Macri, “terrorismo” y narcotráfico: de rodillas hacia Washington

Mike Pompeo recibido con honores por Macri.

La presencia en la Argentina del secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo volvió a mostrar el grado de rastrerismo que Macri está dispuesto a exhibir ante Washington, para que Trump lo acaricie y el FMI le siga desembolsando dólares para mantener la “estabilidad” hasta las presidenciales de octubre.

Pompeo vino como parte de una gira latinoamericana y para presidir la Segunda Conferencia Ministerial Hemisférica de Lucha contra el Terrorismo, abroquelando a los gobiernos de la región detrás de su estrategia imperialista apuntada contra Irán y Hezbollah. El gobierno macrista se arrodilló sin vergüenza ante el proyecto yanqui y mediante un decreto –para que no se discutiera en el Congreso– creó un “registro público” de personas “sospechosas” de estar vinculadas a “actos de terrorismo y su financiamiento”, una fórmula vaga que apunta a declarar “organización terrorista” al partido libanés Hezbollah y potencialmente al propio gobierno de Irán. Prácticamente ningún país del mundo tiene un “registro de sospechosos” como ése (que puede ser fácilmente convertido en un instrumento legal de represión política). Casi todos se atienen al listado de las Naciones Unidas (ONU), en el que figuran organizaciones como Al Qaeda y los talibanes pero no Hezbollah.

Como señaló la Confederación de Entidades Argentino Árabes (Fearab Argentina), “a diferencia de grupos extremistas internacionalmente reconocidos como Al Qaeda, ISIS o Frente Al Nusra, que parecen no preocupar a esta iniciativa, el movimiento político libanés Hezbollah es un partido político oficial con actual participación en el Gobierno de la República del Líbano, que encabeza el presidente Michel Aoun, así como con una presencia de 13 bancas de las 128 del Parlamento”.

El gobierno del Líbano era hasta ahora un gobierno amigo de la Argentina. Pero la movida macrista echa a la basura la política de neutralidad y no injerencia en los asuntos internos de otros países (también lo hace con Venezuela), metiendo al país de cabeza en el conflicto del Medio Oriente. Asó lo había hecho Menem en los ‘90 y su consecuencia fueron los atentados en Buenos Aires contra la embajada de Israel en marzo de 1992 y contra la AMIA en julio de 1994.

Con este decreto se agranda el peligro de que la Argentina pueda ser blanco de acciones de grupos fundamentalistas (islámicos o de otro cuño) y de cualquier tipo de provocaciones: Trump amenazó ya más de una vez con bombardear a Irán, y abandonó unilateralmente el acuerdo de limitar el desarrollo nuclear de ese país a fines no bélicos, que los propios EEUU habían firmado con Teherán junto con Rusia, China, Alemania, Francia y Gran Bretaña. Ahora el macrismo ató por decreto a nuestro país detrás del belicismo de Trump: esta actitud servil ante los imperialistas es lo que Macri entiende por “estar en el mundo”.

Uso descarado y siniestro del atentado a la Amia

Fundada en el Líbano en 1982 para la lucha contra la invasión israelí a ese pequeño país del Oriente Medio, Hezbollah es una organización política islámica chiíta de un país del tercer mundo como nosotros, cuyo brazo armado lucha contra la ocupación que Israel mantiene con apoyo de Estados Unidos y de Inglaterra a territorios palestinos y de otros países árabes como Siria y Jordania. Por eso la mayoría de los países árabes considera que Hezbollah lleva una lucha legítima.

El macrismo justifica el decreto tomando como cierta la acusación de que Hezbollah tuvo responsabilidad en los atentados contra la Embajada y la Amia. Una acusación nunca probada y basada sólo en informes de inteligencia de la CIA yanqui y del Mossad israelí direccionados desde el inicio contra Irán y la organización libanesa. El Hezbollah siempre las negó asegurando, además, que sólo llevan a cabo acciones armadas en Medio Oriente. Toda la investigación desarrollada en los 25 años transcurridos mostró ser un puro montaje que ni la Interpol, ni la Justicia argentina, ni el FBI norteamericano pudieron confirmar ni suscribir. Aún hoy no hay condenas dictadas contra nadie, por ninguna de las dos causas. Lo que sí hay son presunciones de complicidad del gobierno macrista con el encubrimiento de los posibles autores del atentado: por eso el ministro de Justicia Garavano cortó abruptamente el reportaje de El Destape Radio cuando se le preguntó por qué el gobierno había cambiado de postura y de hecho borrado la acusación de encubrimiento que pendía sobre los fiscales de instrucción Müllen y Barbaccia.

El cuento yanqui del narcotráfico

Macri gritonea su alineamiento con Trump y otros grandes matones imperialistas del mundo en “pro” de seguir recibiendo el salvavidas de más de 50.000 millones de dólares que lo sostengan en la superficie y con posibilidades electorales en medio de la tremenda crisis en que sigue hundiendo al país.

El secretario yanqui Pompeo y unos 20 cancilleres latinoamericanos firmaron un documento que llama a todos los países de la región a etiquetar a Hezbollah como grupo terrorista, advierte a la “comunidad internacional” contra la influencia de Irán en la zona, y busca aumentar la “cooperación” con Estados Unidos con el remanido argumento del narcotráfico (de cuya utilización los yanquis saben mucho, como salió a luz en los ‘80 cuando la CIA vendía droga colombiana para financiar la contrarrevolución nicaragüense).

El argumento del terrorismo no es más que el pretexto con que los imperialistas yanquis buscan recuperar terreno político en América Latina, alinear a los gobiernos de la región bajo su hegemonía y la “ayuda” militar del Comando Sur norteamericano para voltear a Nicolás Maduro y poner en Venezuela un gobierno títere; contrarrestar la penetración de rivales como China y Rusia, y agitar el espantajo del “terrorismo” para multiplicar y ajustar mecanismos represivos y de coordinación de las fuerzas “de seguridad” para prevenir y aplastar las luchas de los pueblos contra el rumbo entreguista y hambreador que las oligarquías latinoamericanas vienen imponiendo con inspiración y apoyo material de Washington.

Por eso la embajada norteamericana, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y Clarín y La Nación machacan día tras día sobre las “bandas de narcotraficantes que operan en la región” y que supuestamente financian a esas organizaciones “terroristas”. Todos al mismo tiempo, curiosamente, “olvidaron” el caso del intendente de la ciudad de Paraná Sergio Varisco, macrista de “Juntos por el Cambio”, largamente denunciado precisamente por los lazos “fluviales” con el narcotráfico sobre los que tantas veces cacareó Lilita Carrió…