Encaminado el acuerdo con los fondos buitres, el gobierno finalmente decidió desprenderse de Miguel Galuccio, que dejará de ser presidente y CEO de YPF en abril. Según La Nación, el ala “eficientista” del macrismo intentó sostenerlo (ver 9/3/16). Pero quién más duro cargó contra el saliente CEO de YPF fue el ministro de Energía Juan José Aranguren, que lo acusó de ineficiente, poco transparente y de haber endeudado a YPF.
El sueldo anual de 4,5 millones de dólares de Galuccio y las maniobras financieras que ahora salen a luz ejemplifican lo que es esta YPF Sociedad Anónima. Pero la decisión, sin embargo, no la marca ni la transparencia que ninguno de ellos tiene ni una supuesta eficiencia que no se puede analizar por fuera de un plan estratégico.
En realidad, el problema es que Galuccio es un hombre del monopolio de servicios petroleros Schlumberger, intrínsecamente vinculada a Chevron, y en cambio Aranguren es de la holandesa Shell, cuya filial en Argentina presidió hasta ser nombrado ministro. Esta pelea entre monopolios se expresa también en su disputa sobre los puestos de funcionarios.
El gobierno de Macri necesita mantener el acuerdo con Chevron. Tal es así que le hicieron cambiar la posición a la diputada Laura Alonso, a cargo de la “Oficina Anticorrupción”, que ahora opina que deben aceptarse las cláusulas secretas en el convenio con Chevron. Muy probablemente sea esto lo que lo llevó a pensar a Galuccio que podría continuar como CEO en YPF. Con este objetivo, buscando sintonía con el flamante gobierno, anunció él mismo los recortes en inversiones y las supensiones que derivarían en 2000 despidos en el sector petrolero. Pero Shell pudo más.
El gobierno anunció que Miguel Ángel Gutiérrez sería el próximo presidente de YPF, quién es actualmente uno de los directores de YPF y había ocupado un cargo gerencial en el banco yanqui JP Morgan (donde trabajó por 21 años). Como ahora se desdoblaría en YPF la función de presidente y CEO, el gobierno le habría ofrecido el puesto de CEO de YPF a un directivo de la petrolera francesa Total, que también tiene experiencia en fracking.