El Caracazo de febrero de 1989

El 2 de febrero de 1989 había asumido el gobierno de Carlos Andrés Pérez, del partido Acción Democrática (AD). Bajo el discurso de “sincerar la economía”, a los pocos días de asumir puso en práctica el llamado “paquetazo”, en medio de una fuerte crisis económica por la caída de los precios del petróleo –que se tradujo en endeudamiento, devaluación de la moneda, desocupación, inflación y especulación–. Este plan de medidas económicas respondía al guión del Fondo Monetario Internacional (FMI) como condición para otorgar un nuevo préstamo, e incluía tarifazos en los servicios públicos, el aumento de la nafta y la eliminación gradual de subsidios a educación, transporte y salud, lo que generó una vertiginosa alza del costo de vida.

Las protestas se iniciaron el 28 de febrero en la ciudad de Guarenas, a 25 km de la Capital. Mientras, en Caracas se generalizaban saqueos de supermercados y tiendas de comida y ropa. Decenas de miles de personas de los sectores populares de las barriadas (“los cerros”) tomaron el control de las calles; los comercios cerraron y se paralizó el transporte. En pocas horas las movilizaciones se extendieron a las principales ciudades.

La brutal respuesta de las fuerzas de seguridad generó rápidamente el atizamiento de los enfrentamientos, cada vez más violentos. El Gobierno movilizó a las Fuerzas Armadas, declaró el toque de queda, militarizó las principales ciudades y habilitó el uso de armas de fuego. Tras varios días, la represión indiscriminada dejó centenares de muertos y heridos.

El Caracazo marcó la irrupción del pueblo venezolano, con profundo sentimiento antiimperialista. El estallido espontáneo desencadenó una crisis política, pero sin una dirección revolucionaria no logró avanzar más allá. Esta situación derivaría luego en el ascenso de Hugo Chávez al Gobierno.

Hoy, en las difíciles circunstancias presentes por la brutal crisis económica y por el avance electoral de la derecha oligárquica y proyanqui –sobre la base de una política que en todos estos años con el chavismo no modificó la matriz productiva dependiente del país ni avanzó decisivamente en el protagonismo obrero y popular–, el Caracazo se alza nuevamente como un faro, recordando la fuerza y la voluntad de un pueblo que sigue buscando el camino para un verdadero proceso revolucionario y liberador.