¿La economía mundial entra en crisis?

La reactivación mundial “ha perdido ímpetu y la incertidumbre ha aumentado”, admite el FMI en su Panorama Económico Mundial recientemente publicado. De hecho, ha bajado su pronóstico de crecimiento para este año: tras una caída global del 3,9% en 2019, ahora estima que este año se crecería un 5,9%. El “efecto rebote” a la salida de la pandemia es menor al que esperaba. Esto no se explica simplemente por las nuevas variantes del covid, sino que asoma una nueva crisis del sistema capitalista imperialista mundial. El default del gigante inmobiliario chino Evergrande es una muestra. A esto se le suma también el incumplimiento del desarrollador de departamentos de lujo en China Fantasía Holdings. Y también en EEUU hay un debate empantanado en el Congreso sobre el límite de endeudamiento del estado, que Joe Biden pide aumentar en 3 billones de dólares, pero este mecanismo ha llegado a un peligroso nivel incluso para la primera potencia imperialista del planeta.

¿Por qué esta crisis será más grave que las dos anteriores?

La anteúltima crisis económica fue a mediados de los 90’s a partir de la llamada crisis del Tequila en 1994. En ese momento, el capitalismo mundial salió dinamizado con la asociación entre Estados Unidos y China. Estados Unidos aportó tecnología y grandes inversiones en China. China aportó al mercado mundial la incorporación de millones de trabajadores a la producción industrial, con sueldos y condiciones de superexplotación. Esto contribuyó a la ofensiva mundial contra los derechos laborales y la clase obrera en todo el mundo. A su vez, los monopolios estadounidenses, localizados en China, lograron super ganancias aunque a costa de un monumental endeudamiento de Estados Unidos para pagar los productos importados desde el gigante asiático.

La última crisis comenzó en 2009. Entonces, el capitalismo mundial salió del empantanamiento con un inusitado endeudamiento de los estados y subsidios a bancos y empresas. A partir de ese momento se volvieron “normales” las deudas públicas superiores a su propio PBI: Japón con 257%; Italia, 133%; España, 122%; Estados Unidos, 134%…

El mega endeudamiento no resuelve pero sirvió para “huir para adelante”. Tal es así que hay quienes afirman que en realidad esa crisis continúa.
Esta crisis marcó el inicio del fin de la asociación de EEUU y China, pasando a la guerra comercial con Donald Trump y ahora a los preparativos militares con epicentro en Taiwán.

Todavía hay muchas empresas estadounidenses en China y es probable que vayan saliendo. La importante emisión monetaria en Estados Unidos no tiene que ver sólo con la asistencia ante la pandemia, sino especialmente con un mecanismo para dinamizar su economía en su disputa con China. Esto derivó en una elevada inflación interanual del 5,4% en Estados Unidos, más del doble de lo que venía siendo. Desde nuestra experiencia argentina, nos puede parecer poco un 5,4% anual, pero esta inflación le quita utilidad al dólar como medio de reserva de valor, sumando complejidad a las ya sobre endeudadas finanzas mundiales. Todo indica que este mecanismo ha llegado a un límite y habrá que estar atentos a las consecuencias.

En este contexto, el FMI pretende cobrar la deuda que creó con Macri para zafar y fugar a los fondos de inversión, violando incluso el estatuto del Fondo que justamente bloquea este tipo de “salvatajes” y de financiamiento de campañas como fue la de fallida reelección de Macri. La teoría de pactar devoluciones de deudas “sostenibles” hoy se vuelve aún más imposible y falsa. El propio Alberto Fernández expresó ante un foro del G20 que estamos ante “el riesgo de una crisis generalizada de deudas externas en los países en desarrollo que se abate sobre el planeta”.