Inflación: ¿desbocada por la herencia o por las medidas de Milei?

Durante su campaña, Milei puso el eje en resolver la inflación. Sin embargo, el nuevo gobierno logró su duplicación, alcanzando el 25,5% en diciembre y se estima superior al 20% en enero. El gobierno afirma que este tremendo salto es producto de la “peor herencia de la historia”, pero en verdad es producto de sus propias medidas económicas.

De hecho, cuando preanunció que íbamos a una “estanflación”, lo reconoció tácitamente. El objetivo del gobierno es licuar salarios, jubilaciones y Leliq.

Megadevaluación

La brutal devaluación del 120% en diciembre tuvo, como era de esperar, su traslado a precios. Esto se debe a que incluso los productos nacionales tienen una parte importada y a que los monopolios pretenden cobrarnos precios internacionales en el mercado nacional.

Este aumento de precios debido a la devaluación del peso no se reduce a lo que ya sufrimos en diciembre sino que se prolonga. De hecho, en la CABA ya se registró una inflación del 21,7% en enero (IPCBA). Y los precios mayoristas en diciembre aumentaron un 54,0%, el doble que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 25,5% del Indec en ese mes. El traslado de los precios mayoristas a minoristas es sólo cuestión de tiempo.

Para justificar la megadevaluación se insistió con que el dólar estaba “atrasado”. Sin embargo, ahora el dólar oficial pasó a estar con esta medida del gobierno en su valor más alto desde 2003, tras la salida de la convertibilidad. Esto surge de analizar la evolución del Índice del Tipo de Cambio Real Bilateral con Estados Unidos (ITCRB) elaborado por el Banco Central, que compara el tipo de cambio peso-dólar frente a la inflación. Dicho de otro modo: aún considerando la inflación, el dólar fue aumentado a un precio superior al que tuvo en los últimos 20 años.

Libertad de remarcar sin control

En verdad, la disparada inflacionaria se aceleró inmediatamente después del triunfo de Milei en el balotaje. Esto es porque se cayó de hecho lo poco que quedaba de los acuerdos de “Precios Justos” con un gobierno ya derrotado en las elecciones. Y porque los monopolios evaluaron bien qué venía a hacer Milei. El DNU quitando controles públicos y “derogando” la Ley de Abastecimiento y la Ley de Góndolas explicitaron su política de “libertad” de remarcar sin control para los monopolios; “libertad” que en realidad ataca la libertad del pueblo de tener precios accesibles.

En un mercado monopolizado, el resultado de la oferta y la demanda no es que el precio llegue a su valor, sino que terminamos pagando un sobreprecio maximizando la ganancia de esos monopolios. Así pueden acceder a los productos sólo aquellas familias que puedan pagar el precio fijado; o dejan de hacer algunos gastos para priorizar otros. Esto se ha hecho especialmente grave en el rubro alimentos, altamente monopolizado en la Argentina, al punto que las familias de menores recursos ya empezaron a reducir la cantidad de comidas diarias. De hecho, la Canasta Básica Alimentaria subió en diciembre un 30,1%, por encima de la inflación mensual. Hoy, según el Indec, la mitad o más de los ingresos de una familia pobre se va en alimentos.

Libre exportación

El espiral inflacionario se ve alimentado además por la “liberación” de las exportaciones. De este modo, si no se puede vender carne, harina o arroz a precios altos en el mercado local, podrá exportarse a otros países. El efecto concreto de esta medida es que los precios locales tenderán a los precios del comercio internacional, disociándose de su costo real con salarios que no están en precios internacionales.

Un producto clave es el combustible, cuyo precio se ha más que duplicado durante este mes y pico de gobierno. Desde el balotaje, los aumentos de combustible sumaron un 170% (aún cuando las petroleras habían ya obtenido un aumento del 10% tras haber desabastecido el mercado previo al balotaje). Esto ocurre porque el gobierno busca “llevar el precio de los combustibles a la paridad de exportación” (el precio internacional), según admitió el presidente de la Cámara de Empresarios de Combustibles, Raúl Castellanos. Es decir, pagamos la nafta y el gasoil como si Argentina no produjera combustibles y debiéramos importarlo.

La importancia particular de los combustibles, y especialmente el gasoil, es que su precio determina los costos de transporte y producción, especialmente la producción agropecuaria. Para peor, ahora YPF, en lugar de operar con su oferta para acercar el precio del combustible a su costo nacional y dinamizar así la economía, se suma a los aumentos. De este modo, durante 2023, YPF subió el combustible un 268% mientras que la inflación anual fue del 211%.

Licuación salarial y emisión

El gobierno de Milei no promueve ningún tipo de actualización salarial, ni en los estatales ni en los privados. Algunos sectores claves podrán lograr aumentos importantes en sus paritarias. Pero en general los asalariados ya nos quedamos muy atrás de la inflación en este último mes y la perspectiva no es revertirlo. Y esto afecta aún más a los jubilados, porque su fórmula de actualización depende de las paritarias y de la recaudación previsional, actualizada cada tres meses.

Todo esto es así porque el gobierno busca efectivamente licuar salarios y jubilaciones, como uno de los medios para alcanzar el déficit cero. Y para resolver salarios “competitivos” para la exportación. Es una política económica que no le importa el mercado interno sino que está pensada para beneficio de los monopolios exportadores, a quienes glorifica como “héroes”. Esta licuación también tiene como objetivo achicar la bola de Leliq en manos de los bancos.

El gobierno achicó sus intereses por debajo de la inflación y pasó a emitir grandes cantidades de pesos para pagar estos bonos y liquidarlos. Esta emisión, a su vez, genera más inflación, aunque parece que ahora no importa. De este modo, no es que los bancos pagan el costo de reducir esta bola de bonos, cuyo volumen había aumentado efectivamente a niveles peligrosos. En cambio, terminamos siendo el pueblo y los trabajadores quienes absorbemos el costo, con la inflación y el atraso salarial. De este modo sería cómo Milei nos llevaría a la dolarización.

Estanflación

Por ahora el único límite a la inflación es la recesión planificada de la economía nacional desde el gobierno, sintetizada en la consigna “no hay plata”. Si hay recesión, baja el consumo y esto pondría algún freno a los aumentos. Con la baja del consumo, bajan también las importaciones y la demanda de divisas extranjeras del Banco Central. A este fenómeno de fuerte inflación y recesión se le llama “estanflación”, tal como recordó el propio Milei luego de ganar el balotaje para describir la Argentina que se venía. La última vez que padecimos estanflación fue en 1976 con la dictadura: en ese año la economía cayó un 2% y hubo más del 400% de inflación. Ahora, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa acaba de publicar un informe indicando que las ventas minoristas cayeron un 28,5% –comparado con enero de 2023–; los alimentos y bebidas, un 37,1% menos; y los artículos de Farmacia, ¡un 45,8%!

La recesión como forma de parar la inflación equivale a matar al paciente como forma de terminar con la enfermedad. Peor aún si terminamos entrando en una recesión con hiperinflación, que no se puede descartar. En cualquier caso, si el plan del gobierno funciona y logra que el pueblo tolere la hambruna, tal vez pasaría a haber una economía ordenada… O reordenada en función de las necesidades de los grupos exportadores: libertad plena de exportar todo, salarios de hambre, consumo interno reducido a su mínima expresión y reducción de gastos públicos para achicar impuestos. La inflación sigue siendo, como antes, un mecanismo de la puja distributiva. Solo que ahora es promovida sin asco en beneficio de los monopolios, en contra del bolsillo popular. El problema de Milei es que, a poco de andar, las organizaciones populares ya salimos a enfrentarlo con cacerolazos y con el paro nacional.