Cuando gira el viento

Durante la propagandizada “década ganada” del kirchnerismo, el crecimiento del PBI argentino “a tasas chinas” estuvo estrechamente relacionado con el crecimiento acelerado del imperialismo chino. La economía china llegó a acercarse a las dimensiones de la estadounidense y actuó como la “fábrica del mundo”, funcionando hasta cierto punto como contrapeso en la crisis económica mundial. Los años de crecimiento del precio de la soja, de las exportaciones argentinas, de superávit comercial y fiscal tiene mucho que ver con ese “viento de cola” internacional para la economía de nuestro país. El Gobierno se encarriló así en la “alianza estratégica integral” con China (y también Rusia), desde la cual forcejeó por ejemplo con los llamados buitres yanquis.

Pero esta política del kirchnerismo, dentro de este nuevo esquema, continuó remachando y profundizando la dependencia. En un proceso de cambio de hegemonía fueron abriendo las puertas a la penetración del imperialismo chino, llegando a sellar recientemente numerosos acuerdos entreguistas.

Y ahora: ¿cuáles son las consecuencias cuando cambia el viento y la economía china se enfría, se desacelera su crecimiento, caen más de 8% sus exportaciones y devalúan el yuan?

• Problemas para las exportaciones argentinas: En el primer semestre de este año el 10% de las exportaciones argentinas fueron a China (el segundo destino después de Brasil): US$ 2.800 millones, dentro de eso el 70% fueron porotos de soja. La menor demanda china y la caída de los precios de la soja (que ya viene bajando de US$ 650 en 2012 a los US$ 363 actuales) provocaría mayores problemas para producción y la exportación argentina, fuertemente sojizada. (Los ingresos por exportaciones ligadas a la soja superarían los US$ 170.000 millones entre 2008 y 2015, representando más de US$ 60.000 millones en ingresos fiscales.)

• Aumento de las importaciones chinas: La crisis de la economía europea (principal destino de los productos chinos) y la caída de 8% de las exportaciones chinas, que derivaron en la devaluación del yuan, provocarán una mayor presión para la importación de manufacturas de China en nuestro país. Por ejemplo en el sector de Máquinas y Herramientas, en el cual los productos chinos compiten fuertemente con la industria nacional, China ya desplazó a EEUU como principal origen de maquinarias importadas (entre 2002 y 2013). Así se castiga aún más a la industria nacional, se aumenta el déficit de la balanza comercial con China (que ya es de más de US$ 5.000 millones) y se acerca el rojo la balanza comercial nacional.

• Acuerdos entreguistas: Anticipándose a los problemas que ahora son evidentes en la economía china, se firmaron los múltiples acuerdos entre Argentina y China, que el Congreso aprobó en febrero de este año. Estos acuerdos incluyen préstamos e inversiones chinas para desarrollo de proyectos en energía, ferrocarriles, represas hidroeléctricas, etc. Argentina aumenta su deuda externa. Y para la materialización de estos proyectos, China se asegura la venta de bienes industriales que en muchos casos podrían ser fabricados y desarrollados en Argentina. Tal es el ejemplo de las usinas eléctricas o de la industria ferroviaria.

• Extranjerización de la producción: Según los convenios aprobados, a cambio de financiamiento, China recibirá también privilegios para invertir en los sectores de “energía, minerales, productos manufacturados, agricultura y sistemas de apoyo” (art. 4º del documento aprobado en el Congreso, diciembre de 2014). El imperialismo chino no sólo se propone acrecentar la exportación de mercancías sino también la exportación de capital. Estas inversiones son presentadas por el neodesarrollismo kirchnerista como camino para el “desarrollo” de la economía nacional. Sin embargo, la llegada de capitales imperialistas fue en las últimas décadas otro de los mecanismos de reforzamiento de la dependencia y de saqueo de riquezas producidas en nuestro país a través de la fuga al exterior de las ganancias obtenidas por los monopolios. Además la inversión de monopolios imperialistas no sólo acentúa el desarrollo deformado de la economía (se concentraron en minería, industria automotriz, y petróleo entre otras) sino que aumentan su matriz importadora: las empresas extranjeras representan el 57,8% de la facturación de las 200 empresas más grandes, pero el 81,5% de las importaciones de éstas. Estas importaciones representan otra vía de flujo de dólares a sus casas matrices.

En estos doce años, el kirchnerismo impulsó una política que en los hechos profundizó la dependencia. Disfrutó de un flujo de dólares mientras sopló viento de cola en la economía mundial. Pero ahora, cuando gira el viento, la economía de los países imperialistas descarga las consecuencias sobre los países dependientes y cobra evidencia el verdadero balance del “modelo K”.

Siderurgia

Otro de los productos en que China se propone competir es la fabricación de caños sin costura para extracción petrolera y el sector siderúrgico en general. Por eso el grupo Techint –que en las privatizaciones de los ’90 se quedó con SOMISA (Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina)– ve con enorme preocupación la devaluación del gigante asiático. Más aún si se tiene en cuenta que monopolios petroleros chinos como CNOOC ya han puesto un pie en la Patagonia. Este fue uno de los motivos que derivó en la salida del Gobierno del ministro de Economía Roberto Lavagna en diciembre de 2005, fiel a Techint.

Techint, que se presenta como “industria nacional”, es en realidad una burguesía intermediaria que nació de la mano de capitales italianos. Un Gobierno que realmente impulse un política para la industria nacional independiente debiera re-estatizar la siderurgia, palanca clave de la producción industrial.