El gobierno emitió un bono por 1.400 millones de dólares y generó así un nuevo aumento en la deuda externa argentina. Lo hizo además a un elevado costo, comprometiéndose a pagar intereses de casi 9% anual, lo que se ubica entre los más altos del mercado financiero. Esto suma intereses por más de 800 millones, siguiendo el plan de pagos del Ministerio de Economía. La ANSeS volvió a comprar bonos, destinando para esto US$ 283 millones y quedandose con el 20% del total de los Bonar 24 (Cronista Comercial, 22/4).
Según enfatiza Página/12, el 90% de los 1.416 millones de dólares de este Bonar 24 “fueron aportados por inversores del exterior”. El oficialismo lo festeja como un “triunfo” sobre el juez Griesa y los fondos buitres. También el diario oligárquico La Nación remarca los resultados “positivos”: “la City vive días de euforia (…) la lectura que primó fue positiva –y con justificación, si se mira el escenario actual–. Incluso se podría decir que el Gobierno fue exitoso esta vez, tras aprender las lecciones pasadas (…) Y hay una realidad: rendimientos del 8,5 o 9% anual en dólares, claramente no sobran en el mundo”.
Desde ya, considerar esto como un hecho positivo es sólo posible mirándolo dentro de la lógica de la dependencia. Pero generar más deuda externa no puede ser considerado un acto de patriotismo o antiimperialista, ni comprometido con verdadero desarrollo nacional independiente. El gobierno hecha mano una vez más a este tipo de financiamiento después de haber destinado 190.000 millones de dólares en los últimos 10 años (según CFK) al pago de deuda externa ilegitima y fraudulenta, y tras haber permitido que se fugaran del país en manos de monopolios alrededor de US$ 55.000 millones entre 2003 y 2012 en concepto de remesa al extranjero de sus ganancias. Este año el gobierno destinará 6.300 millones de dólares al pago del Boden 15.