ARA San Juan: El pueblo quiere la verdad

Cobardía, es lo que mostró el presidente cuando decidió evitar el contacto con los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan al momento de ser comunicados oficialmente de que ya no habría sobrevivientes. Otra cosa había hecho un mes antes, días antes de las elecciones, cuando Macri sí llamó a la madre de Santiago Maldonado para darle sus condolencias –y su interesada difusión mediática–. Pero esta vez envió al impresentable ministro de “Defensa” Oscar Aguad –que se había mantenido lo más al margen que pudo de los medios, igual que todo el Ejecutivo–. Una cobardía que contrasta con el valor de los submarinistas argentinos, que se sumergen en estas embarcaciones en situaciones tan adversas como fue en su momento enfrentar la Royal Navy inglesa durante la guerra de Malvinas. De fondo, el gobierno no valora el sacrificio de quienes sí defienden nuestra soberanía; sino que pone por encima su propaganda mediática.

Hoy la batalla más importante sigue siendo conocer la verdad, con todo lo que eso implica. Desde el gobierno se promovió inicialmente la versión de que la reparación de media vida había sido irregular, apuntando a las baterías y tratando de patear el problema al gobierno anterior. El detalle es que el macrismo ya lleva dos años de gobierno y el submarino partió bajo sus órdenes. Tal es así que Macri debió insistir que “el submarino estaba en condiciones” cuando sí se vio con los familiares el lunes 20, cinco días después de la desaparición de la embarcación, cuando aún había esperanzas. Luego comenzó a hablarse de “error humano”.

“Nos estuvieron mintiendo todo el tiempo”, afirmó Luis Tagliapietra, padre de uno de los 44 submarinistas (Página/12, 3/12). Sensación que recorre toda la Argentina –por no decir certeza–. Tagliapietra es parte del grupo de familiares que iniciaron una querella en el juzgado federal de Caleta Olivia. Ya se reunieron con la jueza Marta Yañez, que ya había ordenado resguardar las pruebas.

Es cierto que un buque de guerra está sujeto a secretos de Estado. Pero la falta de explicaciones consistentes muestra quizás mucho más que el ocultamiento gubernamental. Por diversos motivos está en juego la soberanía. Primero, por el golpe que implica perder el mejor submarino de la Armada, arma estratégica de defensa de nuestros enormes mares. Segundo, porque no podemos descartar aún que el hundimiento haya sido provocado. Han circulado otras hipótesis: desde un ataque inglés hasta una colisión con un pesquero chino. Tampoco hay certeza sobre qué misión cumplía el ARA San Juan exactamente. “Es inviable que digan que estaban ahuyentando pesqueros ilegales”, cuestionó Tagliapietra respecto de la versión que les había sido transmitida desde la Armada.

Conocer estas cuestiones puede ser el verdadero interés de la ayuda de EEUU, Gran Bretaña o Rusia. Se trata de uno de los mares más codiciados del mundo: no sólo por sus abundantes recursos, sino también por la disputa de Malvinas, la Antártida y el paso transatlántico. No por casualidad tenemos en estas islas la amenaza de la mayor base militar nuclear, inglesa. Y tal es así que los indicios de explosión fueron informados por Austria y EEUU, mostrando hasta qué punto nos mantienen bajo observación permanente. ¿Deberíamos agradecer todos estos imperialismos por surcar nuestras aguas? ¿Alguien puede controlar qué otras actividades hacen durante la búsqueda?

Estrategia de la dependencia

Es cierto que no somos el único país con tragedias de estas características. Pero también tuvimos años atrás el incendio en el rompehielos Irizar. Es evidente que hay una crisis en la Armada. Y no es porque un país como el nuestro no pueda sostener embarcaciones aptas para navegar nuestros mares atlánticos. Es porque nuestros gobiernos han estado más preocupados en asignarle a las fuerzas armadas y de seguridad tareas internas antes que la defensa nacional. Tal es el caso también de la Gendarmería, convertida en una Policía Federal bis. El acto más reciente lo ha dado el gobierno macrista, invirtiendo miles de millones en equipar y modernizar las fuerzas represivas, y mientras tanto prepara más ajuste en la Marina.

Los reproches de los familiares al presidente Macri fueron elocuentes, en aquel súbito encuentro del lunes 20. “¿Por qué en vez de gastar en otras cuestiones no gastan en algo verdaderamente importante como es la vida de todos nuestros familiares y reparan el submarino? Es prácticamente un suicidio viajar en algo que es viejísimo”, remarcó la mujer de uno de los marinos. “¿Tiene que morir alguien para cambiar?”, concluyó.

Comparando no con países del primer mundo sino con el resto de Latinoamérica, corroboramos que Argentina es uno de los países que menos invierte en Defensa: un 0,95% del PBI. Chile y Uruguay, por ejemplo, invierten el doble: 1,9% y 2,0% respectivamente. Colombia un 3,4% (datos en La Nación). Esta política tiene estas consecuencias. Están en juego los recursos de nuestros mares y nuestra propia soberanía.