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Días antes de las PASO, el Jefe de Gobierno porteño, Rodríguez Larreta, pretendió hacer una muestra de “orden”, reprimió una pequeña manifestación cuando ya estaba desconcentrando y Facundo Molares murió de un paro cardíaco mientras estaba tirado en el piso con las rodillas de los policías encima. Las imágenes muestran a una periodista gritándole a la Policía de la Ciudad que Facundo estaba morado; lo dan vuelta ya sin vida; y luego de unos minutos intentan una infructuosa reanimación. Así es el “orden” del PRO.
La supuesta justificación de la represión era que este grupo, identificado con el agrupamiento “Votamos luchar”, iba a quemar urnas. Pero esto ni siquiera ocurrió y la represión fue en verdad para detener a los dirigentes del grupo. Lo curioso es que, cuando el grupo Revolución Federal –que luego atentaría contra CFK– prendió antorchas en Plaza de Mayo y las tiró del otro lado de las rejas de Casa de Gobierno, no hubo ninguna respuesta policial (o más bien todo lo contrario).
Luego del paro cardíaco inducido por la represión, el gobierno de Larreta intentó imponer la idea de que Molares “se desplomó”. Así lo dijo el titular del SAME, Alberto Crescenti, y fue reproducido por el resto del gobierno. Las imágenes lo desmienten.
No tienen ninguna importancia las ideas y la historia de Molares. Lo grave es esta campaña represiva para un supuesto “orden” contrario a la libre expresión democrática, que otra vez termina en muerte: como Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y tantos otros. Por eso, ese mismo viernes nos movilizamos a repudiar su asesinato junto a UTEP y Unidad Piquetera. Ahora, sigue su curso la causa judicial para establecer la culpabilidad de la Policía de la Ciudad.
El momento en que Facundo Molares es detenido.
