1921-1978: El PCCh y la Revolución China

Mao Tse-tung.

El PCCh se fundó en 1921, cuando ya cursaba en China la revolución antifeudal y antiimperialista. Una década antes se había producido la Revolución de 1911, democrático-burguesa, que derrocó al Emperador y dio inicio a la primera República de China. El gobierno provisional de la naciente república estaba presidido por Sun Yat-Sen, quien a su vez encabezaba el Kuomintang. La pelea por la consolidación de la república confrontaba centralmente con los Caudillos de la Guerra del norte de China, versión siglo XX de los señores feudales. En ese contexto, en su 1° Congreso Nacional de 1924, el Kuomintang sintetizó sus Tres Principios del Pueblo: “el sistema democrático es un bien común de toda la gente sencilla”; estatizar las empresas monopolistas o demasiado grandes con el fin de “que el capital privado no pueda dominar la vida material del pueblo”; despertar a las masas populares y unirse en “una lucha común con las naciones del mundo que nos traten en pie de igualdad”. Estos Principios entrañaban las Tres Grandes Políticas: alianza con Rusia, alianza con el Partido Comunista, y ayuda a los campesinos y obreros. En ese periodo el Kuomintang incluso incorporó comunistas en el Comité Ejecutivo Central.

A la muerte de Sun Yat-Sen en 1925, con la guerra civil en curso, Chiang Kai-shek pasó a conducir el Kuomintang. La repercusión fue la ruptura con el PCCh, la concreción de acuerdos con Caudillos de la Guerra y los diversos imperialismos, y la matanza despiadada de comunistas, tal como recuerda hoy el PCCh reconvertido. China era un país semi-feudal y semicolonial, en la que Inglaterra, Francia, Japón y Estados Unidos tenían sus zonas de influencia e incluso tropas que las garantizaban. La revolución de liberación entró entonces en un nuevo período político, tal como describimos en nuestra edición Nº149.

La alianza del 1923-1927 había traído éxitos como en la Expedición al Norte contra los caudillos, pero también fracasos como en las insurrecciones en la ciudades costeras que controlaban distintas potencias imperialistas. Las infructuosas insurrecciones fueron orientadas por una línea que trasladaba mecánicamente el camino de la revolución Rusa a China. Mao encabezó la línea de establecerse en las zonas rurales y montañosas limítrofes entre varias provincias aprovechando la dificultad para la represión de las clases dominantes por su división. Mao, de esta forma, desplego la línea revolucionaria del campo a la ciudad incorporando de lleno al campesinado a la revolución: “que consiste en crear bases de apoyo, establecer el Poder de manera sistemática, realizar en profundidad la revolución agraria, engrosar las fuerzas armadas populares siguiendo el proceso de formar primero destacamentos cantonales de guardias rojos, luego territoriales, después distritales, posteriormente fuerzas locales del Ejército Rojo y, por último, un Ejército Rojo regular, y extender el Poder a modo de oleadas” (“Una sola chispa puede incendiar la pradera”, 5/1/1930, en Obras escogidas). El PCCh y el Ejército Rojo debieron sortear en ese periodo las incesantes campañas de cerco y aniquilamiento dirigidas por Chiang Kai-shek.

Fue en esos años que Mao Tse-tung fue elegido secretario general del PCCh en enero de 1935, durante la Larga Marcha de más de 12.500 kilómetros en 370 días iniciada tras sufrir una dura derrota en la quinta campaña de cerco y aniquilamiento de Chiang Kai-shek y el Kuomintang. La Larga Marcha fue desde las montañas Chingkang hacia la zona noreste de China, zona clave para enfrentar a los invasores japoneses que habían ocupado Machuria en septiembre de 1931. La vergonzosa conciliación de Chiang Kai-shek con la ocupación japonesa –más preocupado por exterminar comunistas– generó descontento incluso entre sus propias tropas. Presionado por las posiciones anglo-yankis contra el avance japonés, se crearon condiciones para el Frente Antijaponés. Esto fue aprovechado por el PCCh que lanzó la línea del Frente Único Nacional Antijaponés en el Comité Central de diciembre de 1935, que finalmente se conformó en 1937 después de la detención de Chiang Kai-shek por sus propios oficiales para forzarlo a la alianza contra Japón. Se abrió así un nuevo período político en China con los preparativos para la Segunda Guerra Mundial. En este nuevo periodo, el PCCh reagrupando las fuerzas del Ejército Rojo para combatir al Japón motorizó la constitución del 8º Ejército de Ruta y luego del 4º Cuerpo de Ejércitos del Frente Nacional Antijaponés.

Derrotadas las potencias del Eje en 1945, con la liberación de Berlín por parte del Ejército Rojo soviético y en China con la expulsión de los japoneses, pasa a definirse cómo será el nuevo gobierno chino. Chiang Kai-shek maniobra y en definitiva rechaza la propuesta de paz para un gobierno de coalición y en 1946 desata una nueva guerra civil con el apoyo de Estados Unidos que durará otros tres años. Chiang Kai-shek tenía inicialmente más tropas y había sido fuertemente equipado por Estados Unidos. Pero el PCCh agrupó las fuerzas populares en el Ejército Popular de Liberación, que finalmente cruzó el Río Amarillo y avanzó hacia el sur derrotando a Chiang Kai-shek en toda china continental.

El 1º de Octubre de 1949 se proclamó la República Popular China encabezada por Mao Tse-tung. Se conquistó así la plena soberanía nacional y se abrió paso al período de profundas transformaciones sociales. En todo este proceso, Mao Tse-tung tuvo el mérito de desentrañar las condiciones particulares de la revolución en China, integrando el marxismo a la realidad de un país oprimido semifeudal y semicolonial. Revolución que, estratégicamente, no era motorizada principalmente desde insurrecciones proletarias en las ciudades, sino en la lucha armada desde en campo. Esta lucha armada fue protagonizada por el Ejército Rojo, el 8º Ejército y el 4° Cuerpo de Ejército, y el Ejército Popular de Liberación, de acuerdo a cada periodo político y bajo la dirección de PCCh como partido del proletariado en China, siendo las masas campesinas la principal fuerza motriz en todo el proceso revolucionario hasta la toma del poder.

El socialismo y la Revolución Cultural

A la toma del poder en 1949 le siguió el “período de transición”, en que se terminó la reforma agraria en todo el país. Y luego dio inicio la construcción socialista, en que la línea general consistía en cumplir en lo fundamental la industrialización del país y las transformaciones socialistas de la agricultura, de la industria y comercio capitalistas. Se abrió así una incesante lucha entre el camino socialista y el camino capitalista, que se extendió por varias décadas hasta la derrota socialista y restauración capitalista en 1978, a dos años de la muerte de Mao Tse-tung y con la llegada de Teng Hsiao-ping como presidente del Comité Central de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino.

Los seguidores del camino capitalista ubicaban al desarrollo de las fuerzas productivas como eje central de la actividad del Partido. Esta línea en los hechos llevaba a secundarizar los derechos sociales y políticos de las masas populares, y a ir conformando una burocracia estatal que en definitiva pugnaría por transformarse en los nuevos capitalistas. Mao Tse-tung demostró que, aún en el socialismo, subsisten las clases, la lucha de clases y el peligro de restauración capitalista. Y que es necesario seguir llevando adelante la revolución en la superestructura social fortaleciendo la ideología proletaria, a fin de hacer concordar las ideas del pueblo con la base económica. Este es otro de los aportes maoístas al marxismo, tal como sintetizó Jorge Rocha en el homenaje a Mao realizado en 2001 (que hemos editado digitalmente). Con este enfoque se lanzó la Revolución Cultural Proletaria, que duró desde 1966 hasta 1976. Iniciativa de masas de denuncia de los seguidores del camino capitalista y que permitió continuar con la construcción socialista hasta 1978, cuando se terminó imponiendo la línea de Teng Hsiao-ping y el camino capitalista. En la próxima edición, abordaremos el PCCh, la restauración capitalista en China y su rol hasta la actualidad.