Sobre los programas general y concreto

Reproducimos extractos del informe político de Mao Tse-tung ante el VII Congreso Nacional del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945. Transcurría el final de la Segunda Guerra Mundial. En Alemania, ya había comenzado la batalla de Berlín que derivaría pocos días después en la rendición alemana ante Ejército Soviético. En China, los japoneses seguían ocupando parte del territorio. Uno de los aspectos señalados por Mao en este informe fue justamente sobre los programas en ese período y en esa etapa. Extraído del 3º Tomo de Mao Tse-tung, Obras Escogidas, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1972, página 233. (Disponible en http://www.marx2mao.com/M2M(SP)/Mao(SP)/OCG45s.html)

Nuestro programa general

A fin de movilizar y unificar a todas las fuerzas antijaponesas del pueblo chino para aplastar definitivamente a los agresores japoneses y construir una nueva China, independiente, libre, democrática, unificada, próspera y poderosa, nuestro pueblo, el Partido Comunista y todos los partidos y grupos democráticos antijaponeses necesitan perentoriamente un programa común, acordado por todos.

Tal programa puede ser dividido en dos partes: un programa general y otro concreto. Comencemos por el programa general, para pasar después al concreto.
Sentada la exigencia general de aplastar definitivamente a los agresores japoneses y construir una nueva China, los comunistas nos identificamos, en la actual etapa de desarrollo de China, con la abrumadora mayoría de la población en los siguientes puntos esenciales: Primero, el régimen estatal de China no debe ser un régimen feudal, fascista y antipopular, de dictadura de los grandes terratenientes y la gran burguesía, ya que los dieciocho años de dominación de la principal camarilla gobernante del Kuomintang han demostrado la total bancarrota de semejante régimen antipopular. Segundo, no se puede, y por consiguiente no se debe intentar, establecer en nuestro país un Estado de dictadura democrática de viejo tipo, ejercida exclusivamente por la burguesía nacional, ya que, en China, por una parte, esta clase se ha mostrado muy débil tanto económica como políticamente, y, por la otra, ha surgido hace mucho un nuevo factor: el proletariado consciente, que, con el Partido Comunista como jefe, ha demostrado su gran capacidad en el escenario político chino y asumido la dirección de las amplias masas del campesinado, la pequeña burguesía urbana, la intelectualidad y otros elementos democráticos. Tercero, es igualmente imposible para el pueblo chino implantar un régimen estatal socialista en la presente etapa de desarrollo del país, cuando su misión sigue siendo combatir la opresión extranjera y la feudal y todavía no se presentan las condiciones socio-económicas que requiere tal régimen.

¿Qué es entonces lo que preconizamos? El establecimiento, tras la completa derrota de los agresores japoneses, de un régimen estatal de frente único, de alianza democrática, basado en la abrumadora mayoría de la población y dirigido por la clase obrera, un régimen que llamamos de nueva democracia.

Este es un régimen estatal que se ajusta realmente a las demandas de la mayoría aplastante de la población china, ya que se ha ganado o puede ganarse la aprobación, primero, de los millones de obreros industriales y de las decenas de millones de obreros artesanos y asalariados agrícolas; segundo, del campesinado, que constituye el 80 por ciento de la población china, o sea, 360 millones sobre un total de 450 millones de habitantes, y, tercero, de la pequeña burguesía urbana, la burguesía nacional, los shenshi sensatos y otros patriotas.

Naturalmente, entre estas clases no dejarán de existir contradicciones, siendo una de las más evidentes la contradicción entre el trabajo y el capital. Por lo tanto, cada una de estas clases tendrá demandas propias. Sería una hipocresía y un error negar la existencia de esas contradicciones y demandas. Pero, a lo largo de toda la etapa de nueva democracia, esas contradicciones y demandas no pueden ni deben prevalecer sobre las demandas comunes. Podrán ser reajustadas, lo que permitirá a esas clases realizar conjuntamente la construcción política, económica y cultural del Estado de nueva democracia.

La política de nueva democracia, que preconizamos, consiste en derrocar la opresión extranjera y liquidar la opresión interior feudal y fascista, para luego establecer un régimen político de frente único de todas las clases democráticas, y no uno de vieja democracia. Lo que preconizamos coincide plenamente con las tesis revolucionarias del Dr. Sun Yat-sen (…).

Hay quienes se preguntan si los comunistas chinos, una vez en el Poder, no implantarán una dictadura del proletariado y un gobierno unipartidista, siguiendo el ejemplo de Rusia. Nuestra respuesta es que un Estado de nueva democracia, basado en la alianza de las diversas clases democráticas, es por principio distinto de un Estado socialista de dictadura del proletariado. Está fuera de duda que el régimen de nueva democracia, que preconizamos, se erigirá bajo la dirección del proletariado, bajo la dirección del Partido Comunista; no obstante, a lo largo de la etapa de la nueva democracia, no puede y, por lo tanto, no debe haber en China una dictadura de una sola clase ni un gobierno de un solo partido. No tenemos motivo para negarnos a cooperar con cualquier partido político, grupo social o individuo que adopte hacia el Partido Comunista una actitud de cooperación y no de hostilidad. Fue la historia de Rusia la que dio forma al sistema ruso. Allí ha sido abolido el sistema social de explotación del hombre por el hombre y puesto en práctica un sistema político, económico y cultural del tipo más moderno de democracia: el socialista; el pueblo ha repudiado a todos los partidos políticos antisocialistas y apoya solamente al Partido bolchevique. Esto ha dado forma a la situación existente en Rusia, lo que para el pueblo ruso es del todo necesario y justificado. Pero hasta en ese país, donde no hay otro partido político que el Partido bolchevique, el sistema adoptado en los órganos del Poder también es el de la alianza de los obreros, campesinos e intelectuales, o sea, el del bloque de los comunistas y los sin partido, y no un sistema que sólo admita en los órganos del Poder a los miembros de la clase obrera o del Partido bolchevique. En cuanto a China, es la actual etapa de su historia la que está dando forma al sistema chino para esta etapa. Por un largo período existirá en China una forma particular de Estado y de Poder, distinta del sistema ruso pero perfectamente necesaria y justificada para nosotros, esto es, la forma de Estado y de Poder de nueva democracia, basada en la alianza de las diversas clases democráticas.

Nuestro programa concreto

Sobre la base del programa general arriba delineado, nuestro Partido debe tener asimismo un programa concreto para cada período. Nuestro programa general de nueva democracia ha permanecido y permanecerá inalterado a lo largo de toda la etapa de la revolución democrático-burguesa, es decir, durante varias décadas. Pero dado que la situación cambia en las diversas fases de esta etapa, no podemos dejar de introducir, como es natural, los cambios correspondientes en nuestro programa concreto. Por ejemplo, durante la Expedición al Norte, la Guerra Revolucionaria Agraria y la Guerra de Resistencia contra el Japón, ha permanecido sin cambio nuestro programa general de nueva democracia, pero sí ha habido cambios en nuestro programa concreto, porque se han producido cambios en el campo de nuestros enemigos y en las filas de nuestros amigos durante esos tres períodos. (…)