El domingo pasado miles de brasileros se manifestaron en distintas ciudades exigiendo un impeachment (juicio político) contra la presidenta Dilma Rousseff. Según los organizadores se congregaron cerca de 500.000 personas en Río de Janeiro.
La crisis política brasilera tiene como trasfondo el agotamiento de un esquema económico creció basado en los altos precios de los commodities, con destino principalmente a China pero también a Europa y otros países. Ahora, la crisis y la caída de la demanda de su “socio estratégico” chino repercute directamente en esta estructura dependiente de Brasil. En Brasil, cae el PBI por dos años consecutivos, se produce una alta inflación, aumenta la desocupación y crece el déficit fiscal.
En este marco de crisis económica y social, se agudiza la disputa interimperialista que avanza en el plano jurídico con el juicio por corrupción y sobornos en Petrobras. Parte de esta disputa, el viernes 4 el ex presidentes Lula da Silva fue conducido por la fuerza por la Policía Federal para declarar en el marco de esa causa. Además fue condenado a 19 años de prisión a Marcelo Odebrecht propietario de un gigantesco grupo empresarial de ingeniería e infraestructura con negocios en 23 países que hasta antes del escándalo facturaba anualmente decenas de miles de millones de dólares.