El imperialismo y el monopolio: fase superior decadente del capitalismo

Hace ya más de un siglo, en medio de la Primera Guerra mundial que enfrentaba al Imperio Ruso contra Alemania, Vladimir Lenin analizó que mundialmente el capitalismo de libre concurrencia se había transformado en monopólico e imperialista, y con ello se abría una nueva época revolucionaria que hacía posible el triunfo de las revoluciones socialistas. Por ello, la guerra debía aprovecharse para dar vuelta los fusiles y tomar el poder, lo que se concretaría un año después con el triunfo de la revolución socialista en Rusia bajo la consigna de “Paz, pan y tierra”.

La defensa a ultranza de los monopolios por parte de Milei, tanto en Davos como en la Conferencia Conservadora junto a Trump desde el doctrinarismo que lo caracteriza, pone a foco el pilar en el que se basa el capitalismo en su fase imperialista y financiera tras superar el capitalismo de libre concurrencia a fines del siglo 19. Desde allí cobra coherencia su ataque a los economistas neoclásicos pro capitalistas que, frente a la aparición del fenómeno monopolista en el capitalismo del siglo 20, advirtieron “fallas de mercado” que justificaban la intervención estatal para limitarlos y corregir dichas “fallas” de manera de preservar al mercado como “ordenador natural” de la economía. Por otra parte, realmente “Occidente está en peligro”, o al menos su hegemonía frente a otras potencias imperialistas, particularmente China. Hoy se agudiza la lucha nacional entre potencias y la guerra interimperialista mundial parece haber vuelto a estar a la orden del día.

Milei ha llegado a la presidencia no solo por el apoyo de una derecha reaccionaria dentro de las clases dominantes. Ha capitalizado, en una parte de los trabajadores y las capas medias, el descontento ante la reducción salarial inflacionaria, la precarización laboral, la angustia de la inseguridad, junto a la falta de perspectiva para la juventud. Ha logrado convencerlos de que toda esta situación fue creada exclusivamente por lo que denomina “populismo”, como promotor del déficit fiscal y la emisión monetaria. Las consecuencias de sus medidas y su teoría empiezan ahora a sentirse brutalmente.

Pero la decadente situación social de la Argentina no es la excepción. Por el contrario, siendo un país dependiente, aún conserva un sistema de jubilación, salud y educación pública gratuitas, que justamente Milei se propone acabar como parte de la reducción del gasto público. La pauperización de las masas es el rasgo distintivo del mundo actual.

Además, en las últimas décadas el dominio del capital financie ro también en toda la producción agropecuaria se tradujo en la expulsión de masas de origen campesino hacia los cordones de pobreza de las urbes. La fábrica de pobres es el capitalismo monopolista y financiero; y su guerra ya está sumando además millones de muertos en Ucrania, Gaza y Medio Oriente.

Una de las razones que le ha permitido a Milei capitalizar paradójicamente el rechazo a las nefastas consecuencias del capitalismo es la maceración teórica de que el capitalismo es históricamente “la forma superior y más eficiente para la producción de mercancías y servicios”, el fin de la revolución social. Convergen en esto, tanto desde el liberalismo económico de Milei y la teoría del fin de la historia de Fukuyama en los ‘90, como también el estatismo embellecedor del capitalismo monopolista imperialista de Estado de China, que incluye también formas mixtas o privadas, aunque formalmente se presente todo eso como “socialismo con particularidades chinas”. En última instancia la derrota de las Revolución Rusa en 1968 y China en 1978 en manos del camino capitalista de Kruschev o Ten Xiao Ping es el hecho político detrás de este debate. De allí la importancia del análisis fundamentado por Lenin, que ubica que con la fase imperialista del capitalismo se abrió una nueva época revolucionaria.


“…las crisis de toda clase, sobre todo las crisis económicas, pero no solo éstas, aumentan a su vez en proporciones enormes la tendencia a la concentración y al monopolio.” (Lenin)


Época revolucionaria que pasaba a hacer posible el triunfo de revoluciones socialistas o antiimperialistas de liberación nacional y social en los países oprimidos y que abarcará todo un período histórico con avances y retrocesos, triunfos y derrotas, pero necesariamente destinado a sepultar al capitalismo. Por la misma ley histórica y forma revolucionaria que el capitalismo sepultó al feudalismo. Nada es eterno.

La pauperización de las masas, la crisis latente tras décadas de expansión de la economía capitalista, la agudización de la lucha interimperialista ya en forma de guerra, también está motorizando y abriendo la posibilidad de procesos liberadores para las naciones y pueblos oprimidos.

Aunque se presente hoy adverso, el gobierno del Frente de Todos, si algo dejó claro en su impotencia, es dónde están algunos nudos a romper para la resolución de las necesidades de los trabajadores y el pueblo en la Argentina, como por ejemplo la necesidad de una empresa estatal de alimentos que se jugó con Vicentín, el canal Magdalena y el control de la hidrovía Paraná, etc. En la defensa de los sistemas de educación, salud y jubilación públicos estatales, en la lucha por el sistema de Ciencia y Tecnología y una YPF estatal, y la imperiosa necesidad de empresas estatales de alimentos y medicamentos, está hoy el programa en que reside la necesidad de ese nuevo Estado popular revolucionario y la nueva democracia como sistema político. El único camino que nos permitirá superar la dependencia y la decadencia del sistema capitalista monopolista imperialista.

La teoría de Lenin

En medio de la Primera Guerra Mundial, en 1916 Lenin analizó en “El imperialismo”[1] los cambios en el sistema capitalista y el desarrollo de su fase imperialista. Un año después en 1917, el triunfo de la Revolución Rusa corroboró los fundamentos analizados por Lenin sobre que la nueva fase imperialista del capitalismo abría una época revolucionaria en la historia: la época del imperialismo y las revoluciones proletarias.

La teoría leninista plantea que esta época ha dividido el mundo en países opresores y oprimidos y que las tres grandes contradicciones que lo atraviesan son:

• La que existe entre la burguesía y el proletariado (clase obrera).

• La que opone a los países opresores imperialistas con los países oprimidos.

• La que enfrenta a las potencias imperialistas entre sí.
Lenin aclara que este libro aborda las particularidades económicas fundamentales del imperialismo. Esta nota pretende sobre todo, ser una invitación al estudio del libro.

De la libre competencia al monopolio

Desde fines del siglo XIX se produjo un proceso de concentración de la producción y el capital que engendró el monopolio. Esta es la base económica del imperialismo. El capitalismo de libre concurrencia (libre competencia) se transformó en capitalismo monopolista. “…La competencia se convierte en monopolio. De aquí resulta un gigantesco progreso de la socialización de la producción…”. La libre competencia entre los capitalistas hizo que los peces grandes fueran comiéndose a los chicos, concentrándose, hasta quedar la producción y el mercado en manos de unos pocos monopolios. Lenin además escribe “…las crisis de toda clase, sobre todo las crisis económicas, pero no solo éstas, aumentan a su vez en proporciones enormes la tendencia a la concentración y al monopolio.”

¿Qué instrumentos y mecanismos le permitieron al capitalismo concentrarse en manos de la burguesía monopolista? Lenin enumera los medios a los que acuden: “1) privación de las materias primas; 2) privación de Ia mano de obra mediante alianzas (esto es mediante acuerdos entre los capitalistas y los sindicatos obreros para que estos últimos acepten trabajo solamente en las empresas cartelizadas); 3) privación de los medios de transporte; 4) privación de los mercados; 5) acuerdos con los compradores para sostener relaciones comerciales solamente con los cartels (agrupaciones monopolistas); 6) disminución sistemática de los precios (para arruinar a las empresas que no se someten a los monopolistas); 7) privación del crédito; 8) declaración de boicot; (…) nos hallamos ante la estrangulación por los monopolistas de todos aquellos que no se someten al monopolio, a su yugo, a su arbitrariedad…”

Última etapa del capitalismo

El capitalismo genera a la clase obrera y abre un proceso de socialización de la producción superando la producción individual, campesina y artesana del feudalismo. El imperialismo, con el monopolio concentra la producción y a la clase obrera en gigantescas unidades productivas, socializando aún más la producción, transformando al proletariado en una clase poderosa. Esto no sólo ocurre en los países imperialistas, sino también en los países oprimidos (dependientes, coloniales y semicoloniales), a donde los monopolistas llevan sus empresas para explotar, directamente allí también a la clase obrera, que así también se desarrolla y concentra en esos países. Además en los períodos de crisis mundial, como la que estamos atravesando, al ejército de reserva permanente –la fuerza de trabajo desocupada, con la que regula el precio de la mano de obra ocupada– se le suman millones de nuevos desocupados. Esto se acentúa en los países oprimidos en los que los imperialismos descargan el peso principal de la crisis del sistema. Como en la Argentina donde hoy avanza la desindustrialización.

Para dominar, en los países oprimidos el imperialismo se asocia a los terratenientes y a la burguesía intermediaria, subordinándolos. Así se desarrolla deformadamente el capitalismo en ciertas ramas, en función de los intereses imperialistas, de su división internacional del trabajo y no de las necesidades nacionales. En esencia la dominación y el latifundio traban el desarrollo capitalista y permiten, en mayor o menor grado, la subsistencia de relaciones de producción precapitalistas en los distintos países oprimidos.

Los cinco rasgos

Lenin afirma: “…si fuera necesario dar una definición breve del imperialismo debería decirse que el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo. Una definición tal comprendería lo principal, pues, por una parte, el capital financiero es el capital bancario de algunos grandes bancos monopolistas fundidos con el capital de los grupos monopolistas de industriales y, por otro, el reparto del mundo es el tránsito de la política colonial que se expande sin obstáculos en las regiones todavía no apropiadas por ninguna potencia capitalista, a la política colonial de dominación monopolista de los territorios del globo, enteramente repartidos…” “ …conviene dar una definición del imperialismo que contenga sus cinco rasgos fundamentales, a saber:

• La concentración de la producción y del capital, llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, que desempeñan un papel decisivo en la vida política.

• La fusión del capital bancario con el capital industrial y la creación sobre la base de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera.

• La exportación de capital, a diferencia de la exportación de mercancía, adquiere una importancia particular.

• La formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, los cuales se reparten el mundo.

• La terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes.”

Etapa de transición al socialismo

Lenin demuestra que “…el imperialismo es una etapa de transición del capitalismo a un orden social y económico más elevado”. Es la etapa de transición entre el capitalismo de libre competencia y el socialismo, porque en esta etapa se agudiza al máximo la contradicción entre la producción que es cada vez más social, y la apropiación cada vez más privada. Contradicción irresoluble dentro del modo de producción capitalista, que solo la revolución socialista puede resolver socializando no sólo la producción sino también la apropiación, es decir la distribución de lo que se produce.


Para dominar, en los países oprimidos el imperialismo se asocia a los terratenientes y a la burguesía intermediaria, subordinándolos. Así se desarrolla deformadamente el capitalismo en ciertas ramas, en función de los intereses imperialistas, de su división internacional del trabajo y no de las necesidades nacionales.


Es un error pensar que los monopolios no tienen patria. El carácter “transnacional” que les da la exportación de capital, es decir la instalación de filiales locales e inversiones en otros países, o las fusiones como formas de alianza o subordinación entre monopolistas, no sitúan a los monopolios por encima de los Estados. Por el contrario, esta etapa del capitalismo, ha dado lugar al surgimiento de Estados imperialistas, que representan y defienden los intereses de sus burguesías monopolistas en todo el mundo, a través de sus embajadas, sus representaciones comerciales, delegaciones políticas y empresariales, sus servicios de inteligencia y sus ejércitos. Así los Estados imperialistas controlan no solo la economía y las finanzas, sino todas las principales palancas de los Estados de los países que oprimen.

En la época del imperialismo y las revoluciones proletarias, el imperialismo ha dividido al mundo en países opresores y países oprimidos, y el proletariado internacional lucha al lado de estos últimos y las revoluciones de liberación nacional confluyen y son parte de la revolución proletaria mundial. Por eso, en los países dependientes como la Argentina, que además es un país disputado por varios imperialismos, el inicio de la revolución es de tipo democrático y popular, agrario y antiimperialista, en marcha al socialismo.

El eslabón débil del sistema imperialista, su punto débil, está en la dominación de los países oprimidos: es decir en la capacidad del imperialismo de poder mantener esa dominación, como se ve en la situación de Medio Oriente y Sudamérica.

Las caras del imperialismo

El imperialismo no debe ser reducido a una política. Es un proceso político, económico, social e histórico. En todo caso, se asientan políticas demócratas, republicanas, liberales, fascistas, militaristas, etc.

Actualmente, vivimos en un mundo en el que la lucha abierta por la hegemonía imperialista mundial entre EEUU y China se abre paso, todavía en un mundo de multipolaridad imperialista. La Guerra en Ucrania, desatada tras la invasión rusa, la ampliación de la OTAN, las tensiones alrededor del secesionismo de Taiwán, muestra que la disputa y la lucha interimperialista se está acentuando. También la de los pueblos contra la opresión. En nuestro país enfrentamos a Milei y su política abiertamente monopolista y privatista en favor de EEUU, Inglaterra e Israel.

El rol de la clase obrera y los pueblos sigue vigente. Conocer las leyes esenciales de esta época desentrañada por Lenin es una tarea de los revolucionarios para avanzar en el camino de la liberación nacional y social.

“Proletarios de todos los países y pueblos oprimidos, uníos” [2]
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[1] Vladimir Lenin (1917). “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, Moscú.
[2] En el 2º Congreso de la Tercera Internacional Comunista de 1920, se aprobó el cambio de la consigna “Proletarios de todos los países uníos” por “Proletarios de todos los países y pueblos oprimidos, uníos”.