Desalojo de Pepsico: crónica desde el lugar de los hechos

Durante la noche del martes, acorde a la solicitud ilegal del fiscal Larramendi de que el desalojo a los trabajadores se realizara en horas nocturnas, las fuerzas policiales empezaron a rodear la planta de Pepsico en Florida, al tiempo que se podía ver un helicóptero rondando el perímetro. La respuesta fue una rápida denuncia y la movilización de cientos de trabajadores y otras personas al lugar en solidaridad y contra la represión, con lo que se montaron cinco piquetes en las calles cercanas.

Tras pasar una tensa noche, en donde también llegó la Gendarmería, alrededor de las 8 de la mañana finalmente empezó la represión. Unos 500 efectivos de Infantería avanzaron en pelotón sobre los trabajadores y sus acompañantes, que estaban encabezados por las mujeres trabajadoras de Pepsico y resistieron todo lo que pudieron. Con sus escudos, repartiendo palazos, balas de goma y con una brutal lluvia de gas pimienta, lograron dispersar a los que se mantenían afuera de la planta, que prendieron fuego neumáticos y cantaban a los gritos: “Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode” y «Qué vergüenza das Vidal, reprimís a las obreras que están defendiendo su derecho al pan».

Hubo varios detenidos, a uno de los cuales, ya reducido, un policía golpeó salvajemente con una patada en el estómago. También fueron agredidos y golpeados varios periodistas. El ridículo fue que, habiendo planteado la fiscal que el desalojo se hacía por un supuesto peligro de contaminación, fue la policía misma la que rompió un caño de gas que podría haber terminado en tragedia.

Adentro quedó un grupo de obreros resistiendo, que se hicieron fuertes en el techo mientras arrojaban pintura, piedras, tachos y todo lo que encontraban a los efectivos policiales. Un grupo especial de policías y civiles forzó la puerta y llegó hasta el techo, donde se iniciaron negociaciones para garantizar la integridad física de los trabajadores y evitar una tragedia con un forcejeo al borde de un precipicio.

Finalmente, con la intermediación de legisladores y referentes de organizaciones de derechos humanos, los obreros salieron con la garantía de no ser detenidos. Así, los 21 obreros que quedaban adentro salieron con las manos en alto, todos juntos y cantando, tras lo cual hablaron con los medios y con todos los que estaban ahí apoyando, fustigando duramente al gobierno macrista y la patronal de Pepsico, y también a Daer del Sindicato de la Alimentación, y comprometiéndose a seguir la lucha por la defensa de los puestos de trabajo.

Corresponsal