1968: Jorge Rocha y la unidad obrero-estudiantil

Al cumplirse este 2 de septiembre 9 años de la muerte de Jorge Rocha, publicamos en su homenaje este reportaje que le realizó en diciembre de 1968 el semanario de la CGT de los Argentinos, dirigido por Rodolfo Walsh.

Desde 1966 claramente –y aún antes–, la corriente estudiantil universitaria que dirigía Jorge Rocha, todavía como integrante de la FJC y responsable nacional universitario (y enfrentando crecientemente la línea oportunista de derecha del PC), en estrecha alianza con el MENAP (corriente nacional universitaria de izquierda), dirigían conjuntamente la Junta Ejecutiva de la Federación Universitaria Argentina. Elegida democráticamente en Congresos de delegados de los Centros de Estudiantes de todo el país, en estos se discutía en profundidad la línea política nacional e internacional a impulsar, y la línea específica para el movimiento estudiantil. Allí se había definido como meta la revolución de liberación nacional y social, dirigida por la clase obrera, con la cual el movimiento estudiantil debía unirse estrechamente.

En 1966, poco antes del golpe encabezado por el general Onganía, un Consejo Nacional de Centros de la FUA –presidida en 1966 y 1967 por Raúl Salvarredy, estudiante de Medicina e integrante del MENAP, y en la que Jorge Rocha era secretario de Prensa–, se reunió en Santa Fe para debatir la grave situación y resolver la posición de la FUA. Un sinnúmero de intervenciones de delegados se manifestó en contra del golpe, definido como proimperialista, promonopolista y proterrateniente. Una intervención particularmente apasionada fue la de Jorge Rocha, quien llamó, en caso de que el golpe no se pudiera impedir, a luchar activamente contra la dictadura que se impondría, pasando el movimiento estudiantil a la clandestinidad si era necesario. Esto se llevó a cabo por la brutal represión de la dictadura, la intervención de las Universidades, la penetración de las fuerzas represivas en las mismas, instalándose permanentemente en muchas de ellas, no cejando la represión al movimiento estudiantil. En el siguiente Congreso de la FUA, reunido en la clandestinidad, Jorge Rocha fue elegido como su Presidente para el período 1968 y 1969.

Poco antes, en septiembre de 1967, en plena dictadura, la inmensa mayoría de los miles de estudiantes universitarios que integraban la Juventud del PC, junto a otros integrantes de la misma, habían iniciado un proceso de ruptura contra el mismo, por su línea oportunista de derecha y gorila en el movimiento obrero y en el movimiento político en general, su posición ante el asesinato del Che Guevara, y ante la imposibilidad de debatir, amordazándose toda crítica, lo que revelaba claramente que el PC ya no era ni marxista ni leninista. En un proceso de intenso debate, lugar por lugar, la dirección del PC no pudo dar vuelta la situación y se produjo la ruptura a fines de 1967, encabezada por Jorge Rocha y otros dirigentes de la Juventud; sumándose luego a la misma miembros del PC, que quedó prácticamente sin universitarios y con una Juventud escuálida. En enero de 1968 se constituía el Partido Comunista Revolucionario, del que Jorge Rocha fue destacado fundador, pasando a tomar el cargo de Secretario de Organización luego de finalizar su mandato de dos años en la FUA a fines del ‘69. Durante 1969 se producirían gigantescas luchas obreras y estudiantiles como el Correntinazo, el Rosariazo, y en particular el Cordobazo, que cambiaron cualitativamente la situación del combate obrero y popular, multiplicándose los levantamientos masivos hasta 1972. En estos participaron activamente los miembros del PCR (que en aquel entonces era merecedor de su nombre) y que en su Congreso de 1974, incorporando el maoísmo como parte importante de la teoría revolucionaria, pasó a declararse marxista-leninista-maoísta.

En marzo de 1968, frente al sector de las cúpulas sindicales que colaboraban y negociaban con la dictadura de Onganía se había conformado la CGT de los Argentinos. Encabezada por Raimundo Ongaro y con una prédica fuertemente antidictatorial, la CGTA buscó la unidad con el movimiento estudiantil, que desde el principio se había manifestado contra la dictadura. El 14 de junio de 1968 la FUA realizó un paro estudiantil con gran repercusión nacional, y en noviembre se reunió el Consejo Nacional de Centros en Mar del Plata, en el que se planteó la consigna de lucha por “la Universidad del pueblo liberado” y se convocó al estudiantado a la unidad con el movimiento obrero y popular en la lucha frontal contra la dictadura. En ese contexto es que se publicó la entrevista que reproducimos a continuación.

Los estudiantes son una columna de la liberación (*)

Continuando la serie de entrevistas con dirigentes estudiantiles, Semanario CGT entrevistó a Jorge Rocha, de la Federación Universitaria Argentina.

CGT: ¿Cómo se puede caracterizar el actual momento universitario?

Jorge Rocha: En los momentos actuales la intervención apresura su etapa “constructiva” de la Universidad argentina; es decir, para conformar una universidad empresarial, elitista, de estructura vertical y represiva. Todo ello bajo el manto de subsidios imperialistas y con una simultánea identificación con los objetivos de las Universidades privadas y confesionales. Pero como Devoto y Onganía reconocieron en Alta Gracia, durante los dos últimos años no fueron pocos los obstáculos que tuvieron para llevar a cabo tales planes universitarios. En La Plata la reacción estudiantil fue unánime cuanto aplicaron el Estatuto; en Buenos Aires intentaron hacerlo con la reglamentación del artículo 90 y tuvieron que dar marcha atrás, aun parcialmente. A pesar del control policial de las facultades, hubo elecciones en varias de ellas.

Uno de los aspectos esenciales de la política intervencionista es lograr un estudiantado entregado, sujeto pasivo de sus planes, que desde el ingreso a la Facultad sea materia prima fácil de moldear y convertirse en un futuro tornillo del engranaje monopolista.

Los planes de este gobierno no responden a los intereses de nuestro pueblo sino a los de una ínfima minoría que lucra con el trabajo de la gran mayoría de los argentinos. A esta universidad de los monopolios y el imperialismo, oponemos la universidad del pueblo liberado, la universidad que tenga una sola meta: la de contribuir al desarrollo de una sociedad sin minorías explotadoras y sin dependencia extranjera, la universidad del pueblo liberado.

CGT: ¿Cuál es el balance de dos años de intervención?

JR: La Dictadura intervino la Universidad, institucionalizó sus pasos con la Ley Universitaria, sancionó los estatutos y en algunos casos los reglamentó totalmente; la intervención está en la ofensiva. Pero en estos dos años no pudieron liquidar la principal valla a sus planes en la Universidad y tal valla son los Centros, las Federaciones Regionales y la FUA.

Consciente de la fuerza de las organizaciones estudiantiles, el gobierno plantea la fórmula de participacionismo estudiantil: es decir, algo que parezca activo pero que sea realmente pasivo y cómplice de su política. Por el momento ha fracasado en este intento; no ha conseguido un equipo colaboracionista que juegue el papel de los Cavalli, Coria, Vandor, March, etc., en el seno de los estudiantes.

Prueba de ello son las luchas estudiantiles de 1968: la combatividad de la Facultad de Arquitectura de La Plata, la proyección masiva del paro del 14 de junio –día en que se cumplió el 50 aniversario de la Reforma Universitaria– y del paro del 28 de junio, donde el estudiantado se plegó al paro convocado por la CGT de los Argentinos.

Pero cabe consignar también que el movimiento estudiantil argentino denota también debilidades en su accionar permanente y masivo, que debe superar. Este ha sido precisamente uno de los temas debatidos en el reciente Consejo Nacional de Centros realizado en la clandestinidad.

CGT: ¿Siguen vigentes los ideales de la Reforma Universitaria?

JR: El movimiento estudiantil argentino transita en Argentina 1968 caminos que componen un nuevo contenido reformista. En junio de 1918, en el marco de un avance revolucionario mundial y de importantes luchas obreras, de la ascendente pugna de la burguesía por ganar posiciones en el panorama político, económico y social argentino, de un creciente ingreso de nuevas capas a la Universidad, estalla en Córdoba el Movimiento Reformista, contra una Universidad feudal, oligárquica y monacal.

El contenido general del movimiento reformista de 1918, que significó un hecho histórico progresivo, tenía una programática democrática, con facetas románticas o incluso utópicas. La Reforma en 1918 solamente “sintió” lo social, salvo en el caso de los precursores como Mella, Mariátegui, Ponce e Ingenieros, que ubicaron la problemática estudiantil universitaria en un marco de liberación nacional e internacional en el que la clase obrera tenía su papel decisivo.

En 1968 los estudiantes dan nuevos contenidos a sus luchas universitarias y nacionales, distintos a los de la Reforma de 1918. Integrando aquellos postulados y superándolos emergen hoy los principios de una nueva universidad, la Universidad del pueblo liberado: no se trata de negar lo progresista de 1918 pero tampoco se puede postular la vuelta de una etapa que hoy la realidad nos impone como superada. Construir una Universidad del pueblo liberado no será una tarea espontánea de las futuras generaciones, sino la lucha cotidiana en la vida universitaria y junto al pueblo. El estudiantado debe jugar un papel como una columna aliada de la clase obrera argentina, como integrante de las fuerzas populares, en el batallar político general del pueblo en una clara perspectiva antidictatorial y liberadora.

(*) Semanario CGTA, N° 34, 19 al 26 de diciembre 1968