A 40 años de la Guerra de Malvinas

El 2 de Abril de 1982 las Fuerzas Armadas argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas y, tras un enfrentamiento con el destacamento de las Fuerzas Armadas inglesas en el que muere el Capitán Giachino, tomaron control de esas islas y de las Sandwich y Georgias del Sud. El 3 de abril, el Consejo de Seguridad de la ONU emitió la Resolución 502 que condenaba a la Argentina como país agresor, dándole luz verde al plan militar de Inglaterra con apoyo de EEUU. Rusia y China (con Teng Xiao-ping) se abstuvieron. Muchos países latinoamericanos votaron por Argentina contra el colonialismo. Inglaterra entonces aprestó su flota militar para zarpar con rumbo a las Malvinas. Se desató un sentimiento de masas nacionalista y antiimperialista, anti inglés.

Un conjunto de hechos tienden a hacer pensar que Galtieri y el sector de la dictadura que impulsó el desembarco consideraron que el nuevo alineamiento internacional, más cercano a EEUU y distante de los acuerdos y políticas comerciales con la URSS adoptados por sus antecesores, podía ser la base de un apoyo de EEUU a algún tipo de salida acordada con Inglaterra, con respecto al control y soberanía sobre Malvinas. Inglaterra atravesaba una muy fuerte crisis económica y social que venía debilitando aceleradamente al gobierno conservador de Margaret Thatcher. Incluso había recortado el gasto militar de su guarnición en Malvinas.

Lo concreto fue que EEUU envió a su secretario de Estado Alexander Higth, con la propuesta de una soberanía compartida por los tres países, Argentina, Inglaterra y EEUU, lo que le daba el control en definitiva a ellos, incluso sobre su principal aliado en la OTAN. Pero Thatcher rechazó de plano que Inglaterra fuera disminuida en su control de Malvinas y ordenó zarpar a su flota con rumbo a Malvinas, distante a 13 mil kilómetros. Además utilizó la guerra para imponerse también en su lucha doméstica, quebrando las huelgas mineras que la acosaban.

En las frustradas negociaciones Inglaterra dejó en claro, incluso al propio EEUU, de su decisión de recuperar su rol internacional, su agresividad y lo inaceptable de cualquier salida diplomática. Inglaterra es la segunda fuerza militar de la OTAN y un aliado histórico y decisivo para EEUU en aquel mundo bipolar. La denominada “revolución conservadora” encabezada por Reagan y Thatcher, que diez años después llevaría a la impensable desintegración de la URSS, estaba comenzando.

El 5 de abril Inglaterra lanzó su flota a recolonizar las islas y Gran Bretaña declaró una zona de exclusión alrededor de las islas. En ese contexto, el 10 de abril se produjo la multitudinaria concentración popular en Plaza de Mayo contra el colonialismo inglés, que desbordó de hecho cualquier tipo de salida que EEUU estuviera dispuesto a bendecir. Bajo una gigantesca rechifla, se retiró de la Casa Rosada el helicóptero del secretario de Estado norteamericano Alexander Haig. En esa situación, Galtieri optó por salir al balcón y mantenerse en una postura de confrontación con Inglaterra.

El cambio de la contradicción principal
Con las islas bajo control argentino y la flota colonialista inglesa en camino, el conflicto militar era inexorable. Junto con el respaldo de la mayoría de los países sudamericanos y del tercer mundo, se desató un sentimiento nacionalista, anticolonialista, antimperialista, anti-inglés y antiyanqui de masas. Se despertó un odio histórico de generaciones de argentinos y latinoamericanos, desde las invasiones inglesas a Buenos Aires, la guerra de la Triple Alianza, el pacto Roca-Runciman, los empréstitos, su participación en los bombardeos a Plaza de Mayo y en la Libertadora del ‘55.

Este es el contexto que permite entender la Plaza de Mayo repleta del 10 de abril de 1982, con el helicóptero de Mr. Haig yéndose tras fracasar su “mediación”, y un Galtieri gritando desde el balcón: “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”.

Los hechos y el proceso objetivo determinaron que la contradicción imperialismo inglés-Nación Argentina se impusiese objetivamente como principal y determinante al resto de las contradicciones en el desarrollo de la situación política argentina. La contradicción dictadura-pueblo no desapareció durante la guerra. Tuvo un desarrollo particular, principalmente determinado por el proceso de la guerra que enfrentaba a la Nación Argentina con el imperialismo inglés. Sin que esto signifique un cambio en el carácter de la etapa histórica antimperialista y antiterrateniente determinado por la contradicción fundamental de clases en la base económica de la sociedad argentina. Por el contrario, la acumulación de fuerzas para resolverla históricamente, pasó a estar presidida durante el período de la guerra, por la lucha contra el imperialismo inglés.

La lucha contra el imperialismo ingles pasó a ser el eje principal de la lucha nacional y popular. Lo que incluyó enfrentar a los sectores traidores pro ingleses y pro yanquis de la dictadura que trabajaron para la derrota. Y también de los sectores de la dictadura que, desplazados por el sector de Galtieri, apostaron a la derrota para retomar la hegemonía de la dictadura, como terminó ocurriendo luego con la asunción de Bignone, proveniente del sector videlista.

La guerra
La dictadura no tomó medidas económicas significativas contra Inglaterra en el territorio nacional. Respetó sus monopolios, bancos y grandes latifundios, que en algunos casos operaron como bases del imperialismo inglés. Entonces, la guerra se limitó centralmente a la acción bélica y diplomática.

Inglaterra contó con el apoyo de EEUU, sus satélites y agentes durante el conflicto. Los enfrentamientos comenzaron el 30 de abril y durarían un mes y medio, hasta la rendición de Puerto Argentino.

La flota inglesa se aproximó a las islas tras recorrer 13 mil kilómetros y, junto a bombarderos que habían partido desde la pista militar norteamericana de la Isla Ascensión, el 1º mayo atacó desde el aire a Malvinas. Las defensas argentinas derribaron dos See Harriers ese día.

El 2 de mayo Margaret Thatcher dio la orden para el ataque submarino al Crucero General Belgrano fuera de la “zona de exclusión”, teatro de operaciones militares determinado por los propios ingleses. Este artero crimen de guerra dejó el saldo de 323 argentinos muertos.
El 4 de mayo de 1982, pilotos argentinos alcanzaron con un misil Exocet al destructor Sheffield, que terminó hundido, y son averiadas otras naves. Otros ataques, basados en la destreza pero fundamentalmente en el heroísmo, alcanzaron directamente a la flota con media docena de hundimientos, una docena de averías incluso la del portaviones insignia “Invencible”, sumado al derribo de harriers y helicópteros.

El 21 de mayo se produjo el desembarco inglés en San Carlos, con un gran número de bajas, el hundimiento de la fragata inglesa Ardent. Pero, golpeando el accionar aéreo argentino, el avance terrestre inglés logró ir avanzando, aunque resistido heroicamente en numerosas batallas como la de Pradera de Ganso, Monte London, Tumbledown y muchas otras. Tras tres semanas de cruento combate bajo condiciones climáticas críticas, el 14 de junio se produce la capitulación de Puerto Argentino.

Algunas conclusiones
El enfrentamiento con Inglaterra fracturó a la dictadura y a las Fuerzas Armadas. Habían sido preparadas para la represión al pueblo, contra la insurgencia y luego para enfrentarse a Chile, y con esta guerra terminaban enfrentadas al imperialismo inglés apoyado por EEUU, las dos principales potencias de Occidente. Al método de los estaqueamientos de soldados, o el de los oficiales que huían y abandonaban a su propia iniciativa a soldados y suboficiales en el campo de batalla, le apareció su opuesto: el del arrojo de enfrentar con las armas a una poderosa potencia imperialista.

El heroísmo de muchos soldados, suboficiales, de una parte de la oficialidad en tierra, como de los batallones de infantería de marina y de los pilotos desde el aire, disponiendo en algunos planos de tecnología avanzada, llegaron a asestarle duros golpes a la flota Inglesa, derribando 47 aeronaves y hundiendo 6 barcos, alcanzando a averiar al portaviones “Invencible”. Se presentó un duro combate contra el desembarco y el avance de las tropas inglesas, que en definitiva consumaron su nuevo acto abierto de colonialismo que incluyó el hundimiento del Crucero General Belgrano fuera de la zona de exclusión y violando el tratado de Ginebra.

La guerra desató un nivel de movilización y organización popular en los lugares de trabajo, estudio y en los barrios por Malvinas, contradictorios con el régimen dictatorial. Es falso que gracias a la derrota argentina en manos del imperialimo ingles se terminó la dictadura. Por el contrario, porque enfrentamos al imperialismo inglés, nos organizamos y nos movilizamos, fue que finalizada la guerra, la lucha y la organización popular serían imparables para la dictadura y el factor fundamental que impondría su retirada.

A pesar de toda la política desmalvinizadora que comenzó la propia dictadura y continuó con Alfonsín y Menem, la Guerra de Malvinas gestó a una generación que mantiene viva la reivindicación histórica de soberanía y de confrontación contra la opresión y la explotación del imperialismo inglés en estas tierras, presente ya desde antes de la constitución del Estado nacional a fines del siglo XIX.