¿Cuál es hoy nuestra Bandera Nacional?

Por Ulises Granda

¿Qué proponían Belgrano y los mejores líderes de la revolución de independencia para la economía de nuestro país? Decía Manuel Belgrano: “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primeras no salgan de sus Estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no sólo el darles nueva forma, sino aun atraer las del Extranjero para ejecutar lo mismo, y después vendérselas…”.

El discutido Plan de Operaciones (de Mariano Moreno) planteaba así: “Una cantidad de 200 o 300 millones de pesos puestos en el centro del Estado para la fomentación de las artes, agricultura, navegación, etc., producirá en pocos años un continente laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesite para la conservación de sus habitantes, no hablando de aquellas manufacturas que, siendo como un vicio corrompido, son de un lujo excesivo e inútil, que deben evitarse principalmente porque son extranjeras y se venden a más oro de lo que pesan…”.

Al no lograr imponer este programa el sector más avanzado y democrático de nuestra Revolución de Independencia (Moreno, Belgrano, Gervasio Artigas, Bernardo de Monteagudo y otros), las dificultades económicas aparecieron en una forma que los argentinos conocemos muy bien: las finanzas del nuevo Estado estuvieron subordinadas crecientemente a las rentas aduaneras, por lo que se dependía del comercio exterior (que además era deficitario). En ese contexto salía metálico hacia el exterior y se reducía la circulación monetaria y económica interior.

El debate sobre la necesidad de diversificar e industrializar nuestro país reapareció durante las reuniones del llamado Pacto Federal (1831). Ahí el correntino Pedro Ferré planteó la necesidad de terminar con el librecambismo: “Considero la libre concurrencia como una fatalidad para la Nación. Los pocos artículos industriales que produce nuestro país no pueden soportar la competencia con la industria extranjera. Sobreviene la languidez y perecen o son insignificantes. Entonces se aumenta el saldo que hay contra nosotros en la balanza del comercio exterior. Se destruyen los capitales invertidos en estos ramos y se sigue la miseria”. Y proponía: “1- Prohibición absoluta de importar algunos artículos que produce el país… 2- Habilitación de otro u otros puertos más que el de Buenos Aires”.

Pero los intereses de grandes terratenientes y comerciantes porteño-bonaerenses estaban volcados a otro tipo de economía: “Debe haber mucho cuidado en la forma de degollar la res, a fin de que el cuero no quede imperfecto… De la res debe aprovecharse todo, hasta las patas, mondongos, sesos, cuajo, tripas del medio y tripas gordas, etc.”. Así lo detallaba Juan Manuel de Rosas en sus Instrucciones a sus capataces de estancias.

El debate sobre la orientación económico-social de nuestra Argentina y la imprescindible necesidad de industrializarlo y diversificarlo, priorizar el mercado interno frente al intercambio exterior, recuperar nuestras fuentes de energía y el control soberano de nuestra infraestructura (transporte, comunicaciones) debe estar en el centro de esta campaña electoral. Romper el acuerdo con el FMI, repudiar la deuda ilegítima, fraudulenta y usurera, puede permitir avanzar en “dar vuelta la historia” de un país fundamentalmente agro-exportador. También la cuestión del megayacimiento de Vaca Muerta está vinculada directamente con esto: necesitamos reorientar la producción energética para ponerla al servicio de la producción y la industria nacional y no para resolver la “escasez de dólares” que les dificulta a los monopolios seguirla “levantando en pala”.

Recordemos las palabras de Manuel Belgrano (en el Correo de Comercio, 1810): “El modo más ventajoso de exportar las producciones excedentes de la tierra, es ponerlas antes en obra, o manufacturarlas. La importación de las materias extranjeras para emplearse en manufacturas, en lugar de sacarlas manufacturadas de sus países ahorra mucho dinero, y proporciona la ventaja que produce a las manos que se emplean en darles nueva forma (…). La importación de mercaderías que impiden el consumo de las del país o que perjudican el progreso de sus manufacturas y de su cultivo lleva tras de sí la ruina de la nación.”