Testeos de COVID-19: Un recurso escaso

Por Pablo C.(*)

Una de las tantas limitaciones de nuestro sistema de salud es la dificultad para testeo de COVID-19. Apenas reconstituido el Ministerio de Salud, una de sus primeras tareas fue asistir al Instituto Malbrán para que, en primer lugar, logre testear adecuadamente y luego se despliegue la capacidad de testeo en todas las provincias. Este es uno de los temas más debatidos en las últimas semanas. Por un lado, debido a las presiones de determinados sectores empresariales para levantar o al menos flexibilizar la cuarentena, que se ha reflejado en la exigencia de “testeos masivos”. Pero, por otra parte, también porque el adecuado testeo es efectivamente una herramienta fundamental frente a la epidemia.

Por lo general, quienes desde Clarín, La Nación o Infobae insisten en los “testeos masivos”, soslayan todos los obstáculos y avances que han debido darse en muy poco tiempo. Fracasado el primer intento encabezado por Techint para levantar la cuarentena, hoy esta consigna unifica a quienes en un inicio plantearon que el principal problema era la economía y que ahora insisten en que los “testeos masivos” serían la forma de flexibilizarla. La consigna puede ser una buena campaña, pero no se corresponde con la realidad: el testeo PCR de COVID-19 –utilizado para detectar el virus en un paciente– es un recurso escaso, que cada país debe administrar. Incluso en Corea del Sur –que es tomada muchas veces como ejemplo–, el total de pruebas ha alcanzado al 1,1% de su población (1), evidenciando que no sólo hay que testear sino establecer criterios eficientes.

Si a lo que se refieren es a los llamados testeos rápidos –que detecta anticuerpos, incluso en una persona sana–, deberían informar(se) que no sirven como ensayo clínico, sino que se utiliza principalmente para estudios epidemiológicos y estadísticos. De hecho, el Ministerio de Salud está iniciando un estudio con este tipo de pruebas –recién llegadas– en terminales de transporte masivo, para conocer la tasa de infectados asintomáticos –entre otras cuestiones–.

Tanto para el testeo PCR como el testeo rápido, la principal limitación en nuestro país es que la Nación depende de importar reactivos. Esta dependencia es grave no sólo por el costo en dólares, sino porque sencillamente no hay disponibilidad en un mundo que todos los países requieren testear. Más aún cuando muchas partidas de insumos médicos han terminado siendo incautados en países de tránsito antes de llegar a destino. Afortunadamente, nuestro país todavía cuenta con Aerolíneas Argentinas, que ya comenzó con los vuelos para buscar reactivos, equipos de protección y respiradores. En estos vuelos ya han llegado reactivos para 50 mil testeos PCR –como parte de una partida de 500 mil totales– y otros 170 mil testeos rápidos de anticuerpos.

Por otra parte, también debe tenerse en cuenta las limitaciones de equipamiento disponible en nuestro país y de profesionales capacitados. Según ha circulado, hay en el país alrededor de 120 laboratorios con equipamiento adecuado para los testeos PCR. Inicialmente sólo el Instituto Malbrán podía hacer estos testeos, lo que era en sí todo un logro tras cuatro años de desfinanciamiento por parte del gobierno anterior. Y fue este Instituto, apoyado por el Ministerio de Salud, el que luego fue garantizando la habilitación de laboratorios en todas las provincias para la realización de testeos confiables, seguros y sin dilaciones. Para esto ha capacitado a los técnicos y profesionales de esos laboratorios y ha hecho pruebas sobre los testeos realizados en esos lugares. Esto ha acelerado y mejorado la capacidad de testeo, no sólo porque se amplió la capacidad total sino porque además ha evitado que una muestra tenga que viajar dos días para ser evaluada en este Instituto.

Siendo el testeo un recurso escaso, ha sido y es correcto que el Ministerio de Salud centralice y unifique los protocolos y los haga cumplir: tanto para el sector de salud pública como privada, y de obras sociales. Esta coordinación vale también para las investigaciones: como el enorme logro del Malbrán de identificar las tres cepas de COVID-19 presentes en nuestro país, que es tan importante para las vacunas en estudio; o los nuevos métodos de testeo que se están desarrollando en Argentina. Una muestra de la consistencia de los testeos en nuestro país es la cantidad de infectados sobre el total de testeos: de los 41.789 testeos realizados, han dado positivo el 7,9%. Por ejemplo, esto está muy por debajo de EEUU, cuyos casos de coronavirus alcanza el 19,5% de lo testeado (2).

Esto no quiere decir no controlar o hacer planteos al Ministerio de Salud, como con justeza sí han realizado recientemente la federación de profesionales de la salud FESPROSA y ATE debido al alto porcentaje de personal de salud infectado con coronavirus (leer: La protección de los trabajadores de la Salud, un interés nacional). Planteo que ha derivado, entre otras cuestiones, en el compromiso del ministro de Salud en cambiar los criterios de testeo al personal de Salud. Y también se hace fundamental precisar la nueva política de testeo acorde a la etapa de cuarentena administrada. Pero para todo esto era necesario conseguir los reactivos y preparar lo mejor posible a nuestro castigado sistema sanitario. Y seguirá siendo fundamental, para el interés colectivo, no sólo seguir sosteniendo el distanciamiento social preventivo, sino que el Ministerio de Salud siga centralizando y controlando a todo el sistema sanitario.

 

(*) Médico.

(1) y (2) Fuente: https://www.worldometers.info/coronavirus/