El Che contra la “Alianza para el Progreso” yanqui

“Hemos denunciado a la Alianza para el Progreso como un vehículo destinado a separar al pueblo de Cuba de los otros pueblos de América, a esterilizar el ejemplo de la Revolución Cubana y, después, a domesticar a los otros pueblos de acuerdo con las indicaciones del imperialismo”. Sin pelos en la lengua, Ernesto “Che” Guevara, en representación de la Cuba revolucionaria, se dirigió a los representantes de los Estados americanos en la reunión del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) de la Organización de los Estados Americanos (OEA), realizada en Punta del Este, Uruguay, en agosto de 1961.

Hacía poco más de un año y medio atrás, la Revolución Cubana había destruido el ejército de la dictadura pro-yanqui de Batista e iniciado una transformación estructural de la pequeña isla caribeña. El pueblo cubano realizó una profunda reforma agraria, nacionalizó los recursos estratégicos en manos extranjeras, destruyó el viejo aparato estatal y avanzó rápidamente en su radicalización política, transformándose en la primera experiencia del “socialismo hablado en castellano”.

Rápidamente, el imperialismo yanqui se lanzó a intentar aplastar la revolución triunfante. Dio refugio a los emigrados contrarrevolucionarios, impulsó sabotajes y atentados, y presionó al resto de los países latinoamericanos para que condenaran a Cuba. Las compañías norteamericanas se negaron a procesar el petróleo importado desde la URSS, al tiempo que EEUU iniciaba un bloqueo para impedir la entrada de alimentos y medicinas, y suspendía las compras de azúcar. Finalmente, en abril de 1961 el gobierno norteamericano impulsó el fiasco de la invasión de “Bahía de Cochinos”, una expedición militar rápidamente aplastada por las fuerzas revolucionarias. Todas las maniobras imperialistas chocaron contra la voluntad del pueblo cubano, que respondió radicalizando la revolución cada vez más.

Ante los sucesivos fracasos y el temor a la expansión del ejemplo de Cuba, el presidente norteamericano John F. Kennedy optó por una nueva estrategia: la Alianza para el Progreso (APP). Lanzada en marzo de 1961, esta se proponía como un plan de ayuda económica de EEUU para los países latinoamericanos, a los que se les exigía una serie de reformas económicas y sociales que paliaran un poco la dura condición de sus pueblos para evitar nuevos estallidos revolucionarios y que dejaran aislada a Cuba en el escenario continental. La Conferencia de Punta del Este tenía el objetivo de promocionar y avanzar en la implementación de la APP. Pero Cuba se decidió a dar batalla también en ese terreno.

El Che, en su calidad de ministro de Industria y presidente del Banco Central de Cuba, fue enviado por Fidel Castro como cabeza de la delegación cubana. Llegó a Uruguay vistiendo su uniforme de guerrillero, con una pistola en el cinturón y su característica boina negra, donde recibió ya desde el aeropuerto un masivo y caluroso recibimiento popular.

En sus intervenciones en la Conferencia, Guevara hizo una encendida defensa de la revolución y el socialismo: “Es necesario explicar qué es la Revolución Cubana, qué es ese hecho especial que ha hecho hervir la sangre de los imperios del mundo y, también, hervir la sangre, pero de esperanza, de los desposeídos del mundo”. Denunció las agresiones norteamericanas a Cuba y las verdaderas intenciones de la APP. Y, frente a esta, postuló que para lograr un verdadero progreso los países latinoamericanos no tenían otro camino que realizar transformaciones estructurales de tipo revolucionario: una profunda reforma agraria, la expropiación a los monopolios imperialistas, la industrialización, la planificación y la diversificación de sus economías y relaciones comerciales.

Finalmente, vaticinó: “Esta Alianza para el Progreso es un intento de buscar solución dentro de los marcos del imperialismo económico. Nosotros consideramos que, en estas condiciones, será un fracaso”. Y pronosticó que traería déficit en las balanzas de pagos, desempleo, inflación y, al fin y al cabo, “entrará en casi todos los países de América Latina a jugar un papel preponderante el Fondo Monetario Internacional”. La historia mostró la certeza del diagnóstico.

En su intervención en Punta del Este, el Che mostró al mundo su firmeza y coherencia revolucionarias. Hoy, frente a los nuevos cantos de sirena del desarrollo atado a los dictados del FMI, sus palabras mantienen completa vigencia.