Petróleo para los monopolios imperialistas, garrote para los trabajadores

El lunes 21 de octubre el gobierno de Dilma Rousseff entregó, en “licitación” a medida, el principal yacimiento petrolero del Brasil —el campo marítimo de Libra, frente a las costas de Río de Janeiro— a un consorcio integrado por la brasileña Petrobrás, la inglesa Shell, la francesa Total y las estatales chinas CNPC y CNOOC. El grupo fue el único que se presentó a la licitación del campo.

La entrega de la mayor reserva petrolera del país —ubicada en el área geológica “pre-sal”, conjunto rocoso submarino ubicado bajo una espesa capa de sal en la costa brasileña, donde hay importantes reservas de gas y petróleo— se concretó mientras en las calles cercanas varios centenares de trabajadores petroleros que protestaban contra la privatización del petróleo se enfrentaban con más de mil agentes de seguridad, que reprimieron a los manifestantes con balas de goma y gases lacrimógenos, con un saldo de varios heridos.

La Federación Única de Trabajadores del Petróleo (FUP), a la que están afiliados la mayoría de los trabajadores de Petrobras y que reúne a los 12 sindicatos del sector, se opuso al remate por afectar la soberanía brasileña y reclamó la suspensión inmediata de la subasta. Los trabajadores sumaron a la protesta su reclamo de aumento salarial y mejores condiciones de seguridad en el trabajo.

Los petroleros habían iniciado el viernes 17/10 un paro general por tiempo indefinido en los estados de Amazonas, Bahía, Minas Gerais, Rio de Janeiro, Paraná, Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Sao Paulo. La huelga fue levantada una semana más tarde: los trabajadores obtuvieron la mayor parte de sus demandas laborales; pero no lograron impedir la entrega del gigantesco yacimiento al consorcio de empresas imperialistas asociadas a Petrobras.

¿Para educación o para pagar deuda externa?

Ubicado en aguas del Atlántico, el yacimiento cuenta con reservas calculadas en unos 12.000 millones de barriles de crudo, equivalentes al 70% de las reservas actuales del país. El gobierno otorgó la explotación del campo a los monopolios del grupo concesionario ¡durante 35 años!

La presidenta Dilma hizo una gran campaña de prensa para convencer a la opinión pública de que a lo largo de esas tres décadas y media la entrega del yacimiento aportaría al Brasil un billón de reales, que supuestamente serían volcados a la salud y a la educación públicas. Lo que no explicó es cuánto se llevarán en esos 35 años los monopolios petroleros extranjeros beneficiados, por un petróleo que hoy está a 100 dólares el barril. El ministro de Energía, Edison Lobao, anunció para 2015 nuevas subastas de campos petroleros en yacimientos marítimos ultraprofundos.

Para los técnicos de la Asociación de Ingenieros de Petrobras (AEPET), Dilma traicionó el programa electoral con el que fue elegida: el 40% del petróleo producido será para Petrobrás, y las empresas extranjeras se quedarán con el 60%, mientras que en otros países del mundo el Estado se queda con un promedio del 80% del petróleo extraído.

Además, según afirma la Auditoría Ciudadana de la Deuda, Petrobrás fue en gran parte privatizada, ya que los beneficios se distribuyen principalmente a los inversores privados, y el porcentaje correspondiente al Estado se utiliza para el pago de la deuda pública, según lo estableció una ley de 1997 no derogada por el anterior gobierno de Lula ni por el actual de Dilma Rousseff.