El dólar blue llegó a su precio más alto en lo que va del año mientras continuó la paulatina devaluación del dólar oficial. El precio del dólar se instaló como tema de debate en los medios en los últimos días de la campaña antes de las Paso presidenciales.
Desde el gobierno, por un lado el ministro de Economía Axel Kicillof se defiende afirmando que “el dólar ilegal mueve menos que la quiniela” y argumenta que se trata todo de una “campaña política para generar inestabilidad”. Sin embargo, el mismísimo jefe de Gabinete Aníbal Fernández admitió que “tenemos una moneda fuerte, ahora, si cualquiera fuera a cualquier lugar y va y compra dólares, perdemos las reservas en tres días” (La Nación, 1/8). Por otro lado, el presidente de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, instigó a una liberación del mercado cambiario y devaluación del dólar oficial (Clarín, 31/7). Los candidatos Scioli, Macri y Massa prefieren no dar a conocer sus planes antes de las elecciones; pero es de esperar que vendrán con más ajuste y devaluación.
¿Este debate es tan solo un tema agitado por la disputa electoral? ¿A qué se debe en definitiva la falta de dólares en la economía argentina?
Una primera respuesta puede encontrarse en la caída del superávit comercial (diferencia entre la exportaciones y las importaciones), que según el INDEC en el primer semestre de 2015 alcanzó apenas US$ 1.231 millones (el valor más bajo desde 2001). A esto debe agregarse (o restarse) los millones de dólares que siguen saliendo del país en pago de deuda externa: US$ 15.000 millones hay que pagar durante 2015 y llevan destinado 190.000 millones de dólares en los últimos 10 años (según CFK) al pago de una deuda externa ilegitima y fraudulenta. Pero además continúa la fuga de capitales y remesas de las ganancias de monopolios imperialistas: alrededor de US$ 55.000 millones entre 2003 y 2012 (ver Vamos! Nº32).
Sin embargo, el problema de la enorme fuga de divisas al exterior producto del pago de deuda externa y la remisión de ganancias de los monopolios imperialistas es poco analizado desde el Gobierno y los medios hegemónicos, porque no lo cuestionan. Lo que está detrás de de la agitación con el dólar y de las perspectivas de devaluación y ajuste es la estructura dependiente de la economía argentina que se mantiene, aunque cambie la hegemonía.
Platos rotos de la nueva dependencia
Para el esquema dependiente de la Argentina, desde China y Brasil llegan malas noticias. En China se prevé una desaceleración del crecimiento económico, cayó abruptamente la Bolsa de Shangai en los últimos días y un enfriamiento de su economía produciría menos demanda de soja y una baja de su precio. En Brasil estiman que bajará 1,5% el PBI 2015, avanzan con políticas de ajuste, aumentan las tasas de interés y ejecutan una devaluación de sus moneda (el Real).
La caída de la demanda de sus economías y la baja del precio de la soja (que cotizaba en la bolsa de Chicago a US$561 por tonelada en 2012 y cotiza a US$386 en 2015), reducirá aun más el ingreso de dólares por exportaciones. China y Brasil son compradores del 30% de las exportaciones argentinas, una de las formas en que ingresan dólares a la economía local (datos INDEC, 1º semestre 2015). De los US$2.800 millones exportados a China, US$2.000 millones son porotos de soja. De los US$5.300 millones exportados a Brasil US$ 2.000 millones son automóviles (el 70% del total de autos exportados y 50% de todas las exportaciones industriales).
En definitiva, la crisis económica brasilera, la desaceleración del crecimiento chino, la baja del precio de los commodities, la posibilidad de que EEUU suba las tasas de interés, son todos factores que agravan la perspectiva para la economía dependiente argentina: pérdida del superávit de la balanza comercial y mayor presión para una devaluación.
Una mayor devaluación del peso impactaría en mayor inflación y devaluación de los salarios: que sigan pagando los trabajadores y el pueblo. En una economía dependiente, el aumento del dólar repercute en un aumento de precios en el mercado interno, tanto para los productos ligados a la exportación como en los importados o en los que contienen insumos importados. Y los grupos exportadores logran “mejorar su competitividad” sobre la base de reducir sus costos de producción bajando los salarios en dólares de los trabajadores.
Desde sus editoriales, Clarín lo vería con buenos ojos, ya que considera que la presión sobre el dólar se debe a “reservas exiguas, atraso cambiario, caída de exportaciones, déficit record y emisión explosiva” (17/7). Y desde el gobierno plantean que no se proponen resolver la falta de dólares con recetas neoliberales volviendo a los “mercados financieros” ni consiguiendo préstamos sobre la base de acordar con los fondos buitres. Pero lo que vienen haciendo, en definitiva, es acordar on el Club de París, con el CIADI y con Repsol, y volver a tomar deuda externa: ya sea con bonos en dólares (incluso en muchos casos manteniendo la jurisdicción de Nueva York, como los emitidos por Daniel Scioli en la Provincia de Buenos Aires) o mediante los acuerdos estratégicos con China: préstamos a través del convenio swap entre bancos centrales (fondos para compensar la caída de reservas del BCRA) y financiamiento para proyectos con condiciones que en lugar de impulsar un desarrollo de la industria y la tecnología nacional refuerzan la dependencia con China.
Para evitar que la crisis económica no la sigan pagando los trabajadores y el pueblo, no hay otro camino que romper la dependencia, avanzando en la liberación nacional y social, y en un desarrollo industrial verdaderamente autónomo, integral e independiente.