Los aranceles de Trump terminaron por exponer abiertamente la disputa global entre EEUU y China

Al borde de precipitar una crisis económica mundial, las medidas del presidente estadounidense grafican el fin de la “Globalización”. La guerra comercial, financiera y económica ya es parte de disputa por la hegemonía global del sistema capitalista-imperialista que libran ambas superpotencias.

El presidente estadounidense Donald Trump lanzó primero una imposición generalizada de aranceles; luego los puso en suspenso, aunque exceptuó a China y se los aumentó al 145%; tras todo eso terminó excluyendo de los gravámenes a los productos tecnológicos, que se producen masivamente en China. Un resultado de estas medidas fue el derrumbe general de las principales bolsas de comercio en todo el mundo y de las acciones corporativas, incluyendo de los monopolios estadounidenses. Y, al revés de lo ocurrido en otras crisis bursátiles, se acentuó la venta de bonos del Tesoro de Estados Unidos. Esto terminó por exponer sus problemas financieros, que incluyen vencimientos por 9 billones de dólares para este año.

La situación internacional muestra el fin de la mal llamada “Globalización” y se presenta una disputa explícita entre Estados Unidos y China, que desafía su incontestada hegemonía mundial desde la caída del Muro de Berlín en 1989. Ahora las medidas comerciales de Trump son, ante todo, parte de un plan geopolítico para sostener su predominio actual.

Como parte de este plan “continentalista”, Trump ha replegado a Estados Unidos de Ucrania y la OTAN en Europa, para pasar a concentrarse con el AUKUS –integrado por Australia, Rino Unido y EEUU– en el Pacífico y el sudeste asiático. En nuestro continente, implica una vuelta a la Doctrina Monroe que considera al resto de América como su patio trasero.

Trump trastabilló con los aranceles. Pero nadie puede anticipar el resultado final, ni la forma que tomará la lucha por la hegemonía global –que por ahora es comercial, financiera y económica–. Nada bueno traerá en sí misma para los pueblos del mundo esta agudización de la lucha interimperialista. Lo que se impone para los pueblos en la lucha por su liberación es el aprovechamiento de estas contradicciones bajo la forma concreta que adopte en cada proceso nacional.

Trump no pudo mantener sus aranceles

Inicialmente, el 2 de abril Trump decretó un arancel mínimo del 10% a todos los países. El mayor arancel se lo dedicó a China con un 54% inicial. Canadá y México seguirían sujetos a los tributos del 25% a autopartes aunque exceptúa los bienes del Tratado de Libre Comercio. Para la Argentina y Latinoamérica el arancel será del 10% para todo tipo de mercancías y del 25% al acero y aluminio. Rusia está exceptuada.

Tras los anuncios, se derrumbaron las bolsas de comercio. El ex secretario del Tesoro, Larry Summers, y Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, diagnosticaron fuerte caída en el comercio global, colapso de cadenas de suministro en sectores clave y recesión mundial en un plazo de 12 a 18 meses. El inicio de la guerra comercial empezó a agrietar apoyos de Trump en Wall Street y de hasta de Elon Musk, que vio derretirse sus acciones. Entonces, el 10 de abril Trump anunció una pausa de 90 días en todos los aranceles recíprocos a todos los países, excepto China. Eso trajo cierta calma en las bolsas de valores, aunque el precio del petróleo siguió cayendo.

Muchos países aceptaron negociar. La Unión Europea negociará rubros con reducción y otros con elevación de aranceles. China respondió en espejo con más aranceles y Trump terminó subiéndole el arancel al 145%. China volvió a responder, imponiendo aranceles del 125% a productos norteamericanos, y la prohibición de operación de un grupo de empresas yanquis en China y de exportación de tierras raras a EEUU, de las cuales China es el principal productor mundial. Luego anunció que no comprará más aviones Boeing.

Entonces, el 12 de abril Trump terminó reculando con China, eximiendo del arancel a los productos tecnológicos. En parte se explica porque los monopolios tecnológicos yanquis vieron el abismo con los aranceles. En el caso de los iPhones de Apple, el 80% destinados a la venta en EEUU se fabrican en China. Este recule es expresión de los problemas económicos que viene teniendo Estados Unidos y que ahora son inocultables.

Los problemas de la economía norteamericana

Estados Unidos tuvo en 2024 un déficit fiscal de 1,8 billones de dólares, equivalentes a un 6,4% de su PBI; y un déficit comercial de bienes y servicios de 920 mil millones de dólares, equivalentes a un 3,9% de su PBI. Semejante desequilibrio colosal se ve atenuado por la ganancia de los monopolios estadounidenses que tienen sus fábricas en otros países y por los intereses de préstamos internacionales que pagan países como el nuestro. Pero como aun así no es suficiente, el Estado yanqui contrarresta el déficit con el endeudamiento del Tesoro, haciendo uso de su hegemonía financiera que tiene al dólar como principal moneda internacional de cambio y de reserva de valor. Y haciendo uso de su poderío militar, que en última instancia es el respaldo político del valor de esos dólares.

Todas estas artimañas sostienen el autodenominado “modo de vida americano” con un nivel de consumo que absorbe el 25% de la producción mundial. También con salarios más altos y a la vez un nivel elevadísimo de endeudamiento familiar.

Especialmente desde la llamaba “Globalización”, Estados Unidos ha tenido la política de relocalizar sus fábricas en otros países con bajos salarios como China, Taiwán, el sudeste asiático en general, México o alguna nación con amplia disponibilidad de clase obrera barata. El inicio de los acuerdos con China para relocalizar las industrias yanquis para aprovechar el costo bajísimo de la mano de obra viene desde el ‘79, instalándose en zonas económicas especiales en ciudades costeras chinas. El proceso se aceleró desde los años ‘90. Se calcula que unas 90 mil industrias salieron de EEUU. Es por este proceso que EEUU pasó de un déficit comercial de apenas 2000 millones de dólares en 1992 a casi 1 billón en 2024. Su déficit comercial con China es un tercio del total. La deuda del Tesoro pasó del 63% del PBI en el año 1992 al 120% en el 2024.

Trump ganó ampliamente la presidencia prometiendo reindustrialización, mejoras económicas y laborales. Pero ahora sus medidas tienen impacto negativo inmediato en los bolsillos. Por eso pide “tiempo”. Junto con los aranceles, que implican un aumento de los precios de los productos importados, Trump propone una reducción masiva de los impuestos a empresas y las presiona para que dejen de producir en Asia. Puso a Elon Musk a reducir el gasto mediante el recorte masivo de programas sociales y de la planta federal de trabajadores. Pero llevar sus fábricas de vuelta a EEUU es mucho más complejo que poner aranceles y quitar impuestos. China hoy tiene no sólo salarios más bajos, sino una alta disponibilidad de mano de obra calificada.

Mientras tanto, gran parte del pueblo estadounidense no le dio “tiempo” a Trump sino que ha pasado a actuar en las calles. El sábado 5 de abril hubo manifestaciones en 1200 localidades en todo el país, congregando a más de 4 millones de personas bajo la consigna “Hands off!” (Fuera las manos). El sábado 19 volvieron a repetirse. El movimiento vino antecedido por una ola de escraches a concesionarias y quema de coches Tesla de Elon Musk. Y por una gira con actos multitudinarios encabezados por Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez –el ala izquierda del Partido Demócrata– bajo la consigna “Fight oligarchy” (enfrenta a la oligarquía).

El sábado 19 se volvieron a llenar las calles de las ciudades de EEUU en protesta contra el gobierno.

El fin de la “Globalización” y el desafío chino

En nuestro Congreso (junio de 2023) afirmamos que “ha finalizado el periodo internacional que se abrió en los ‘90 tras la desintegración de la URSS, mal llamado de “globalización”, que se caracterizó por la alianza de EEUU (única superpotencia entonces) con la China del camino capitalista de Deng Xiaoping de los ‘80. Esta asociación se constituyó en motor económico del capitalismo imperialista mundial durante los ‘90. (…) Así a lo largo de 30 años se ha convertido en una superpotencia en condiciones de disputar la hegemonía mundial. La crisis económica mundial de 2008 fue el punto de inflexión en su relación con EEUU.”

Ahora China imperialista no sólo va superando económicamente a EEUU, sino que ha empezado a desafiarlo en el plano tecnológico e inclusive en el financiero. En 2015 China lanzó el sistema multimoneda CIPS (Sistema de pago interbancario transfronterizo), en paralelo al sistema SWIFT de EEUU. En 2023, el CIPS ya contaba con más de 1.400 instituciones financieras conectadas en más de 110 países y regiones. El Banco Popular de China aseguró haber firmado acuerdos bilaterales de swap de divisas con más de 40 bancos centrales extranjeros. A la vez, China desde hace varios años se va desprendiendo de bonos del Tesoro yanqui y pasando reservas a oro. En tres años el valor del oro aumentó un 50% por las compras de Rusia y China. De este modo, si bien el peso financiero de EEUU es aún predominante a escala global, empieza a verse cuestionado y se va relativizando el peso del dólar como moneda de reserva e intercambio mundial.

El gobierno chino sabe que la guerra económica puede también pasar a otro plano. Si bien China viene evitando la confrontación militar, le ha dejado en claro a EEUU que no cederá a Taiwán como parte integral de China y viene preparando fuertemente a sus fuerzas armadas. Tal es así que EEUU promueve la reinstalación de fábricas estratégicas en su territorio, como la fabricante de microchips Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) que se está instalando en Arizona.

El replanteo de alianzas internacionales

Los demócratas “globalistas” habían promovido la guerra en Ucrania y lograron unificar a la Unión Europea y la OTAN contra Rusia, aliada estratégica de China. Trump asumió, despreció a la OTAN y anunció el fin del conflicto, reconociendo a Rusia como ganadora.

Pero no logró imponer su acuerdo, la guerra sigue y Rusia avanza. Y en estos días el Jefe del Estado Mayor de la Defensa del Reino Unido, Tony Radakin, visitó China para presentar la guerra en Ucrania como focalizado sólo con Rusia. También en esto trastabilló Trump.

Por otra parte, los aranceles anunciados por EEUU terminaron por reunir a los ministros de Economía de China y dos históricos aliados de EEUU: Japón y Corea del Sur. Algunos países en grave crisis como Alemania han pasado a buscar acuerdos en la industria automovilística con China, como en el caso de Volkswagen. En junio habrá en China una cumbre con toda la Unión Europea.

El secretario del Tesoro de EEUU visitó la Argentina como parte del retorno a la Doctrina Monroe.

Más agresividad sobre los paises de America

En nuestro continente, la vuelta a la Doctrina Monroe incluye la política agresiva de Trump para recuperar el pleno control del Canal de Panamá, incluyendo la posibilidad de utilizar sus fuerzas armadas. Para EEUU, esta Doctrina implica garantizarse el dominio político y militar de América (desde Tierra del Fuego hasta Alaska) como posición de fuerza para la disputa mundial. Por esto han actuado de forma tan decidida en el nuevo préstamo de 20 mil millones de dólares del FMI a la Argentina, con la presencia del mismísimo secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, en nuestro país. Bancan a un presidente desvergonzadamente obsecuente como Milei, a la vez que se garantizan el acceso a las tierras raras que China prohibió exportar a EEUU. El levantamiento del cepo, que impuso el FMI, garantiza este saqueo de recursos naturales que incluye materias primas de importancia estratégica militar.

La lucha popular en la Argentina enfrenta al gobierno cipayo de Milei, respaldado obscenamente por Trump y Estados Unidos. El golpe principal de esta lucha es contra el imperialismo yanqui, a la vez que aprovechamos la disputa interimperialista y enfrentamos toda profundización de la dependencia. “No trabajamos para un cambio de amo. (…) Siendo históricamente la Argentina un país en disputa, nuestra línea es la de aprovechar la disputa interimperialista en favor del pueblo y la revolución de liberación nacional y social. Este aprovechamiento se condensa concretamente al asumir como motor principal de la acumulación de fuerzas revolucionarias, a la lucha popular contra la reacción en cada momento. Es así que en definitiva como la lucha popular en cada período y momento corporiza un golpe principal que aprovecha la lucha interimperialista y dentro del conjunto de las clases dominantes” (Congreso CR, junio 2023).