Odiado y condenado por el pueblo

Murió en su celda porque es uno de los cuatrocientos genocidas condenados, gracias a décadas de incansable lucha popular. Otros cientos murieron de viejos sin ser enjuiciados. Otros permanecen prófugos. Otros siguen “activos”.
Videla murió sin dar información para seguir recuperando chicos apropiados o sobre el destino de los desaparecidos. Sin rendir cuentas y pagar por todos sus crímenes. Sin que se hayan abierto los archivos de la dictadura. No se lo llegó a enjuiciar por su responsabilidad en el Plan Cóndor, operativo del terrorismo de Estado para perseguir “subversivos” en América Latina.

No es sólo un símbolo. Fue un fiel representante de los intereses de las clases dominantes: los terratenientes, la burguesía intermediaria y los imperialismos, que en nuestro país derrocaron mediante un golpe fascista, hegemonizado por el social-imperialismo ruso, al gobierno constitucional, para voltear chimeneas y superexplotar al pueblo.

Fue entonces ejecutor del terrorismo que el Estado llevó adelante para aplastar la creciente lucha popular que venía desplegándose desde los ’60 y los ´70. Fue un asesino que organizó las fuerzas que llevaron adelante esos planes, donde miles de hijos de la clase obrera murieron asesinados en los chupaderos de la dictadura y padecieron sus cárceles largos años.

Pero la dictadura fue enfrentada, por la clase obrera, por las madres de los desaparecidos que buscaban a sus hijos y por las organizaciones políticas que se quedaron a enfrentar cara a cara las fuerzas represivas. Porque a pesar de todo nunca lograron acallar la lucha popular.

Los comunistas revolucionarios enfrentamos el golpe en 1976, resistimos en la clandestinidad la dictadura y fueron perseguidos, encarcelados y desaparecidos dirigentes como Gody Álvarez, René Salamanca junto con otros camaradas asesinados.

Murió un genocida. La lucha por justicia con todos los represores y sus cómplices continúa. Los juicios actuales son una concesión a la lucha de un pueblo que nunca bajó los brazos. Hay castigos y verdades pendientes que el pueblo debe cobrar.

El gobierno kirchnerista sigue sin tomar la decisión política de abrir los archivos secretos durante estos juicios y no se juzga a toda la pirámide de responsabilidades involucrada. Mientras busca utilizar la “justicia lenta” para avalar su discurso de derechos humanos, persigue sin pausa y procesa a los luchadores populares, promovió la Ley Antiterrorista y puso en marcha el Plan X de la Gendarmería para infiltrar organizaciones populares. Ahora nos enteramos que desde hace diez años la inteligencia de la Policía Federal infiltró la Agencia de Noticias Rodolfo Walsh. También siguen muriendo jóvenes alcanzados por las balas del gatillo fácil.

Escupiendo la tumba del genocida Videla seguimos con más fuerzas la lucha contra la impunidad de ayer y de hoy, en el largo camino por la verdadera justicia: La justicia popular, que llegará con el pueblo liberado después que haya triunfado la revolución por la que dieron la vida nuestros héroes, nuestros queridos desaparecidos. Con un Estado de Nueva Democracia conducido por la clase obrera, levantaremos sus banderas marchando hacia el socialismo.


 

Lucha antigolpista

Desde 1974 hubo quienes, como René Salamanca, denunciaron los preparativos golpistas en nuestro país. En una de sus cartas abiertas a los trabajadores, afirmaba:
“La vida nos enseña que, así como no hay imperialismo ‘bueno’, tampoco puede haber golpismo ‘bueno’. El golpe, sea prorruso o proyanqui, tiene un solo camino para la Argentina: superexplotación popular, dictadura terrorista, entrega de la riqueza nacional y más hambre para los sectores populares.”