Se agrava la crisis política en Venezuela

Al cierre de esta edición se mantenían convocadas movilizaciones opositora y oficialista, aunque se había producido ya un encuentro entre Maduro y la oposición para un posible diálogo.

Tras la suspensión por parte del Consejo Nacional Electoral de la recolección de firmas para el referendo revocatorio, la oposición oligárquica venezolana nucleada en la “Mesa de la Unidad Democrática” (MUD) desencadenó su ofensiva final para intentar voltear al gobierno chavista de Nicolás Maduro. El domingo 23 de octubre la Asamblea Nacional –el parlamento venezolano, con mayoría de la oposición desde las elecciones parlamentarias de diciembre pasado–adelantó los pasos para destituir a Maduro aprobando un documento que denuncia un supuesto “abandono del cargo” por el presidente, responsabilizándolo por la crisis económica y política para justificar su derrocamiento.

El oficialismo denuncia el golpe parlamentario, ya que efectivamente según la Constitución vigente de 1999 la fórmula de juicio político u otras opciones de destitución por la vía parlamentaria del presidente no existen en Venezuela. Maduro contaría con el apoyo de las Fuerzas Armadas, que se han expresado públicamente en un comunicado rechazando los términos de la declaración del 23 de octubre.

Venezuela se encuentra polarizada: Por un lado ante la convocatoria a la “desobediencia civil” para el jueves 3 de noviembre cuando el Congreso sesionaría y podría votar la remoción del presidente. Por el otro ante la respuesta del oficialismo. “No nos vamos a dejar tumbar, no vamos a permitir que tumben a Maduro, es una cosa que no se negocia, no está en el diálogo, no es para eso”, aseguró el chavista Diosdado Cabello, ex presidente de la Asamblea Nacional.

Referendo suspendido

La MUD venía trabajando a contrarreloj la junta de firmas que habilitaría la realización del referendo revocatorio, tratando de lograr que éste se lleve a cabo en 2016 ya que, según la Constitución venezolana, si lograran revocar el mandato de Maduro en el curso de este año deberían realizarse nuevas elecciones presidenciales. Pero si la revocación se hiciera recién en 2017 el Ejecutivo sería asumido por el vicepresidente, es decir por otro militante chavista.

La MUD presentó un listado de 1 millón 800.000 firmas, muchas más que las necesarias. Pero el gobierno denunció que gran parte de las firmas eran fraudulentas por incluir miles de fallecidos, y a través del Consejo Nacional Electoral suspendió la juntada de firmas.

Marcha y contramarcha

Se trabó la realización del referéndum, pero la MUD arreció su ofensiva. El miércoles 26 impulsó la llamada “toma de Venezuela”, con masivas movilizaciones, y una “huelga general” de 12 horas el viernes 28 con alcance más limitado.

El frente opositor puso plazo al gobierno hasta el domingo 30 para que permita reanudar la recolección de firmas para el revocatorio. De lo contrario, los partidos antichavistas convocarán a marchar masivamente el jueves 3/11 al palacio presidencial de Miraflores, donde lanzarían el llamado a la “desobediencia civil” y el Congreso votaría la remoción de Maduro. Para el día siguiente se prevé una marcha en la que –siguiendo los pasos del fracasado intento golpista de abril de 2002– podrían generarse hechos violentos, que argumentarían como motivo para la sustitución forzosa del gobierno. Los partidos de la MUD decidieron ir por todo para voltear a Maduro con el apoyo de yanquis y europeos y el respaldo desembozado de la OEA.

Ante la declaración de la Asamblea Nacional, el general en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Vladimir López, emitió un comunicado denunciando que el verdadero propósito de la Asamblea Nacional “no es otro que afectar gravemente la institucionalidad del país mediante el caos y la anarquía, para finalmente derrocar al gobierno legítimamente establecido del señor Nicolás Maduro Moros”.

Frente a la huelga golpista del 28, el gobierno y el partido oficial PSUV se limitaron a denunciar la “guerra económica” de la central empresaria Fedecámaras, amenazando que las Fuerzas Armadas y los trabajadores tomarían el control de las empresas que adhirieran al paro. Para contrarrestar la huelga, Maduro anunció un aumento del 40% en el salario mínimo, el cuarto aumento del año. También se agendaron movilizaciones de la militancia chavista el martes 1º/11 y el propio jueves 3.

Arrinconado, en las últimas semanas el gobierno chavista buscó y obtuvo la intervención del Papa Francisco a través de la mediación de un enviado del Vaticano para asegurar la gobernabilidad y abrir paso a un “diálogo” entre representantes del gobierno y de la coalición opositora: una iniciativa propicia a la estabilización del gobierno de Maduro. Al inicio la MUD emitió un comunicado explicitando que mantenía sus convocatorias y no concurrió a la primera reunión. Exige que se libere a los presos políticos y se ponga fecha al referendo revocatorio, entre otros puntos.

Sin embargo, el domingo 30 se concretó una reunión en la que estuvieron Maduro y el secretario general de la MUD, Jesús Torrealba. Entre los mediadores no sólo estuvieron el delegado papal, sino también ex mandatarios como el de España José Luis Rodríguez Zapatero. La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) pidió esfuerzos para buscar una “salida pacífica a fin de evitar una espiral de violencia que suma en un mayor sufrimiento a nuestro amado pueblo”. Según Torrealba se trata de una “reunión exploratoria”, mientras se mantenían las convocatorias para el jueves 3. Al cierre de esta edición, seguía siendo incierto el resultado de este “diálogo”.

Crisis social

Venezuela se estremece bajo el vendaval de tres crisis profundas. La crisis económica y la crisis política se entrecruzan y potencian con la situación social de hambre y necesidades de amplios sectores populares, poniendo al gobierno chavista de Nicolás Maduro al borde del precipicio, hundiendo a las grandes masas del pueblo venezolano en el malestar y el desconcierto, y empujando al país al abismo de una división sin precedentes.

La escasez de muchos bienes de primera necesidad y los siderales niveles de inflación y de endeudamiento externo –detonados por la caída de los precios del petróleo en una economía profundamente dependiente–, la impunidad de las fuerzas y de la prensa golpistas, junto con la prepotencia y los rasgos antidemocráticos del oficialismo chavista, han alejado a amplios sectores populares del apoyo activo al gobierno de Maduro, o los ha llevado a consentir o alinearse tras la oposición oligárquica.

Desenlace

El gobierno chavista conserva un relativo apoyo de masas, pero se atrinchera fundamentalmente desde su control de las Fuerzas Armadas, su asociación con los imperialismos ruso y chino, y ahora en el acuerdo de gobernabilidad con el Vaticano para hacer frente a una coalición política heterogénea, capitaneada por una pandilla oligárquica y en la que tallan intereses imperialistas yanquis y europeos.

La oposición antichavista reclama, como “garantía” de su falsa democracia, la aplicación de la “Carta democrática” de la OEA. Lo hace en consonancia con las declaraciones de Luis Almagro, el presidente de esa organización que siempre fue –al decir del Che Guevara– el “ministerio de colonias” del imperialismo yanqui. No por casualidadel embate de la nueva hornada de presidentes liberales del Mercosur para excluir de esa organización a la Venezuela chavista coincide con las propuestas o gestiones de Macri en favor de un Tratado de “Libre” Comercio del Mercosur con Estados Unidos.

Del otro lado, tampoco es casualidad que Maduro haya pasado –antes de su escala en el Vaticano donde obtuvo la gestión mediadora del Papa– por la capital siria Damasco, donde se habría entrevistado con el presidente Bashar Al Assad, fiel aliado de Rusia en el Medio Oriente. Y es dable esperar que, a pesar de las dificultades del régimen venezolano para pagar la enorme deuda externa que tiene con Pekín –o quizá precisamente por eso–, los jefes chinos se jueguen por ahora a respaldar al gobierno chavista, aunque –adelantándose a posibles cambios políticos– sin hacerle asco a los coqueteos con los capos de la oposición golpista…

Nos oponemos a cualquier intento de golpe institucional o parlamentario, así como a la manipulación o fraude de los mecanismos democráticos. Y también rechazamos el camino de la represión o el autogolpe que solo traerán mayores sufrimientos al pueblo venezolano y profundizará la crisis económica y política. Damos todo nuestro apoyo al pueblo y las fuerzas antiimperialistas que seguro sabrán encontrar los caminos para sortear esta encrucijada y avanzar hacia la liberación nacional y social.