Argentinazo: ¿Un camino agotado?

Se cumple un nuevo aniversario del Argentinazo, esa gigantesca pueblada que logró echar a un gobierno hambreador y entreguista como el de la Alianza y con la que el pueblo volvió a mostrar por ese camino una perspectiva en la lucha por el poder. Mucho se han esforzado las clases dominantes, en particular el kirchnerismo en el gobierno, para borrar de la memoria popular las enseñanzas de esa gesta histórica popular.

El kirchnerismo –como grupo en ascenso dentro de las clases dominantes– es el que más se esforzó por interpretar lo que abrió ese gigantesco auge de masas y sus características para su lucha por la hegemonía. Junto con el auge de nuestro país también se desarrollaban puebladas en Ecuador y Venezuela, que culminaron en gobiernos neodesarrollistas con una impronta antiyanqui en Sudamérica. No nos olvidemos el acto de asunción de Néstor Kirchner rodeado de Fidel Castro, Chávez, Correa, etc.

Este nuevo escenario era la muestra de que no se podía salir de la crisis de la convertibilidad con las mismas recetas. Lo que se lograría insistiendo hubiera sido reavivar el fuego que se quería apagar. El auge había llegado tan lejos que era muy peligroso. El Argentinazo fue un proceso donde el pueblo protagonizó una lucha sin precedentes, pero no se pudo imponer. Aunque las clases dominantes tampoco podían avanzar sin conceder a muchos de los reclamos que se planteaban y sin cambiar cómo gobernaban.

Eduardo Duhalde –que sucedió a la Alianza tras cinco cambios de presidentes en una quincena– no cerró la crisis política. Aplicó una devaluación que hachó los salarios y benefició a los monopolios imperialistas y terratenientes exportadores, principalmente. La lucha popular rompió la tregua de las centrales obreras y agudizó las contradicciones por arriba. El asesinato de Kostequi y Santillán marcó el principio del fin del duhaldismo en el gobierno. La maldita policía de Fanchotti, como expresión del Estado, se impuso a sangre y fuego, mostrando los límites de las aspiraciones populares por el poder. Así se detonó el proceso político donde el kirchnerismo, muy débil, se alzaría con el triunfo mediante múltiples acuerdos.

Toda la primera etapa del kirchnerismo va a estar teñida de concesiones al pueblo, mientras desde el gobierno se trabajaba para reconstruir de crisis de representatividad de los de arriba y la imagen de las instituciones de este Estado oligárquico-imperialista, profundamente cuestionadas a partir del Argentinazo. El kirchnerismo se esforzó sobremanera para hacerlo; y en gran medida lo logró mediante esas concesiones, cooptaciones, y apelando al doble discurso y a la memoria del pasado reciente. En definitiva trata de mostrar que con las elecciones se puede conquistar una solución a las necesidades populares.

Conquistas vigentes

Las concesiones fueron reconocidas por el pueblo. Había corrido mucha sangre y se perdieron muchas vidas en una Argentina donde se morían cincuenta y dos chicos por día por la desnutrición y la pobreza. Muchas de las conquistas que se lograron en los años del auge del Argentinazo siguen hoy vigentes.

El avance en la reconstrucción del tejido de las instituciones no se traduce en el amor por ellas y es recurrente, cuando se agudizan las contradicciones, la condena a ellas. Las fábricas recuperadas como Renacer en Ushuaia, junto con otras, son ejemplo de la voluntad de la clase obrera de violar la propiedad privada y adueñarse de la fábrica, ponerla a producir luego de una quiebra o abandono por parte de la patronal. Algunas fueron cooptadas por el kirchnerismo, que se dio una política para ese objetivo. Pero las que se abrieron paso y persisten muestra que ese camino está vigente y servirá para otro momento de crisis.

Las corrientes opositoras y combativas en el movimiento obrero no nacieron con el ciclo kirchnerista en 2003. En cambio, este nuevo ciclo está marcado por la masividad de obreros jóvenes que se incorporaron a la producción, en su gran mayoría jóvenes, que fueron de una u otra manera protagonistas del Argentinazo. Esta nueva realidad encerró una contradicción: por un lado valorar y cuidar el trabajo, y por otro las enseñanzas de quienes habían protagonizado un periodo histórico de cuestionamiento al actual orden establecido, llevándose puesto a un gobierno.

Así surgió una camada de jóvenes luchadores combativos y democráticos que en los años posteriores fue ganando solidez y fue pasando a integrar comisiones internas y delegados, que posteriormente iban a dar que hablar en la conquista de esos organismos de masas del movimiento obrero. Esto podemos ver hoy en numerosos procesos.

El kirchnerismo en todos estos años ha apelado a la memoria colectiva, acusando a sus adversarios de haber sido los responsables de una Argentina devastada como la del menemismo y la Alianza del 2001. Quizás esta sea una de las facetas más fuertes del gobierno. Pero esa memoria colectiva a la que recurre insistentemente el gobierno también atesora las enseñanzas de una Argentina insurrecta, donde el pueblo alzado marcó a fuego a los enemigos declarados.

Estas enseñanzas que están en la epidermis y estallan cuando menos se lo espera. Hablamos de las fábricas recuperadas, las corrientes combativas y democráticas en el movimiento obrero. Y podemos agregar los piquetes como forma de lucha de las organizaciones sociales y sectores de asalariados. Y las corrientes populares, de izquierda y antiimperialistas en el movimiento estudiantil universitario que se fortalecieron en ese período y se mantienen en la dirección de muchos centros de estudiantes. Son corrientes estudiantiles que barrieron a la Franja Morada de importantes centros hasta el día de hoy y que enfrentan el limitacionismo, la Ley de Educación Superior y la Coneau, luchan por presupuesto y exigen la democratización del cogobierno universitario, razones con las que le impidieron hacer pie al kirchnerismo en muchos de esos organismos de masas.

¿Recuerdo o camino vigente?

Cuando hablamos de enseñanzas de este camino, no lo hacemos a la manera de “recuerdos de un pasado glorioso pero que no volverá”, como pretenden de hecho ahora organizaciones políticas y sociales que adoptaron el camino parlamentario “como forma de aproximación al poder”.

Cuando hablamos de enseñanzas, hablamos desde el punto de vista marxista-leninista-maoísta, de aprender de los aciertos y los errores para dar un nuevo salto hacia delante. En este proceso reconocemos un camino sinuoso. La clase obrera entrará y saldrá reiteradas veces de curvas y contra curvas peligrosas en su lucha por el poder, con la ayuda de su Partido revolucionario. Sabiendo que cuando se entra en una, por más que sea cerrada, no significa que se acabó ese camino o hay “atajo intermedio”, sino que sigue. Y que cuando hay remansos donde predomina la lucha política electoral, se debe transitar con precaución, tratando de acumular fuerzas para la ancha avenida revolucionaria, cuidándose de los precipicios del parlamentarismo al que lamentablemente algunas fuerzas han caído.
Quienes abandonaron ese punto de vista y consideran en los hechos que ese camino se cerró, cayeron en el escepticismo y se aferran al parlamentarismo.

El kirchnerismo en todos estos años ha utilizado un doble discurso. Ha apelado a ese período para hacer pasar políticas neodesarrollista, donde el enemigo declarado sería el “neoliberalismo”. Con esta impronta, se fueron manejando hasta la crisis económica del 2008, que golpeó a un modelo dependiente, agro-minero-exportador, que fomentó el consumo sin sustitución ni desarrollo nacional independiente. Las consecuencias las estamos padeciendo: 40% de inflación, nuevo endeudamiento, parálisis en el crecimiento, precarización, suspensiones y despidos.

Pero todavía pesa, y mucho, el recuerdo de ese duro pasado encarnado hoy en algunos candidatos de la oposición de las clases dominantes. El crecimiento de fuerzas de izquierda a nivel parlamentario, vino en gran medida a cubrir ese espacio. Pero corre peligro en transformarse en la izquierda del sistema si no se plantea utilizar esa fuerza en una política de frente único para conquistas en el movimiento obrero y popular que ponga el centro en las luchas.

La vigencia del camino del Argentinazo esta expresado en conquistas y enseñanzas que no han podido ser borradas de la memoria popular y vuelven cada vez que se tensa la lucha de clases. Algo semejante ocurre con el Cordobazo y el papel de los cuerpos de delegados de fábricas, que mostraron el camino insurreccional dirigido por los obreros. Entonces, la gran tarea de las fuerzas revolucionarias y antiimperialistas es la de mantenerse firmes en el camino revolucionario, sintetizar las experiencias y trabajar para elevar a un nivel superior lo que anida en cada uno de esos procesos y conflictos del movimiento obrero y popular, conquistando sus organizaciones de masas y creando los frentes únicos antiimperialistas para que el conjunto de los sectores populares, con la dirección de los trabajadores, pueda ser protagonista de la revolución de liberación nacional y social en marcha al socialismo. Solo profundizando el camino del Argentinazo alcanzaremos ese maravilloso objetivo.