaron al país en alianza con sectores de clases dominantes griegas, hasta la exclusión de Grecia de la UE. Pero no pudieron evitar el triunfo de Syriza.

A partir de allí se abrió un proceso de negociaciones en las que el nuevo gobierno griego intentó aliviar las imposiciones de la UE, y los organismos financieros europeos y mundiales siguieron apretando el lazo para descargar todos los efectos de la crisis sobre el pueblo y la nación griega (y para que eso sirva de advertencia a otros países europeos donde germinan movimientos parecidos a Syriza).

La jefa del FMI Christine Lagarde dijo que la lista de reformas presentada por Grecia “no ofrece claras garantías”, y el presidente del BCE, Mario Draghi, tuvo palabras más “comprensivas” pero al mismo tiempo afirmó que los compromisos de Grecia aún eran insuficientes. “Ahora queremos ver los números”, apretaron otros voceros de la UE: todos son unánimes en su intención de doblegar la resistencia del gobierno y principalmente del pueblo griego frente a las nuevas medidas antipopulares y antinacionales que las grandes potencias imperialistas −principalmente Alemania− tratan de imponerles a través de la “troika”.

A dónde va Syriza.

La Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) es una conjunción heterogénea de agrupaciones socialdemócratas y de izquierda, que logró unir un amplio espectro de votantes en contra de las políticas privatistas que en la última década −y con el consenso y apoyo de las instituciones europeas− entregaron las riquezas de Grecia a los monopolios de la UE y hundieron al país en un océano de quiebras, desocupación y miseria generalizada.

Las “reformas” comprometidas por Tsipras y el ministro de Finanzas Yanis Varufakis para alcanzar el acuerdo generaron las primeras fisuras en Syriza y en el propio gobierno. Algunos sectores integrantes de la coalición criticaron abiertamente las concesiones hechas por el gobierno a la “troika”. Entre ellos están Panayotis Lafazanis, ministro de Reconstrucción Productiva, Medio Ambiente y Energía, y Manolis Glezos, diputado en el Parlamento europeo y figura histórica de la izquierda desde sus épocas de héroe de la resistencia comunista a la ocupación nazi. “Cambiar el nombre ‘troika’ por el de ‘instituciones’; el de ‘memorando’ (rescate) por ‘acuerdo’, y el de ‘prestamistas’ por ‘socios’ no cambia nada”, dijo Glezos, de 90 años, quien también se disculpó ante los votantes de Syriza por haber participado “en esta ilusión de cambio”. Otros dirigentes ya piden la renuncia de Tsipras por “rendirse” a las imposiciones de la UE.

Aún no está claro si la dirección de Syriza decidió definitivamente abandonar el programa electoral con el que triunfó el 25 de enero, sometiéndose a las normas de la “troika” aunque tratando de lograr condiciones no tan agobiantes; o si maniobra con el fin de ganar tiempo para afrontar la crisis social, evitar la asfixia financiera obteniendo cierto respiro para la recuperación económica, y avanzar por un camino independiente de las imposiciones imperialistas.

Desde ya, para el pueblo no es indiferente el rumbo que el nuevo gobierno adopte desde ahora. Las agrupaciones y sindicatos combativos y clasistas que protagonizaron las grandes puebladas contra el socialdemócrata Papandreu y después contra el conservador Samarás, difícilmente acepten una traición a las expectativas que depositaron en Syriza para que la crisis la paguen quienes la provocaron.