Refutando la campaña oficialista sobre una supuesta recomposición, las estadísticas oficiales del INDEC muestran el tremendo recorte que han sufrido los salarios y las jubilaciones desde la asunción de Milei. Según sus últimos datos disponibles, desde diciembre hasta junio los salarios perdieron un 15% frente a la inflación (cálculos en base a “Índice de Salarios” del INDEC). Dentro de ese promedio, los estatales retrocedieron un 23%; y la peor parte se la llevan los asalariados no registrados con un 31%.
En el mismo sentido, un informe de la Cámara Argentina de Comercio señala que los ingresos disponibles para realizar consumos después de pagar los gastos fijos (alquiler, expensas, prepaga, colegio, luz, gas, agua y transporte) se ubica en un mínimo histórico.
Esto explica la caída estrepitosa de alrededor del 20% interanual de consumo en supermercados estimada para agosto (Consultora Scentia).
Este brutal hachazo a los salarios no es un resultado del “mercado”, sino de la libertad de sobreprecios en todo menos en el precio de la fuerza de trabajo. Porque para los salarios, el gobierno ya volvió a insistir con poner techo a las paritarias (estatales y privadas) y avisó que no homologará aumentos de más del 2% a partir de octubre.
A la vez, el gobierno pretende “estabilizar” el hachazo a las jubilaciones negando cualquier aumento por encima de la inflación. Para esto acaba de vetar el acotado aumento del 8% sancionado por el Congreso. Las jubilaciones perdieron un 26% desde diciembre; y la mínima, considerando los bonos, un 21% (fuente CEPA). El aumento sancionado por el Congreso equivaldría a un 0,45% del PBI; mientras que el gobierno ha resignado un 0,68% de ingresos fiscales por Bienes Personales. Pero encima ahora quitan los remedios gratuitos del PAMI. Una política criminal.
¿Qué “estabiliza” el gobierno?
En definitiva, el plan gubernamental de “estabilización” de la economía es en realidad garantizar a los monopolios la “libertad” de imponer sobreprecios en sus productos y de pagar salarios miserables. No quiere decir que esto sea “estable” más en general. Porque, para empezar, no parece ser ni social ni políticamente estable. El conflicto político con el Congreso por las jubilaciones y el presupuesto universitario es apenas una muestra.
Además, el plan es económicamente frágil. La contracara de una aparente estabilidad cambiaría es la caída de reservas y el endeudamiento. El fracaso del gobierno reside en que la inflación rápidamente se comió la devaluación de diciembre, dificultando incluso las exportaciones. Tal es así que los productores agropecuarios y los acopladores han almacenado récord de granos en silobolsas a la espera de una nueva devaluación que “sincere” los precios. El gobierno, aferrado a su “logro” de 4% de inflación mensual, quema reservas para intervenir en el dólar MEP y ata si suerte a un hipotético triunfo de Trump en Estados Unidos para recibir un nuevo préstamo multimillonario.
Sinceramiento
No hay nada de novedoso en hachar salarios para comprimir el consumo interno, reducir así las importaciones y recuperar entonces el superávit en la balanza de pagos internacional. Lo mismo había hecho Martinez de Hoz en la dictadura. Lo novedoso ahora es que, por el ajuste de Milei, la Argentina será este año el único país latinoamericano con retracción económica, según estimó CEPAL.
La situación económica y social actual no es un “sinceramiento” de precios. Es el resultado de una política sádica que recorta jubilaciones para bajarles impuestos a ricos y pisa salarios para favorecer a monopolios. Lo real es que con este gobierno ya no se llega a fin de mes y más de un millón de niños se va a dormir sin cenar.