Las potencias europeas se acercan a China

El ministro de Finanzas alemán, Peter Altmaier, propuso que la Unión Europea firme un memorándum de entendimiento con Pekín para la llamada “Ruta de la Seda”.

Al grito de “Estados Unidos primero!”, el presidente yanqui Donald Trump presiona a Europa con aranceles, amenaza con trabar el ingreso de automóviles alemanes porque son “un peligro para la seguridad nacional norteamericana” (es decir para sus industrias automotrices y autopartistas), y amenaza con demandar a las corporaciones europeas que siguen invirtiendo en Cuba (lo hacen desde hace cincuenta años).

Mientras tanto, el gobierno chino trabaja para asociar o subordinar a las burguesías europeas con su proyecto de “Nueva Ruta de la Seda” (o “la Franja y la Ruta”, FyR), y ya logró el ingreso de Italia, Grecia, Portugal, Polonia, Hungría y Bulgaria. Es decir, seis miembros de los 28 de la Unión Europea (UE) ya firmaron memorándums de entendimiento con China, desmarcándose de “los gordos” de la UE.

La última cumbre Europa-China el 9 de abril en Bruselas, subrayó sus reticencias a que Europa participe en el faraónico proyecto chino. Es más: en marzo la Comisión Europea había calificado a China de “rival sistémico” y “competidor estratégico”. Pero apenas semanas después uno de los “pesos pesados” de la UE, Alemania, dejó a un lado sus reservas: por boca de su ministro de Finanzas Peter Altmaier, el gobierno alemán dijo que “los principales países” de la UE quieren firmar un memorándum de entendimiento con Pekín para participar en la iniciativa china. Y que les conviene hacerlo en forma colectiva. Eso sí, a cambio le exigirían a China que abra más sus mercados a las empresas europeas (resentidas por el proteccionismo de EEUU desde la llegada de Trump) y los deje participar en el proyecto FyR en igualdad de condiciones con sus competidoras chinas.
Sucede que China también es para Europa un socio clave, por su potencia inversora y financiera y como mercado por el creciente consumo de su “clase media”. Y para los monopolios europeos es difícil de resistir el ofrecimiento de sacar tajada de la nueva “globalización” con sello chino, es decir de los inmensos negocios de la nueva red comercial entre Asia, África y Europa que incluye la construcción y ampliación de puertos, ferrocarriles, carreteras y parques industriales.

Hasta ahora Alemania, Francia y Gran Bretaña no firmaron ningún documento sobre la “Nueva Ruta de la Seda”: temerosos de ir a pérdida en la competencia con China y por la creciente penetración y asociación de corporaciones y bancos chinos en empresas estratégicas europeas, le reclaman a Pekín “transparencia” y cumplimiento de las normas comerciales. Apuntando a China, la Unión Europea (UE) acaba de inaugurar un mecanismo para revisar las “inversiones extranjeras” e interferir cuando una inversión externa “amenace la seguridad o el orden público”

Pero la declaración de Altmaier revela el otro lado de la moneda. Una gran parte de la inversión directa china, tanto estatal como privada, se concentra en las economías más grandes de la UE: en Francia y en Italia ronda los 15.000 millones de dólares; en Alemania 25.000, y en el Reino Unido casi 50.000 millones. Según Bloomberg, China es dueña o tiene acciones en cuatro aeropuertos, seis puertos y 13 equipos profesionales del fútbol europeos. En buena medida esos capitales ya son parte, o directamente dueños, de algunas empresas de tecnología de punta inglesas, alemanas y francesas.