La CGT y varios sindicatos de trabajadores estatales franceses convocaron la gran jornada de huelga y movilización del jueves 22 de marzo contra la “reforma laboral” antiobrera del presidente Emmanuel Macron para “disminuir el gasto público” en 4.500 millones de euros.
La reforma prevé el despido de 120.000 trabajadores y recortar 60 mil millones de euros del presupuesto en el sector ferroviario. Por eso la huelga paralizó principalmente el transporte aéreo y ferroviario, las escuelas y colegios, los hospitales y las oficinas de gobierno.
Una semana antes, miles de jubilados y pensionados franceses salieron a las calles de todo el país a protestar por el aumento del 25% de los impuestos, que golpea a unos 16 millones de pensionados. Igual que el macrismo, el gobierno francés plantea que los pensionados pueden prescindir de algunos medicamentos, alimentos y calefacción. Lo que no dice es que el saqueo a los pensionistas tiene como contracara la reducción de impuestos por el mismo monto a las empresas.
Los sindicatos estimaron en 500.000 las personas que participaron en las marchas en toda Francia. Fue la segunda gran ola de manifestaciones contra la reforma laboral, después de la de setiembre de 2017, pocos meses después de la asunción presidencial. Ahora en abril los ferroviarios comenzarán un plan de paros intermitentes durante tres meses en contra de la “reforma” de la SNCF, la empresa estatal de ferrocarriles, que se propone excluir a los nuevos contratados de los beneficios laborales de que gozan los actuales trabajadores ferroviarios.