Ganancias empresariales garantizadas

A partir del 1º de febrero rigen las nuevas tarifas de suministro eléctrico con aumentos de entre 450% y 750%, incluyendo impuestos. Según el propio ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, el objetivo de la medida es eliminar los subsidios a las empresas distribuidoras, que en 2015 alcanzaron los a 2.566 millones de dólares (sin tener en cuenta los subsidios a generadoras, transportistas y en compra de combustible) y que podría alcanzar este año a 4.000 millones de dólares. Esto no implica directamente un mejor servicio, sólo que el Estado se va a ahorrar este monto y va a ser reemplazado por el aporte de los usuarios. La magnitud de estos “aportes” es similar a la oferta que hizo el gobierno nacional a los fondos buitres: 6.500 millones de dólares.

El esquema de funcionamiento del mercado eléctrico no cambiaría demasiado: seguirán existiendo las empresas privadas distribuidoras, transportistas y generadoras, cuya ganancia fue garantizada por los subsidios estatales de los últimos años (que también pagábamos todos) y que incumplieron con los planes de inversión, generando redes de distribución actualmente colapsadas. Por lo tanto, como el fin buscado de estas empresas sigue siendo su ganancia, nada asegura que ahora se vaya a resolver el problema de los cortes de luz.

Otro argumento que esgrime el ministro es que el retraso en el aumento de tarifas promovió la explosión de la demanda, y que un ajuste va a promover la disminución de la misma y una mayor eficiencia. O sea que los culpables de los cortes… ¡seríamos nosotros! Claro, ¿a quién se le ocurre prender el aire acondicionado cuando la temperatura supera los 30º?

Sin embargo, la ineficiencia energética se ha permitido –por ejemplo– en el rubro de la construcción en todo el país y particularmente en la Ciudad de Buenos Aires. Por lo general, las nuevas edificaciones no cuentan con Gas Natural y tienen una pobre aislación térmica (paredes finas y ventanas sin cortinas de enrollar, etc.). Es evidente que este esquema provoca mayores gastos de energía eléctrica para cocinar, calefacción y refrigeración. ¿Por qué Aranguren ni menciona este problema?

La solución debe venir de la mano de la estatización de las empresas que brindan este servicio esencial, deshaciéndose de los privados parasitarios cuyas ganancias pagamos todos. Sólo así será posible pasar a tener una planificación de los recursos energéticos en función de las necesidades del pueblo.