Rechazo ciudadano al proyecto de IRSA y Larreta en la Costanera Sur

Desde el 15 de octubre y hasta el 8 de noviembre se desarrolla la audiencia pública en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en la que los/as vecinos/as venimos expresando, en todas las jornadas, un masivo rechazo al proyecto que Rodríguez Larreta y Santilli impulsan en el predio de la ex Ciudad Deportiva de Boca Juniors. En lugar de atender las carencias habitacionales en la CABA, el gobierno porteño votó en la Legislatura beneficiar al grupo IRSA y pretende construir un barrio náutico de lujo en los terrenos de la ex Ciudad Deportiva de la Boca. Barrio de lujo que denominan la “Dubai de Costanera Sur”.  Profundizan así la acumulación de “stock” de viviendas ociosas y destruyen las condiciones ecosistémicas únicas en el predio. Compartimos la intervención del arquitecto Gabriel Delisio en la audiencia pública. Intervencion completa:

«Estamos ante una situación inédita e irrepetible para revertir el proceso que los gobiernos de Macri y Larreta vienen llevando adelante en nuestra ciudad: la densificación urbana a través de la acumulación de «stock» de viviendas ociosas y la reducción de espacios verdes públicos.

Tres ejes:

1. El Estado como vehículo facilitador de negocios para pocos, contrarios a los intereses del conjunto de los habitantes de la Ciudad. 

El proyecto en tratamiento es otro gran negociado inmobiliario de miles de millones de dólares al lado del río para que unos pocos sigan acumulando stock de vivienda suntuosa como reserva de valor a partir de 71 hectáreas que eran tierras públicas y fueron compradas a precio vil con un vicio de origen.

La perspectiva de desarrollo urbano que impulsa el PRO en la Ciudad es que a la Ciudad la hace el mercado y el Estado tiene un rol que consiste en promover oportunidades de negocios.

Este modelo no logró resolver ninguno de los problemas urbanos más evidentes: durante sus 14 años de gobierno: la población en villas se duplicó, la población de hogares inquilinos pasó del 27% al 35% del total de la ciudad y la disponibilidad de espacios verdes es cada vez más insuficiente en relación a lo que se construye.

Entre 2008 y 2018 -último año con datos oficiales disponibles- se autorizó la construcción de 12 millones de m2 de viviendas nuevas, la mitad de las cuales fueron lujosas o suntuosas. Dado que la población de la ciudad se mantuvo estable en ese período, cabe preguntarse para quiénes se construyeron esas viviendas.

No necesitamos más viviendas suntuosas y ociosas como las 6.000 que prevee el proyecto, en un área de la Ciudad que es la que más viviendas deshabitadas posee a metros nomás en Puerto Madero, contribuyendo a la especulación inmobiliaria que busca en estos emprendimientos generar reserva de valor. Nada más alejado de las necesidades de miles de ciudadanxs y familias que se ven forzadas a alquilar o son expulsadas de la Ciudad.

2. El ecocidio que implica seguir cediendo un recurso tan escaso y no renovable como la tierra, sea pública o privada, en función de los intereses mencionados en el punto anterior.

Se necesitan más espacios verdes públicos, no menos. Las largas filas que hoy vemos se forman para ingresar a los parques como el de los niños o la propia costanera sur son la evidencia de la sed de espacios verdes públicos, cuya necesidad a su vez se revitalizó a partir de las enseñanzas que nos deja la pandemia.

En las condiciones ambientales que estamos viviendo mundialmente, hacen que lo verdaderamente «verde» y con perspectiva ambiental debería ser conservar las condiciones de biodiversidad que se generaron en este predio.

El Plan Urbano Ambiental, en su artículo 9 -espacios públicos-, expresa tener como objetivo el incremento, recuperación y mejoramiento del espacio público y de la circulación, de los parques, plazas y paseos y de las áreas de calidad patrimonial, a fin de dar lugar a funciones vitales de todos los habitantes. Este proyecto va en sentido contrario.

3. Argumentos falaces. 

Tanto los argumentos del secretario de Desarrollo Urbano, de la asesora del ministerio, como del arquitecto a cargo del proyecto de subdivisión, cesiones públicas y morfología edificable son falaces: argumentan reiteradamente que sólo hay dos opciones: que el predio siga abandonado o tener un cambio de uso.

¿Por qué no se puede revitalizar esa obra increíble que parece que nunca hubiera existido aunque la disfrutaron multitudes? Recuperar ese parque con sus piletas, su infraestructura deportiva, ¿acaso no es posible? ¿No es la necesidad de miles de porteños? Esparcimiento y deporte, esas son las verdaderas necesidades. No sólo del conjunto de los porteños. También voy a mencionar a los grandes ausentes en los discursos de los funcionarios: los vecinos del barrio Rodrigo Bueno.

¿Qué hacer entonces?

Recuperar el 100% de esas tierras para el uso público con un paseo costanero público perimetral, con una huerta de la ciudad, un instituto terciario de agroecología y permacultura urbana, bioconstrucción, la preservación y producción de humedal y la construcción de centro educativo ambiental, tal como expresa el Proyecto 354-D-2014.

Para llevarlo a cabo es necesario expropiar el predio. Esto es posible en una ciudad rica como la nuestra; y además tenemos antecedente reciente como se ha hecho en pos del interés público con en el Metrobús del Bajo.

Sumado a lo anterior, no podemos obviar el vicio de origen fraudulento que tienen estas tierras, ejecutado por la dictadura militar, que le permitió a un privado hacerse de estas tierras públicas: La ley expresamente establecía que si el CABJ no cumpliera con las cláusulas o las obras quedaran incompletas, el terreno y las obras «pasarán, sin indemnización, a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.»

Además señalaba que «el donatario no podrá enajenar el inmueble». Pero el intendente de facto porteño Cacciatore publicó una ordenanza por la que liberaba al club de la construcción del estadio y le extendía el plazo para la conclusión de las obras. Tres años después, el mismo intendente sancionó otra ordenanza que le daba al club posesión legal de los terrenos mediante una escritura a su nombre, para así poder vender los terrenos. Sí, señores, eso lo hizo la dictadura. Así fue que se vendió.

Hoy somos miles de ciudadanos los que estamos luchando para recuperar lo que es nuestro, al igual que hicimos con Costa Salguero.»

Otros tiempos. La Ciudad Deportiva de La Boca.