Récord de ocupación de terapia intensiva en CABA

La Ciudad de Buenos Aires alcanzó un nuevo récord de ocupación de camas públicas de terapia intensiva (UTI) con 378 camas ocupadas (84%), según datos de GCABA. Esto en un contexto del sector privado ya saturado en CABA, derivando pacientes al sector público de la Ciudad y a la provincia; y de una ocupación del 77% de camas UTI en el AMBA (según datos del Ministerio de Salud de Nación). Esto significa que sólo quedan 72 camas UTI en toda la CABA y que, además, se tarda cada vez más tiempo en encontrar una. En CABA, Gilda Zurita, enfermera de 52 años del Hospital Penna, murió tras estar esperando 48 horas una cama de UTI. Y ya superamos las 500 muertes diarias.

Ante el DNU presidencial que dispuso nuevas restricciones (anunciado el pasado 14 de abril), el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta había argumentado para oponerse que “la ocupación de camas de terapia intensiva públicas está en el 53% de su potencial”. En el medio, se “olvidó” mencionar que el subsector privado ya tenía saturadas sus camas de terapia intensiva y minimizó el acelerado ritmo de contagios. Según Larreta, había que “esperar a que pasen los 10 o 12 días (…) para ver los resultados” de las medidas resueltas la semana anterior. Pero los hechos demostraron que había sido correcto establecer más restricciones.

Cuando Rodríguez Larreta hizo su presentación ante la Corte Suprema, la ocupación de camas UTI ya crecía a ritmo vertiginoso: 27,3% respecto la semana previa. La semana siguiente creció otro 30,5%, superando ya el máximo alcanzado durante la primera ola en agosto de 2020. Y aquel viernes 16 del amparo larretista, registramos el máximo de casos: 29.472 registrados en un día. De más no está decir que las estadísticas también evidencian que CABA es hoy el epicentro de la epidemia en nuestro país (ver gráfico). No es que no había elementos para prever la grave situación actual, sino que el gobierno porteño –incluyendo a su ministro de Salud Fernán Quirós– simplemente eligió negarlos. 

En el punto más discutido, la presencialidad escolar, tampoco hay evidencias que justifiquen mantenerlas abiertas mientras nos quedamos sin camas de terapia. El famoso “menos del 1%” de contagios en escuelas según Larreta y Quirós no alcanza (¡y tampoco fue publicado en ninguna revista científica internacional!). Pero, además, han querido negar el aumento de la circulación que genera la escolaridad. Porque en concreto, en el AMBA, la escolaridad no sólo aumentó un 25% la circulación (según cifras del Ministerio de Transporte), sino que en este año se ha registrado un aumento mayor de infectados niños que del resto de la población, aún cuando tienen mayor proporción de casos asintomáticos. 

También conviene insistir con el hecho de que si el sistema no terminó de colapsar, es gracias a la vacunación en curso. Durante la primera ola, el promedio semanal había alcanzado unos 15 casos diarios como máximo. Ahora ya superamos los 24 mil, pero a una velocidad drásticamente superior debito en gran medida a la alta contagiosidad de las nuevas mutaciones (como la Manaos). En la última semana los casos han dejado de subir. Pero quizás no alcance: es necesario que bajen la cantidad de nuevos contagios diarios.