Editorial | Dos Argentinas antagónicas

Macri recibió con honores a Obama y mostró gran entusiasmo por la visita. Pero el 24 también se expresó con contundencia la voz del pueblo.

De la entrega y el ajuste

Paradójicamente la llegada de Barack Obama a nuestro país, a 40 años del golpe fascista y en medio del acuerdo en diputados con los fondos buitres, fue oportuna para mostrar dos Argentinas antagónicas.

La Argentina del acuerdo con los fondos buitres, donde se alineó lo principal de las clases dominantes argentinas (otros esperaban un acuerdo mas “digno” como el kirchnerismo, ya que para ellos la Patria es pagar menos). Un acuerdo que endeudará al país de arranque en 15 mil millones de dólares –bonos de deuda que ya fueron emitidos por el Banco Central para pagarle a los buitres– y así poder sentarse en la mesa de negociaciones por los préstamos. En la actualidad la deuda argentina asciende a alrededor de 247 mil millones de dólares, contando con el “desendeudamiento” del kirchnerismo.

La Argentina de la alfombra roja a Obama muestra un realineamiento internacional en lo político y económico de un nuevo gobierno que parece haber dejado atrás el eje estratégico con China y Rusia, asociación que había sostenido el gobierno kirchnerista. Ahora, el macrismo da paso a uno nuevo, que tiene a EEUU y Europa como prioridad, cambiando en definitiva los estados y monopolios que tendrán mayor preferencia pero profundizando la dependencia y la disputa del país. Tal es así que ya se abrió la discusión sobre los Tratados de Libre Comercio (TLC), en particular con EEUU, y hasta la posibilidad de establecer una base militar-“científica” en nuestro país. El imperialismo chino ya la tiene.

Esa Argentina, que desprecia a su pueblo, aplica un ajuste feroz para garantizarle la tasa de ganancia a los monopolios, bancos y terratenientes con tarifazos, reducción salarial, despidos, mayor súper-explotación y endeudamiento. Esa Argentina nuevamente pretende vender espejitos de colores con “hacer los deberes” para favorecer la llegada de inversiones para que haya trabajo, luego de que despidió a más de 100 mil trabajadores.

Una Argentina que necesita de represión para hacer pasar sus políticas antipopulares, ya que donde hay acción contra el pueblo, hay reacción popular más temprano que tarde. Esto lo saben muy bien, entre otros, los traidores sindicales que pactan las suspensiones y despidos en la industria automotriz, en la construcción, comercio o el petróleo, haciendo “malabares” para que no estalle un conflicto que los “lleve puesto”. Por eso atacan a los sectores clasistas, combativos o alguna expresión de resistencia independiente. Dice el dicho: “Al río calmo se lo puede doblegar, pero cuando se pone bravo vuelve a su cauce derribando diques y contenciones.”

Pero también se teme a la memoria colectiva que aloja las amargas experiencias de las consecuencias nefastas del endeudamiento público que trajo mayor dependencia, control y rapiña imperialista endeudando generaciones.

De la dignidad, memoria y lucha

Pero está la otra Argentina: la nuestra, la del pueblo, la digna, la hermosa, la de la lucha. Esa que inundó las calles nuevamente por millones el pasado 24 de marzo a 40 años del golpe, esa que trasmite de generación en generación los genes de los 30 mil detenidos-desaparecidos en cada lucha.

Las jornadas por los 40 años fueron históricas a lo largo y ancho del país. Mostraron que hay reservas democráticas y de lucha que son antagónicas con la filosofía y el programa del gobierno de Cambiemos. Un gobierno ajustador que tiene en su gabinete y puestos ejecutivos a ceo’s de los principales monopolios internacionales, muchos de ellos cómplices de la última dictadura. Por eso las jornadas por los 40 años mostraron un pueblo en las calles que al reclamo de memoria, verdad y justicia, le sumó el repudio a la vista de Obama, el acuerdo con los buitres y el ajuste del gobierno.

Millones en las calles fue la respuesta a la “nueva era” dice iniciar Obama y su Partido Demócrata de EEUU. Pero que se pueda hacer esta lectura, no quiere decir que esos millones añoren volver al kirchnerismo de Milani, el “Proyecto X” o las políticas llamadas neo-desarrollistas, que impulsan el consumo popular sin desarrollo independiente de la industria y el agro, o favoreciendo a los exportadores y tejiendo alianzas con imperialismos como el chino o ruso profundizando la dependencia.

“Acá no se trata de cambiar de collar, sino de dejar de ser perro.” Y esa Argentina empezó a emerger porque millones no se bancan este ajuste y la nueva dependencia pero tampoco quieren volver atrás.

Esa Argentina late en provincias como Tierra del Fuego, con la lucha histórica de los trabajadores estatales, unidos sus gremios para enfrentar las leyes del ajuste impulsadas por el gobierno de Rosana Bertone. Enfrentan un gobierno provincial que busca reflotar un viejo proyecto expulsivo y desalentador de una provincia que esté basada en el turismo, con una industria de pocos monopolios, con mano de obra precarizada y temporaria con rotación permanente y pocos trabajadores estatales.

Para esto desalienta y busca expulsar a los trabajadores estatales, quitándoles el 82% móvil, aumentándoles la edad jubilatoria y aplicando nuevos impuestos. Mientras, para los privados de la electrónica permite mayor ingreso de componentes importados, expulsando mano de obra como denuncia la UOM de Río Grande que marcha a un paro con movilización el martes 30/3.

La lucha de los maestros santiagueños muestra esta misma Argentina: la de la dignidad de quienes son los encargados de educar al futuro de la patria, que a cambio reciben de salario básico de $2.968. Pero no se resignan y conmueven movilizando a lo más sufrido, como lo fue con el glorioso “Santiagueñazo”.

Para la liberación

La Argentina dependiente está en el tapete y en boca de millones. Está graficada en el acuerdo con los buitres y la provocación de los EEUU y el gobierno argentino de recordar los 40 años del golpe con actividades en conjunto con Obama. Está graficada en los 77 mil millones de pesos de subsidio a los monopolios petroleros, en la quita de retenciones a las mineras y agro-exportadoras que se entrelazan con los terratenientes, clase aliada de los imperialismos. Está graficada en el gabinete y las bases “científico”-militar.

Pero hay una Argentina que no firmó un cheque en blanco y va encontrando el sendero de la lucha que tiene como protagonistas a docentes, estatales, trabajadores de la construcción, metalúrgicos, productores, desocupados… Lucha que agudiza el antagonismo entre estas dos Argentinas, donde los antiimperialistas y revolucionarios impulsamos un amplio reagrupamiento en el terreno económico, político y cultural para vencer la dependencia con la liberación nacional y social.