El presidente de EEUU, Barak Obama, lo definió como “un acuerdo amplio y a largo plazo con Irán que le impedirá obtener el arma nuclear” (Clarín, 14/7). Y su vicepresidente, Joe Biden, estimó que “haberse alejado de un arreglo habría aumentado la posibilidad de una carrera armamentista nuclear en la región más volátil del planeta” (ídem). El acuerdo pone límites al desarrollo nuclear iraní y a cambio se levantan las sanciones que pesan sobre Irán.
Estrictamente el acuerdo fue firmado entre Irán y el Grupo 5+1: Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido, y Alemania. Los compromisos contemplan para Irán, entre otros puntos: reducir de 19.000 a 5.000 las centrifugadoras usadas para enriquecer uranio, reducir las reservas de uranio enriquecido de 12.000 a 300 kilos, reconvertir el reactor de agua pesada de Arak para que no pueda producir plutonio –también usado en armas nucleares–, y permitir a la AIEA (Agencia Internacional de Energía Atómica) la supervisión del cumplimiento del acuerdo y la realización de inspecciones a instalaciones civiles y militares.
Como contraparte serán levantadas las sanciones que pesan sobre Irán. Estas sanciones fueron provocando severas consecuencias para su economía tanto en el PBI, como en los índices de inflación y los niveles de desocupación. Y el bloqueo puso límites a su desarrollo como potencia petrolera y la explotación de sus reservas (la cuarta a nivel mundial de crudo y la segunda de gas), y su posición se vio, además, debilitada por la caída del precio internacional del petróleo. Ahora se suprimirán las restricciones comerciales, bancarias y para hidrocarburos. Las restricciones para la compra de armas por parte de Irán se mantendrán parcialmente durante cinco años. Irán podrá recuperar los 100 mil millones de dólares que permanecen congelados en cuentas en el exterior y recibir inversiones externas (incluyendo las provenientes de Europa o EEUU), con lo que especulan revitalizar la economía iraní y lograr un mayor peso político en la región.
El acuerdo fue enérgicamente rechazado por Israel. Su primer ministro Netanyahu lo calificó como “un error de proporciones históricas” y la viceministra de Relaciones Exteriores agregó: “una rendición histórica” (bbc.com, 14/7). También se refirió al mismo como “inaceptable” John Boehner, titular de la Cámara de Representantes de EEUU y líder del partido Republicano, que anunció: “haremos todo para detenerlo”.
Intereses imperialistas
Pero desde el punto de vista de la disputa interimperialista, para EEUU la importancia del acuerdo radicaría en sus nuevas necesidades estratégicas. Considerando el tensamiento de las contradicciones con China y Rusia, y teniendo en cuenta que ahora cuenta con importantes reservas propias de petróleo y gas, preferiría enfriar conflictos y ahorrar recursos en Medio Oriente para concentrarse en lo que consideran estratégico para la disputa interimperialista: Asia y el Pacífico. Con este acuerdo especulan que un nuevo rol de Irán en la región les facilite el abordaje de los conflictos en Siria, en Iraq, Afganistán y con Estado Islámico.
Por otro lado, la “legitimación” internacional obtenida por Irán con este acuerdo es vista como positiva por los imperialismos chino y ruso, que podrían multiplicar sus acuerdos comerciales, militares y tecnológicos con Teherán y aceitar sus penetración en la región. En este acuerdo no sólo se pone en juego la cuestión nuclear iraní, sino contradicciones que tienen que ver con el mapa de Medio Oriente y la disputa interimperialista a nivel global.