La URSS y la dictadura argentina de 1976

Roberto Viola recibe a una delegación militar rusa.

“Lo que sucedió en la Argentina de los años 70 es un ejemplo de la guerra fría. Los EEUU apoyaban algunos regímenes dictatoriales y esto era suficiente para que la Unión Soviética apoyara otros” (Clarín, 6-12-1992). Con estas contundentes palabras, el propio primer mandatario de la URSS Mijail Gorvachov sintetizaba en 1992 la política de aquel socialimperialismo hacia la dictadura instaurada en nuestro país el 24 de marzo de 1976. Es que, efectivamente, la potencia imperialista rusa fue parte fundamental y hasta hegemónica de las fuerzas imperialistas que promovieron, negociaron y defendieron a la dictadura.

Auge y disputa

Los años 60’s y 70’s en América Latina y en el mundo estuvieron marcados por dos elementos centrales: el auge revolucionario y antiimperialista de la clase obrera y los pueblos, y la disputa interimperialista, que en ese momento tenía como sus principales actores a los EEUU y a la Unión Soviética. EEUU seguía siendo la principal potencia, aunque debilitada por la crisis económica, la derrota en Vietnam y otros hechos, mientras que en la URSS desde mediados de los 50’s se había consolidado, como denunció Mao Tsetung, un proceso de restauración capitalista que la transformó en una potencia socialimperialista: socialista de palabra e imperialista de hecho. Sobre esta base, la Unión Soviética se lanzó a expandir y defender sus intereses en todo el mundo, disputando palmo a palmo con los EEUU.

En nuestro país, el relativo debilitamiento mundial del imperialismo yanqui facilitó que en los 70’s cobraran fuerza sectores económicos y políticos que impulsaban la llamada “apertura hacia el Este”: la profundización de los vínculos con la URSS y sus satélites. Desde el turno dictatorial de Lanusse, los negocios con el socialimperialismo ruso se acrecentaron. En mayo de 1974, durante el tercer gobierno peronista, el entonces ministro de Economía José Ber Gelbard encabezó una delegación económica a Moscú que firmó los tratados más importantes en la historia de las relaciones internacionales entre ambos países. Pero no fueron ratificados por Juan Domingo Perón y luego Gelbard renunció.
Fue la continuidad del auge de luchas obreras y populares, y la presencia de un gobierno peronista con un proyecto nacionalista burgués que no les respondía, lo que llevó a las clases dominantes de nuestro país y a las potencias imperialistas a impulsar el golpe militar del ’76. En este golpe acordaron EEUU y la URSS.

La dictadura y el socialimperialismo

La URSS mantuvo una fluida relación con la dictadura de Jorge Rafael Videla: económica, política y hasta militar. Esto explica, por ejemplo, la posición del Partido Comunista, pro-ruso, que apoyó explícitamente el golpe y planteó la defensa del ala de Videla y Viola frente a “los pinochetistas”, y que no fue proscripto como el resto de las fuerzas de izquierda.

La dictadura transformó al bloque soviético en el principal socio comercial de nuestro país, y ratificó los convenios firmados por la delegación de Gelbard en Moscú. En 1980, Argentina se negó a sumarse al boicot cerealero contra la URSS que promovía EEUU frente a la invasión soviética a Afganistán, y en julio firmó un convenio por el que se le garantizaban 4,5 millones de toneladas de granos y medio millón de soja por cuatro años. Además, la dictadura encargó a una consultora estatal soviética la elaboración del proyecto para la construcción de la monumental represa del Paraná Medio.

En lo que hace a la política internacional, la Unión Soviética y la dictadura argentina mantuvieron una gran sintonía. En sucesivas ocasiones, la URSS vetó en los foros internacionales toda condena a los crímenes de la dictadura argentina, incluso su incorporación como país a ser investigado por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. En 1979 nuestro país y la URSS realizaron un intercambio de delegaciones militares, con condecoraciones respectivas de generales soviéticos y argentinos.

Un apoyo ocultado

El apoyo y la relación de la URSS con la más sangrienta dictadura vivida por nuestro país ha sido objeto de un gran ocultamiento, por derecha y por izquierda. En ese sentido, es un hecho llamativo la reciente nota publicada en Clarín en la que se admite que “la relación de la dictadura con la ex URSS fue intensa” (Clarín, 21/2/2016); pero lo ven como una “paradoja” de la historia porque siguen negando el carácter imperialista de la URSS ya en ese momento.

Hoy, a 40 años del golpe, frente a la visita de Obama y frente a quienes han promovido la “alianza estratégica” con Rusia negando su carácter imperialista, remarcamos la necesidad y la vigencia de una política consecuentemente antiimperialista para avanzar en un camino liberador y construir una nueva sociedad.