Brasil: el origen del polvorín.
Las consecuencias de las políticas “neo-desarrollistas” golpean a la mayoría del pueblo. Esa política fue implementada en países de la región a partir del 2003 cuando ganó Lula en Brasil, y también con Kirchner en nuestro país.
Se basó fundamentalmente en la primarización de la economía y en la expansión de los capitales de monopolios imperialistas, como toda política desarrollista: “abrir las puertas a las inversiones” remachando la dependencia imperialista, en particular al imperialismo Chino.
Así, Brasil se trasnformó en el principal país exportador de soja a China, expandiendo el latifundio terrateniente y dando pujanza a los pooles sojeros, expulsando a miles de campesinos y agravando las condiciones ya deplorables de vida de la inmensa mayoría campesina.
Brasil arrastra un déficit en el saldo de la balanza comercial (diferencia entre las exportaciones y las importaciones) desde finales del 2012. La balanza comercial brasileña registró un déficit de 5.150 millones de dólares en el primer trimestre del año. Tuvo una caída del 33% en las exportaciones de petróleo.
La otra característica de este neo-desarrollismo es que la mano de obra es una de las más baratas de la región (el salario promedio se ubica en 400 dólares) y los niveles de superexplotación nada tienen que envidiarle a algún país del sudeste asiático. Así, bajo estas características, logró ser Brasil el país con más industria de América Latina.
El crecimiento registrado en estos 10 años contrasta con las condiciones de vida de la mayoría del pueblo. Los reclamos en las luchas de estos días son por las necesidades básicas del pueblo, como educación, salud, mejores condiciones y contra el aumento del transporte, entre otras urgencias.
Al igual que Argentina, esta es una política que está basada en la exportación de productos primarios como la soja o el petróleo. El consumo ha sido el principal impulsor de la expansión regional, gracias a la favorable evolución de los mercados laborales y el aumento del crédito, principalmente.
Sin embargo, el enfriamiento de la demanda externa y la caída de los precios de la mayoría de los bienes básicos de exportación producto de la crisis internacional, han transformado al comercio exterior en el principal canal de contagio.
Hay características similares en cuanto a que ambos países salieron de una de sus peores crisis apenas comenzaba el nuevo milenio, millones de hambrientos venían luchando, los gobiernos que emergieron dieron cierta contención con proyectos sociales a esa masa, y se incorporaron millones al mercado laboral pasando a cobrar bajos salarios en condiciones de súper-explotación en la industria privada y gran precarización mayormente en el Estado.
Pero lejos se estuvo de atacar los problemas de fondo, sino que se agravaron. En el período de pujanza económica no hubo desarrollo independiente en las palancas estratégicas de la economía y solo entraron las inversiones monopólicas y especulativas que derivan sus ganancias a sus casa matrices y a la renta de los sectores dominantes, profundizando la dependencia del imperialismo y la propiedad terrateniente.
La dimensión de los estallidos en Brasil son muestras de una olla a presión que se destapó, tras el fallido aumento del boleto. Y con el trasfondo del Mundial 2014 y las Olimpíadas 2016 donde el gobierno de Dilma Rouseff invertirá miles de millones para los negocios multimillonarios de las clases dominantes brasilera y los monopolios imperialistas. Mostraron la esencia de su política antipopular.
¿Salida por derecha o a favor del pueblo?
La lucha es gigantesca y todos temen el contagio hacia los más desposeídos que habitan las favelas y a la poderosa clase obrera brasilera.
Sin lugar a dudas, todos picotean en la rebelión brasilera, y sectores de la derecha se agazapan, tratan de instrumentar las luchas, y también destilan su veneno contra estas políticas neo-desarrollistas. En una América Latina convulsionada, las derechas estimuladas principalmente por el imperialismo yanqui buscan avanzar en su “patio trasero”, agudizando la disputa interimperialista.
Frente a esta realidad, la lucha del pueblo brasileño tiñe la región y vuelve a marcar el camino para enfrentar a las políticas antipopulares. Son necesarios reagrupamientos populares, democráticos y antiimperialistas, no para plantearse estar a la izquierda del neo-desarrollismo sino para que sean expresión de un pueblo que, para encontrar solución a sus necesidades, precisa la liberación nacional y social en marcha al socialismo.
Perspectivas en Argentina.
Con las diferencias del caso, políticas semejantes aplica Cristina Fernández de Kirchner en nuestro país. La presidenta se apuró a comparar la pueblada de Brasil con el 8N argentino, muy lejos sin dudas uno del otro.
Ya dijimos en números anteriores, que el kirchnerismo no dará ningún viraje en la política económica y solamente tratará de “salir del paso”. Algunos sostienen que su desafío es mantener “las cuatro P”: Precios congelados, Pesos en la calle, Paralelo contenido y Plata fresca del blanqueo. Los precios en las góndolas son una risa y el “control popular” a esta altura es un fracaso, si tenemos en cuenta por ejemplo el precio del pan a $20. Por otro lado, apuran el blanqueo de capitales ya que las reservas del Banco Central cayeron a US$ 37.851 millones, el nivel más bajo desde el 2007.
También se suma el golpe político al gobierno con las denuncias de corrupción, como el caso Lázaro Báez, y los fallos de la Corte Suprema en cuanto al Consejo de la Magistratura y la Ley de Medios. Duros golpes, que son la muestra de que las clases dominantes rivales motorizan el pos-kirchnerismo. El traspaso de Lescano (Luz y Fuerza) a las filas de Moyano es también expresión de esto.
El armado de las listas -principalmente en la provincia- complicó al gobierno, ya que se confirmó la postulación de Massa y el peronismo va dividido en tres; si bien lograron que Scioli no lo acompañe, como analizamos en el Vamos! Nº7.
El discurso en Rosario de Cristina Fernández para el Día de la Bandera es quizás la plataforma de largada del contenido que le imprimirán a todo este período. Al día siguiente su diario Página/12 publicó: “Ha llegado la hora de que los que se beneficiaron con trabajo, jubilación, asignaciones, viviendas, educación, justicia y demás logros defiendan lo que obtuvieron. El escenario planteado es que esos logros, que siempre han sido negados o relativizados por la oposición, ahora están en peligro real si gana la oposición.”
Los frentes y candidatos populares.
En la Capital Federal integramos el frente Camino Popular, junto a Buenos Aires para Todos (de Claudio Lozano), Marea Popular y otras fuerzas. Llevamos como candidatos a Guillermo Rocha, Sergio Párraga, María Rinaldi y Martín Bustamante (ver contratapa).
En la provincia de Buenos Aires, Córdoba y otros distritos, estamos conversando con el FPDS y otras fuerzas. Votaremos listas que lleven a candidatos luchadores o impulsaremos votos programáticos.
Las fuerzas populares y antiimperialistas utilizaremos estas elecciones para que se expresen y potencien las luchas contra el gobierno y el conjunto de las clases dominantes, como en los estatales de ATE, docentes de Capital, los trabajadores de prensa y los petroleros. Para acumular fuerzas en el movimiento obrero y popular. Para articular un reagrupamiento que esté a la altura de las urgencias populares y de las nuevas direcciones combativas y democráticas de los trabajadores. Y para desatar la lucha y abonar el camino hacia la liberación nacional y social.