Las provocaciones de Trump y el peligro de una guerra imperialista

El discurso del presidente yanqui en la ONU. Sus amenazas a Corea del Norte, Venezuela e Irán. Su disputa con Rusia y China.

El martes 19 de setiembre Donald Trump habló por primera vez como presidente de los Estados Unidos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Hace mucho que un presidente yanqui no usa ese foro internacional para proferir abiertamente amenazas intervencionistas y militaristas como hizo con Corea del Norte, Venezuela e Irán. Y no se recuerda que alguno haya amenazado alguna vez explícitamente con “destruir totalmente” a otro país como hizo con Norcorea.

Refiriéndose a la decisión del gobierno de Pyongyang de desarrollar sus propias armas atómicas (las grandes potencias y particularmente EEUU vienen haciéndolo desde hace 70 años) y a las pruebas –bastante aventureras y provocadoras, por cierto– que Norcorea hizo de sus misiles balísticos haciéndolos pasar por sobre el Japón, el jefe del imperialismo que es el principal fabricante y poseedor de armas nucleares y misiles y responsable de innumerables crímenes en todo el mundo gritoneó que “ninguna nación en la Tierra quiere que esta banda de criminales se arme con dispositivos nucleares y misiles”. Fingiendo que EEUU puede sentirse “amenazado” por Corea del Norte, y amenazando a su vez desembozadamente a ese país del tercer mundo con el poderío militar y nuclear de Washington, subrayó: “Estados Unidos tiene gran poder y paciencia, pero si es forzado a defenderse y defender a aliados, no tendremos otra opción que destruir totalmente a Corea del Norte”.

La pugna por la hegemonía mundial

Decidido a recuperar la posición hegemónica en el mundo que el imperialismo norteamericano viene perdiendo a manos de sus rivales –de China en primer lugar–, Trump dedicó todo su discurso a convencer a los países reunidos en la ONU de que Corea del Norte, Irán y Venezuela son los nuevos “estados canalla”, la expresión cínica que sus antecesores asesinos de pueblos Reagan y Bush usaron a mansalva para justificar intervenciones militares y golpes sanguinarios organizados por la CIA contra muchos países asiáticos y latinoamericanos. “Nos amenazan con el caos, agitación y terrorismo”, clamó desde el estrado el jefe del imperialismo que durante un siglo usó hasta el hartazgo el terrorismo militar, ideológico y el de sus “servicios” para promover dictaduras y gobiernos proyanquis en todo el mundo.

Probablemente Trump está inventando un nuevo “eje del mal” que justifique forjar un “frente” intervencionista al que Washington pueda arrastrar a sus aliados, y que ayude a EEUU a zafar de su crisis económica y de la declinación de su hegemonía. Y busca afirmar posiciones frente a la creciente alianza entre sus rivales Pekín y Moscú, que en mayor o menor medida respaldan a los gobiernos de Pyongyang, Caracas y Teherán.

Para eso el yanqui centra en demonizar y aislar al régimen de Kim, y así obligar a China y a Rusia a que tomen distancia de Pyongyang e incluso ejerzan presión sobre el líder norcoreano Kim Jong-un para que abandone su programa nuclear. Apenas unas horas después Washington adoptó nuevas sanciones económicas contra Pyongyang.

Trump llamó “régimen asesino” al gobierno de Norcorea que más allá de su retórica y sus pruebas armamentísticas hasta ahora no agredió militarmente a ningún país, pretendiendo hacer olvidar la larguísima serie de golpes e intervenciones que Washington promovió y sigue promoviendo (como en la propia Venezuela), y de regímenes asesinos que instaló y respaldó durante un siglo en América y Asia.

Trump dijo también que quiere anular el acuerdo nuclear firmado por su antecesor Barack Obama con Irán en 2015 y suscrito igualmente por Francia, Alemania, el Reino Unido, Rusia y China. La declaración fue un evidente gesto de apoyo al ultrarreaccionario primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, que se opone a ese acuerdo con Teherán –uno de sus enemigos estratégicos en Medio Oriente– y que varias veces sugirió que Israel podría bombardear las instalaciones de energía atómica de Irán.

Respecto a Venezuela, Trump condenó lo que llamó la “dictadura socialista” de Nicolás Maduro y consideró “inaceptable” que “la gente tiene hambre y la economía está colapsando”. Pero centralmente remachó los objetivos injerencistas del imperialismo yanqui revelando que los EEUU están tomando “importantes pasos” para que Venezuela “recupere su libertad y reinstaure la democracia”, lo que en boca de los capos imperialistas ya se sabe lo que significa.

El discurso de Trump siguió echando leña al fuego del ya caldeado clima internacional. En la misma Asamblea General de la ONU el presidente iraní, Hasan Rohani, defendió el convenio nuclear de 2015 y dijo que si se viola el acuerdo “responderá de forma decidida”. Por su parte el líder norcoreano Kim Jong-Un advirtió que Pyongyang hará “pagar caro” las amenazas contra Corea del Norte.

A través del fascista Trump, la burguesía monopolista yanqui muestra las uñas en pos de sus objetivos hegemonistas. Rusia y China ponen reparos al plan norcoreano de desarrollo armamentístico y apoyan verbalmente las sanciones contra ese país pero se oponen a cualquier medida militar como las que gritonea el presidente norteamericano contra Corea del Norte en nombre de la “seguridad nacional” de los EEUU.

Es justamente la espiral de la pugna hegemónica de Washington con Pekín y Moscú lo que se constituye en el principal peligro para la seguridad nacional de los países del tercer mundo e incluso de los propios pueblos de las grandes potencias.