Sobre el frente único y el partido

Al cumplirse un nuevo aniversario de la Revolución China el 1º de octubre de 1949, reproducimos uno de los textos de su líder Mao Tse-tung que hace referencia al frente único y el Partido. El texto, publicado en el segundo tomo de sus Obras escogidas, fue escrito en octubre de 1938 (pág. 206). En ese momento, durante la Segunda Guerra Mundial, el pueblo chino enfrentaba la ocupación japonesa principalmente. El frente único incluía al Kuomitang, aunque luego con su traición pasó al bando de los reaccionarios que fueron derrotados por la revolución. Es tarea nuestra aprender las enseñanzas de cada proceso revolucionario e integrarlas a nuestra propia realidad concreta.

Mantener firmemente el frente único y la independencia del partido

Sólo manteniendo firmemente el frente único nacional podremos vencer las dificultades, derrotar al enemigo y construir una nueva China. En esto no cabe ninguna duda. Pero, a la vez, todo partido o grupo político que forme parte del frente único, sea el Kuomintang, el Partido Comunista o cualquier otro, debe conservar su independencia ideológica, política y organizativa. En las relaciones entre partidos, el Principio de la Democracia, uno de los Tres Principios del Pueblo, significa admitir tanto la unión de todos los partidos y grupos políticos como la existencia independiente de cada uno de ellos.

Hablar solamente de unidad y negar la independencia es abandonar el Principio de la Democracia, y con ello no estará de acuerdo ni el Partido Comunista ni ningún otro partido o grupo político. Por supuesto, la independencia dentro del frente único sólo puede ser relativa y no absoluta; considerarla absoluta significaría socavar la política general de unidad contra el enemigo. Sin embargo, no debe negarse en modo alguno esta independencia relativa; ideológica, política y organizativamente, cada partido debe gozar de independencia relativa, esto es, de libertad relativa. Dejarse despojar de ésta o renunciar voluntariamente a ella, también significaría socavar la política general de unidad contra el enemigo. Esto han de comprenderlo bien todos los militantes del Partido Comunista y también todos los miembros de los partidos amigos. Lo mismo es válido para la relación entre la lucha de clases y la lucha nacional. Es un principio establecido que, en la Guerra de Resistencia contra el Japón, todo debe estar subordinado a los intereses de ésta.

Por consiguiente, los intereses de la lucha de clases deben estar subordinados a los intereses de la Guerra de Resistencia, y no en conflicto con ellos. Pero la existencia de las clases y de la lucha de clases es una realidad, y están equivocados quienes niegan la realidad de la lucha de clases. Toda teoría que intente negar la existencia de la lucha de clases es completamente errónea. No negamos la lucha de clases, sino que la reajustamos. La política de ayuda y concesiones mutuas que promovemos es aplicable no sólo a las relaciones entre los partidos, sino también a las relaciones entre las clases. Para lograr la unidad contra el Japón, hay que aplicar una política apropiada de reajuste de las relaciones entre las clases, una política que, por una parte, no deje a las masas trabajadoras sin garantías políticas y materiales, y, por la otra, tenga en cuenta también los intereses de los ricos, satisfaciendo así las exigencias de la unidad contra el enemigo. Es perjudicial para la resistencia al Japón atender solamente a un aspecto y descuidar el otro.

Tener en cuenta el todo, pensar en función de la mayoría y trabajar junto con los aliados

Al dirigir a las masas en la lucha contra el enemigo, los comunistas deben tener en cuenta el todo, pensar en función de la mayoría y trabajar junto con los aliados. Deben comprender el principio de subordinar las necesidades de la parte a las del todo. Si una proposición es factible para una situación parcial, pero no para la situación en su conjunto, es necesario subordinar la parte al todo. En el caso contrario, si la proposición no es factible para la situación parcial, pero sí para la situación en su conjunto, es preciso igualmente subordinar la parte al todo. Esto es lo que se entiende por tener en cuenta el todo. Los comunistas nunca deben separarse de la mayoría de las masas, desinteresarse de ella y precipitarse adelante en forma aventurada a la cabeza de una minoría avanzada; deben preocuparse por forjar estrechos vínculos entre los elementos avanzados y las grandes masas. Esto es lo que significa pensar en función de la mayoría. Dondequiera que haya partidos o individuos democráticos dispuestos a cooperar con nosotros, la actitud que corresponde a los comunistas es consultar y cooperar con ellos. Es erróneo tomar decisiones arbitrarias y actuar de manera autoritaria, sin hacer caso de los aliados. Un buen comunista debe saber tener en cuenta el todo, pensar en función de la mayoría y trabajar junto con los aliados. Hemos adolecido de graves deficiencias a este respecto, y debemos aplicarnos a superarlas.