Aislamiento sanitario: Responsabilidad y solidaridad frente al coronavirus

Por Pablo C.(*)

Como es sabido, el 31 de diciembre de 2019 China notificó la detección de casos confirmados por laboratorio de una nueva infección por coronavirus (COVID-19), que posteriormente fueron confirmados en varios países de distintos continentes. A partir de allí esta nueva enfermedad creció exponencialmente y se diseminó en todo el mundo. El 11 de marzo fue declarada como pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). A la fecha, se han registrado más de 250.000 infectados, con 9.885 muertos en todo el mundo. En nuestro país, el 3 de marzo se registró el primer caso. Quince días después, ya se han confirmado 128 casos y tres personas fallecidas. Además, se prevé que la cantidad de casos continúe aumentando; y bajar la velocidad de contagio será crucial para poder sortear esta situación. La cantidad de casos en nuestro país se ha duplicado en los últimos tres días; y ya hay casos contagiados que no son importados ni son productos de un contacto estrecho con un enfermo conocido.

Esta enfermedad produce un cuadro de fiebre y síntomas respiratorios que en el 80% de los casos es leve y pasajero. Sin embargo, en el 20% produce cuadros más graves que requieren internación. Y en aproximadamente un 5%, la gravedad es tal que requiere cuidados intensivos, asistencia respiratoria y tiene alta mortalidad. A este último se denomina SARS-CoV-2 (síndrome respiratorio agudo severo por coronavirus-2).

La contagiosidad del virus es extremadamente alta. Si no se toman medidas de aislamiento, se disemina ampliamente en la población. En Europa, estas medidas se tomaron tarde y la diseminación fue exponencial. En Italia, en pocas semanas se superaron los 47 mil casos, se saturó el sistema de salud y ya fallecieron 4.032 personas, más que en China donde se había iniciado la enfermedad. En otros países como España y Francia, la situación es también dramática. Además, al saturarse la capacidad del sistema de salud, dejan de atenderse otras enfermedades que padece la población, por lo que se multiplican los problemas.

Por todo esto, todos los expertos alertan de que se debe bajar la velocidad de crecimiento de la infección para que no colapse el sistema. Se estima que la infección va a propagarse, pero se debe reducir la velocidad de propagación para poder atender a todos. En nuestro país, esto también es crucial.  Sabemos que el COVID-19 no es la única enfermedad que padece el pueblo. Tenemos también el crecimiento del dengue, el sarampión y la tuberculosis, promovidos por las políticas de ajuste y hambre del macrismo. Sin embargo, hoy lo principal es evitar la propagación del coronavirus para que no colapse el sistema sanitario.

El gobierno nacional fue tomando medidas en proporción a cómo se iba manifestando la epidemia. Primero, se comenzó promoviendo el aislamiento preventivo, licencias a las poblaciones de riesgo, cuarentena obligatoria para quienes llegaban de países con circulación del virus, entre otras. Y como los casos continúan aumentando, ayer se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio para toda la población. Como expresó Alberto Fernández en la conferencia: “una decisión excepcional en un momento excepcional”.

En estos días, irán apareciendo nuevos casos, importados y autóctonos. La cifra total de enfermos registrados hacia el final de esta cuarentena será decisiva para precisar las nuevas medidas. Sabemos que, junto con la pandemia que ya causó miles de muertes en el resto del mundo, se nos suma también el agravamiento de la crisis económica por las condiciones que impone la pandemia. En nuestro país, los trabajadores que viven de ingresos diarios o informales serán los más castigados. Además, la prolongación de las medidas sanitarias puede derivar en que se corte la cadena de pagos, afectando a comercios y empresas. Frente a esto, el gobierno lanzó un paquete de medidas paliativas, reconociendo que la “economía sin duda se va a ralentizar”, como aclaró Fernández. En China, Europa y EEUU ya hay estimaciones de fuertes caídas en la economía.

La epidemia nos pone a prueba como pueblo y como Nación. En este grave contexto, todos tenemos una responsabilidad. El gobierno nacional, y los provinciales, en tomar medidas adecuadas y en disponer de los recursos necesarios para el sistema de salud. Los profesionales y trabajadores de la salud, en resolver la atención. El conjunto del pueblo, en cumplir la cuarentena resuelta y las recomendaciones de higiene. Las organizaciones sociales, por su parte, cumplen un rol fundamental al mantener abiertos los comedores. Y, como siempre, tenemos que combatir a los especuladores y a los inescrupulosos que priorizan su ganancia antes que garantizar los elementos sanitarios necesarios en cada lugar de trabajo. También tendremos que evaluar atentamente las medidas paliativas por la recesión económica y sus alcances reales. Con responsabilidad y solidaridad podemos atemperar el agravamiento de la situación, sanitaria y social, en la que estamos entrando.

(*) Médico