E ste 24 de marzo se cumplen 40 años del golpe fascista más sangriento que conoció nuestro pueblo, que impuso una dictadura con torturados, desaparecidos, asesinados, presos y exiliados. Y lo recordaremos como siempre en las calles, gritando: ¡30.000 compañeros detenidos-desaparecidos presentes!
También repudiamos la presencia en nuestro país del presidente de la principal potencia imperialista de la tierra, Barack Obama, invitado por Macri. Viene en medio del pacto con los buitres y un nuevo salto en el endeudamiento usurario, que es continuidad de aquella deuda que la dictadura supo construir como mecanismo de la dependencia y que los sucesivos gobiernos constitucionales, en definitiva, reconocieron y acrecentaron en vez de investigarla por fraudulenta.
Somos parte de los que enfrentamos el golpe, como denunció nuestro compañero René Salamanca, comunista revolucionario y secretario general del SMATA Córdoba. “Hay que enfrentar el golpe, venga de donde venga”. “¡No a otro 55!”, exhortaba en la primera de sus cartas abiertas que denunciaron los preparativos golpistas publicada en diciembre de 1974. Trabajamos así por la unidad en las fábricas y las barriadas, desde el clasismo antiimperialista con los trabajadores peronistas y las demás fuerzas populares.
Viendo lo que venía, salimos a denunciar los preparativos golpistas. El 29 de noviembre de 1974 es secuestrado de la Facultad de Ingeniería de la UBA, Daniel Winer, secretario gremial del Centro de Estudiantes de Ingeniería. Dos días después aparecería asesinado. El 7 de diciembre de 1974 en la Plata era sacado de su casa y fusilado en la calle nuestro compañero Enrique Rusconi, víctima de las bandas golpistas amparadas por el gobernador de la provincia de Buenos Aires Victorio Calabró. Y a este asesinato le siguieron inmediatamente el de cinco compañeros más en esa ciudad. Querían quebrar nuestra decisión de denunciar los preparativos golpistas, mientras trabajaban para sumar descontento popular con el desabastecimiento y con la confusión que sembraban las acciones terroristas, también de la Triple A, en una confrontación de aparatos ajena al pueblo.
Fue dramático denunciar ese golpe de Estado que se ponía en marcha, porque además hubo que en enfrentar en el seno del pueblo el trabajo de las fuerzas que primero apostaron al golpe institucional con el Presidente Provisional del Senado, Ítalo Luder; y después defendían al general Videla como un general “democrático antipinochetista”, según la dirección del Partido “Comunista”. O a quienes defendían a generales como Harguindeguy, que al frente del Ejército había comandado conjuntamente con la dirección de Montoneros el Operativo Dorrego en mayo de 1973, durante la presidencia de Héctor Cámpora.
Así jugaban en la interna de la dictadura con el sector de Videla y Viola, asociados a los intereses de la URSS socialimperialista, un sector terrateniente y de burguesía intermediaria, contra los sectores pro yanquis y de otras potencias, que tenían sus personeros en Massera, Camps, Menéndez y otros.
El golpe se impuso el 24 de marzo. Ese mismo día los trabajadores mecánicos de la planta de Santa Isabel hicieron un paro contra el golpe como parte de las medidas de lucha que, aunque aisladas, existieron desde el minuto cero de la dictadura. Esa misma madrugada René Salamanca era secuestrado. Casi un mes después César Gody Álvarez, secretario de la zona de Córdoba, también era secuestrado y desaparecido.