La marea verde en el subte

El debate por el derecho al aborto está atravesando toda la sociedad. Tamién en los lugares de trabajo, en los cuales algunos gremios vienen siendo activos en el reclamo. Desde Vamos! conversamos con una de las compañeras de la línea C del subte, que vienen llevando adelante esta lucha y nos compartió su propia experiencia.

–¿Cómo estás viviendo la lucha por la legalización del aborto?

–Con mucho entusiasmo, nunca viví algo así. Si bien siempre me interesó, nunca me había involucrado así. En el subte, gracias a la Secretaría de Género, se habla más fácil. Muchas chicas están en la secretaría o al menos en el grupo de WhatsApp y se enteran de las actividades, las movilizaciones.

–¿Cómo fue que te sumaste?

–Primero me metí en el sindicato y en la Comisión de Derechos Humanos, y me invitaron a eventos que se hacían por el Ni Una Menos. Me gustó, me parecieron las chicas muy, como se le dice ahora “sororas”, muy compañeras. Yo era muy nueva en el subte y ayudé pintando para uno de los eventos. Empecé a entender cada vez más a las chicas que peleaban con el pañuelo verde. Si bien yo estaba a favor, no era de las que peleaba por esto. Conocí chicas que habían abortado o que conocían a alguien que lo había hecho. Me parecía que esto era necesario que se hablara. De repente se estaba hablando de sexo, de anticonceptivos, de trans, de travestis, de gays. Se empezó a hablar con más naturalidad. Cuando empezó el debate el sindicato dijo que iban a repartir pañuelos y había chicas que no se animaban a pedir. Me pedían a mi directamente “¿Me traes uno?”. ¡Me sorprendió mucho! Aproveché para hablar del tema porque había muchas que no estaban muy informadas, como yo al principio. Algunas no se animan a sacarse foto con el pañuelo. Algunas no lo tienen pero sé que están a favor y otras desde que lo tienen se sacan foto, lo tienen en la mochila y lo llevan van a todos lados.

–¿Cómo es el debate con los compañeros?

–Es más complicado. Te imaginás que trabajo en el trasporte público. Es un lugar más de “hombre” y eso que yo estoy en el sector de limpieza. Hay muchos hombres en el subte, muy poquitos que se están tratando de “adiestrar” (risas). La mayoría son más a la antigua, no quiero decirles machistas. Pero empezás a hablar y te van dando la razón. Normalmente me pongo a hablar con compañeros que sé que están dispuestos a escuchar. Si me dicen “feminazi” no, pero la mayoría entendieron muchas cosas: desde que decir piropos no está bueno hasta decir “yo no estoy a favor del aborto pero estoy a favor de que la que quiera abortar pueda hacerlo”. Somos muy pocas mujeres y muchas menos las que nos ponemos a hablar con los hombres. Un compañero me contó que la novia había tenido un aborto espontáneo y que el hospital los maltrató. Otros dicen que ya no hay tanto machismo: no ven como machista que un día te digan “dame la clave de tu celular” o te cuestionen la pollera corta. O los comentarios de “ésta ya salió con éste, con el otro”. Y yo digo: ¿y él? ¿con cuántas salió? Son tantos años de trabajo que quizá ya salió con la mitad. En todo caso es una opción de cada uno. En todos los trabajos se da esto y es muy machista. No sé si directamente quieren hacer daño pero lo hacen. Yo les digo: “si no pensás que es una trola tu compañera ¿Para qué lo decís?” Se abrió el debate y es muy bueno.

–¿Y en tu casa?

–Mi mamá se mostraba a favor del aborto, mi abuela también. Pero yo no sabía un montón de cosas (se emociona y llora). Sin querer se abrió el debate en casa. Mi mamá me pudo contar que tuvo que abortar. Ella es lo más grande que hay y recién ahora me lo pudo contar, a mis 24 años. Me contó de ella, de mi abuela. Me tuvo a mí de chica, sin deseo de ser madre, cuando se enteró con mi papá, decidieron tenerme, aunque no tenían nada, ni trabajo. Recién empezaban la universidad, tenían 19 años. Trabajaron por dos pesos. Mi mamá con un jefe que ¿cómo se dice? ¿abusador? Le tocaba el culo cada vez que podía. Ella se lo bancaba porque tenía que darme de comer. A mis ocho meses quedó embarazada otra vez y decidieron no tenerlo porque ya era muy difícil conmigo. Vivíamos con mis abuelos, diez personas en un departamento de tres habitaciones. Ella lo consultó con todo el miedo del mundo, con mi papá, que increíblemente aceptó. Lo terminaron hablando con mi abuela materna y llegaron a esa decisión. Mi mamá es la persona más buena que conozco. Ella fue militante toda la vida, trabajó para el otro hasta no dar más de sueño, estando enferma y por dos pesos con cincuenta. Es municipal. Tardó ocho años en tener otro hijo. Yo me cansé de pedir un hermanito, ¡hasta que un día llegó! ¡Mi debilidad! Y hoy lo pudo hablar con los dos. Hace rato tengo relaciones y sé lo que es tener un error, un problema, y tener que salir corriendo con el corazón en la boca. No me pasó de quedarme embrazada pero me podría haber pasado. Mi abuela me dijo: “yo tuve los hijos que quise tener” y va con el pañuelo verde colgado en su cartera para todos lados. Las dos me pidieron el pañuelo. Tengo una tía que nunca la había visto involucrada en nada político y también me pidió pañuelo. Algunas las condenan por lo que hicieron. Yo les dije que nunca las voy a condenar por elegir libremente. Una amiga mía de toda la vida también abortó. No fue obligada pero ella no estaba del todo conforme. Pero la verdad que el novio que tenía era un desastre. Una se condena sola y la sociedad no ayuda. Ella lo pasó mal de muy chica, y yo no la pude acompañar en ese momento. Estaba enojada. “¿Cómo te embrazaste de esa basura? ¡Con lo que valés vos!”. Con el tiempo la empecé a entender, le pedí perdón y hoy estamos juntas. Ella no tuvo mamá, no tuvo con quién charlar de sexualidad, todo a los golpes lo aprendió. Hoy es una guerrera peleando a favor del aborto, con su pañuelo a todos lados. Siempre era yo la que se peleaba políticamente con todos y de repente nos encontramos las dos agarradas de la mano peleando por lo mismo. Ella debate con mucha tranquilidad y paciencia, tratando de que el otro entienda. ¡Una genia! En cada actividad que hacemos con el sindicato viene conmigo. Así que esto se hizo muy personal y el 13 de junio fue un día muy esperado.

–¿Cómo viviste la media sanción en Diputados?

–Con mucho frío (risas). Pero la verdad que fue increíble. Nunca me había organizado de esa forma. Empezamos yendo los martes verdes, cada vez aprendiendo más. El día de la vigilia teníamos que ser mínimo quince a la noche. Yo no tengo hijos y trabajaba toda la tarde. Así que decidí acompañar a la noche que iba ser lo más difícil. En mi casa siempre me bancaron y ahora más que nunca, porque sabían que yo estaba peleando por todas. También por la mamá de mi amiga, que había abortado de las peores formas, las que cuentan en la tele, con perejil. No sé cómo no se murió ahí. Uno dice “¿quién aborta así?” Y si, pasa. Sentís todo ese peso cuando estas peleando. Porque si bien yo no aborté, sí lo hicieron todas las mujeres de mi familia. Siempre escondido el secreto familiar. Y no tiene nada de malo, no son asesinas, ni egoístas, ni putas. No son nada de todo lo que la sociedad les hizo creer que eran. En la bandera las sentís a todas ellas. Debería escribirlas en mi pañuelo.
Ese día sabíamos que estábamos peleando el cambio que se venía, que ya se vino, quieran o no aprobar esta ley, el cambio ya está. ¡Chicas de doce, trece años con el pañuelo verde en su mochila! ¡Ojalá yo hubiera tenido tanta información y tanta garra a esa edad! Ese día esperaba que se hicieran las 9 para salir del trabajo. Mi prima ya estaba ahí, sola, y escribía super emocionada. Me encontré con ella y con mis compañeras. “Vayan a descansar, ahora sigo yo”, les dije a algunas que ya estaban cansadas de haber estado todo el día. A la noche se sentía el sueño, el frío, ya ni la carpa se la bancaba. Una de las chicas me dijo de ir a caminar y salimos. ¡Yo no podía creer! ¡Un montón de personas! Me puse a filmar, sabía que era histórico. Esta pelea la sentía como cada una de las personas que estaban ahí. Había muchas mujeres, pero también hombres. A veces escucho que esta pelea no es de ellos, ¿Cómo que no? No hay un embarazo si no hay un hombre. Si estás en pareja necesitas el apoyo, y si no el de tu papá, que no te mire como te miran todos. Más cerca de la pantalla grande ya parecía verano, muchas pibas cantando con los bombos y ahí se nos pasó el frío. Hicimos una fogata y se acercaban docentes sobre todo que contaban los debates que se abrieron con sus alumnos y otras como yo que contaban las historias de su familia.

–¿Cómo fue la incertidumbre previo a la votación?

–Empezaron los rumores de que íbamos a perder. Los cuatro indecisos parecían que iban a votar en contra. Se me vino el mundo abajo. Trataba de disimularlo. Nos dijeron que levantemos campamento, que si iba a haber quilombo no queríamos quedar pegados. Y levantamos con toda la tristeza. Súper cansada, con lo poco que tenía, después de tomarme el subte, me tomé un remis. Yo soy de La Matanza. No quería llorar porque ¡estaba llena de purpurina verde en la cara! Hasta el remisero me dijo que ese día su mamá le contó que ella también abortó. Empezaron los mensajes de que se había dado vuelta la situación, que parecía que se ganaba. Me puse a llorar, el remisero me daba pañuelitos. Nadie lo podía creer. Me puse a mirar el debate. Estaba sola, mis viejos estaban de vacaciones y mi hermano en lo de mi abuela. Llamé a mi pareja, que me acompaña en todo esto, ¡no sé de dónde lo saqué! Después le corté porque necesitaba estar sola. ¡Y al final se votó a favor! No lo podía creer. No me paraban las lágrimas, como ahora! “¡Vieja se votó a favor!” Era sentir todo, las que ya no están, las que estábamos peleándola, y toda la injusticia que se vivió tantos años.
Al otro día fui a la marcha de la CTA con el sindicato y me abracé con mis delegadas. ¡Muchos no entendían por qué yo seguía llorando! “¿Te sentís mal? ¿Te peleaste con tu novio?” Estaba llorando de felicidad. Lloré más que en mi cumpleaños de 15, fue increíble. Ahora a seguir peleando. Esto nos dio más fuerzas a todas, se renovó, se multiplicó y no vamos a aflojar. De hecho se sumaron más amigas, algunas que son evangélicas, otras católicas pidiendo por el aborto en sus redes sociales. ¡Hay que seguir!