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Lula Da Silva obtuvo un 48,4% en primera vuelta, unos 57 millones de votos. Sin embargo, el actual presidente Jair Bolsonaro estuvo bastante más arriba de lo que vaticinaron las encuestas y alcanzó el 43,2%, representando unos 51 millones de votos. Habrá balotaje porque se requería superar el 50% para ganar en primera vuelta. El resultado marca una sociedad muy polarizada y una tendencia favorable a Lula en la segunda vuelta.
Para este triunfo parcial, Lula tuvo que superar 580 días de cárcel por la causa llamada Operación Lava Jato, hasta que finalmente su condena fue anulada por el Supremo Tribunal Federal en 2021. Pudo entonces presentarse a elecciones, a diferencia de lo que había pasado cuando Bolsonaro había sido electo.
Sin embargo, el importante caudal del actual presidente fascistoide evidencia que hay una fuerte batalla política por delante. Más allá de la segunda vuelta. Para empezar, porque Lula no tiene la mayoría ni en Diputados ni en el Senado. Y por otra parte, ya vimos que el peso del Poder Legislativo en Brasil es mayor a comparación de nuestro país, más presidencialista. Allí, bastó con una mayoría para destituir a Dilma Rousseff en 2016. Más en particular, pesa en el resultado la derrota lulista en San Pablo, que se especulaba con recuperar.
Las encuestas acertaron en rasgos generales con el apoyo que recibió Lula. Pero, al parecer, existe un alto porcentaje de la población que votó a Bolsonaro aunque con cierto pudor, como suele pasar con candidatos de derecha. Bolsonaro tiene un pésimo balance de la pandemia, con alrededor de 700 mil muertos y una fuerte campaña negacionista por parte del gobierno. Pero también pesó la campaña del Lava Jato contra Lula. Tampoco se puede dejar de ver las medidas sociales durante la pandemia y el reciente adelantamiento del programa Auxilio Brasil, entre el 18 y el 31 de este mes. Además, a partir de una política de precios del combustible, baja de impuestos y suba de la tasa de interés hubo una deflación del 0,7% en julio, totalizando una inflación del 10,1% en los últimos doce meses.
En este contexto, Lula ya tendió puentes hacia Simone Tebet (PMDB) y Ciro Gomes (PDT), que salieron tercera y cuarto respectivamente. La coalición que impulsó la candidatura de Tebet está integrada también por el Partido de la Social Democracia Brasileña, fundada por el expresidente Cardoso y de la cual Gerardo Alckmin, actual vice de Lula, es cofundador. A Gomes ya lo habría tanteado a través de Marina Silva. Esto va marcando una campaña de balotaje y un gobierno más hacia el centro.
Tampoco hay elementos para esperar un Lula antiyanqui, como el que desafió a Bush en 2005 en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata. Ante las insinuaciones de no reconocimiento del resultado por parte de Bolsonaro, Lula fue contactado por un alto funcionario de la Embajada de Estados Unidos, dando una clara señal de reconocimiento del resultado por parte del gobierno de Joe Biden. Con un Bolsonaro de buenas migas con Trump, Lula también ha tendido puentes con los demócratas estadounidenses. “El mundo cambió”, habría expresado.