Trabajadoras del subte: “Estamos fortalecidas”

–¿En qué contexto entrás a trabajar en el subte?

–El subte fue mi primer trabajo formal cuando tenía 21 años en 1994. En enero de ese año se privatiza, antes era estatal bajo el nombre de Subterráneos de Buenos Aires. Se privatiza en el contexto de los 90´. Yo entro en la línea B en noviembre como boletera. Estuve dos años y después entro a rotar en las distintas líneas. Era una política de la empresa la rotación de forma arbitraria a quienes veían con cierto activismo. Después me pasan a la línea A.

–¿En qué consistió la privatización?

–El subte se privatiza en complicidad con la UTA y lo que hacen es retroceder en términos de las condiciones de trabajo. La mitad del personal fue despedido, se tercerizan la mayoría de las tareas (limpieza, talleres…). Muchas de esas empresas tercerizadas estaban ligadas al mismo grupo privatizador, el grupo Roggio. Reducen salarios, aumenta la jornada de trabajo. En un trabajo que por muchos años fue considerado insalubre, implementan 8hs y otra política de la empresa era el despido arbitrario si veían que hacías quilombo.
En la década del ´80 y resistencia de los ´70 el subte había tenido comisiones internas importantes. Y esta política fue también una forma de barrer con todo eso. Cuando yo ingreso había una necesidad muy profunda de ver cómo responder ante la embestida brutal de la empresa. Primero individualmente porque eran condiciones carcelarias. Sabias cuando entrabas pero no cuando salías. Te tenías que escapar para ir al baño, absoluta precariedad, nada de seguridad e higiene.
Se constituyen agrupaciones clandestinas. En ese momento el jefe de Seguridad del subte era Rovira un personaje de la triple A que tuvo un rol activo en la dictadura. Nos juntábamos por afuera del subte, en alguna casa, en los cumpleaños, los asados. La empresa tenía los famosos 14 puntos, las políticas que iban a llevar a cabo: polivalencia, rotación de línea, que no hubiera margen de organización alguna, todo vinculado a un contexto político.

–¿Cómo se empiezan a organizar?

–El primer paro emblemático que cambió la situación fue porque querían despedir a una boletera por 5 pesos de faltante, habiendo crecido y planteamos el paro. Logramos (por fuera de la UTA) en ese momento frenar ese despido y a partir de ahí plantear una seguidilla de reivindicaciones. Empezamos a consolidar un cuerpo de delegados. Una compañera mujer fue la primera en meterse en una lista de la UTA. Hasta que logramos constituir un cuerpo de delegados opositor que funcionaba como una organización aparte y obviamente representando las necesidades de los trabajadores.

–¿Había demandas específicas de las mujeres en ese momento?

–Las trabajadoras en ese tiempo fuimos parte de ese proceso de resistencia. Las mujeres estábamos en los sectores de menor remuneración, las boleterías, y no había posibilidad de salir de ahí. Eso implicaba que históricamente ibas a cobrar salario más bajo y además no tenias posibilidad de ascender. Tenias estaciones, boleterías, auxiliares y limpieza y el sector tráfico es el de más remuneración (guarda, conductor, conductor especializado).
Las mujeres no teníamos esa posibilidad, salía el concurso para promoción a guarda y vos te querías anotar y te decían que no. “No es tarea para ustedes”. Entonces ahí nos organizamos. Primero hacia dentro con las compañeras, con nuestra propia subjetividad y lo que estaba impuesto culturalmente, porque eran tareas vistas como tareas masculinas. Fuimos convenciendo compañeras, porque de alguna forma reproducían ese discurso y después con nuestros propios compañeros “¿Por qué quieren venir acá?”.
Hicimos denuncias al INADI, salimos a difundir hacia fuera. Primero presentábamos petitorios individuales “yo quiero participar del concurso de guarda”. “No te lo voy a agarrar nunca” nos decían. Después hicimos un petitorio colectivo y empezamos a tomar fuerza. Eso fue en el 96/97, y recién en el 97 fue la primera convocatoria, llaman a compañeras. Y suben las primeras guardas al sector de tráfico! Los espacios no estaban preparados para nosotras, teníamos que ir a los baños de boleterías porque no había de mujeres, porque todo estaba pensado en función de los hombres. Esa fue la primera lucha colectiva de las mujeres.
Anteriormente había habido mujeres en el ´80, entraron 100 mujeres, las hace ingresar la mayoría casadas, con cierta estabilidad, las hacen ingresar para presionar, para romper la organización, bajar los salarios, etc. Las mujeres ingresan y empiezan a hacer un proceso muy fuerte, se separan de sus maridos, están independientes, toman mayor autonomía. Con el tiempo se plantean ser delegadas gremiales, antes de nuestro momento hubo una historia en relación a las trabajadoras, y muchas fueron despedidas en los ´90.

–¿Cuándo crean la comisión de mujeres?

–Hasta ese momento no teníamos una estructura de las trabajadoras. Después ocurre otro momento, cuando peleamos la restitución de la jornada de las 6hs, algo emblemático. Ahí la empresa hace un comunicado interno diciendo que si llegan a otorgar las 6hs por tratarse de un ámbito insalubre, las mujeres no podían seguir trabajando. Esto tenía que ver con una ley del ´20 que establecía una reglamentación con respecto a las mujeres.
Nuevamente con esto buscan dividir al movimiento utilizándonos a las mujeres. Lejos de pasar eso, lo que hace es potenciarlo, un montón de mujeres nos autoconvocamos. Hacemos una asamblea, buscamos abogadas feministas. Nosotras teníamos que organizarnos en un espacio propio, aparece como propuesta la conformación de la comisión de mujeres del subte. La UTA hasta ese momento tenía una secretaría de la mujer que se dedicaba a hacer regalos en el día de la mujer (cosas para tareas domésticas).
En el año 2003 ya teníamos el cuerpo de delegados y ahí conquistamos las 6hs. Y la comisión de mujeres trabajaba por las propias reivindicaciones, empezamos a viajar a los encuentros de mujeres. Nos fuimos fortaleciendo internamente, esto que hoy se traduce en lo que somos pero que fue un proceso.
Así funcionamos por un tiempo, cuerpo de delegados opositores, pero éramos nosotros quienes imponíamos la agenda en el marco de negociación, la UTA iba atrás a ponerle la firma. Con el tiempo se nos empieza a tensar con la UTA, amenazas, patotas, hostigamiento, se empieza a recrudecer, atentan contra compañeras. Yo fui delegada en ese periodo, 2006, mi mandato tenía que terminar en el 2008, estaba en boletería y paso a tráfico, funcionábamos como delegados de todos los sectores. Estaciones, tráfico, talleres, nocheros, delegados.
Había 4 delegados por línea, logramos terminar contra las tercerizadas, limpieza, evasión, auxilires. Nuestra organización fue tomando una fortaleza impresionante, se agudiza con la UTA por eso, fue imposible seguir conviviendo. Fue un debate si tenemos que seguir dentro de la UTA e intentar ganarle, pero eso se había vuelto imposible. Surge el plesbiscito y ahí definimos conformar nuestro propio sindicato.

–¿Qué otras demandas aparecieron desde la secretaria de género ya con AGTSyP?

–Desde la secretaria de género venimos llevando a cabo un proceso importante, desde el 2015 tenemos varios pliegos, reivindicaciones en términos de género, universalizar las licencias que históricamente fueron para mujeres. Pudimos universalizarlas, en términos de cuidado, la de la paternidad la ampliamos a 4 días, aunque sabemos que es insuficiente. Lo que si pudimos agregar para cuidar hijos/ hijas enfermos a 10 días por cada hijo, cualquier compañero o compañera, antes eran solo 3 días para las mujeres, incorporamos la licencia por violencia de género, no había en los sectores privados, fue complejo acordarla con la empresa porque no había una comprensión real, la querían enmarcar en violencia laboral. Contamos con esa licencia en el convenio, tenemos 10 días, la idea es ampliarlo.
Después cambió el panorama absolutamente, nos encontrábamos ampliando derechos y llegó la noche para los trabajadores y trabajadoras, discutiendo en términos de condiciones pero desde otro lugar. Queremos darle una perspectiva de diversidad, en el último tiempo peleamos por el cupo laboral trans pero no pudimos ni discutirlo ese punto. Este año tuvimos 4 meses donde quisieron reventarnos, sostuvimos el conflicto con mucha dureza. Igual sabemos que estamos discutiendo paritarias en términos de haber perdido poder adquisitivo, el panorama es incierto.

–¿Cómo se vivió la fuerza del “Ni una menos” y este año con la Ley sobre aborto?

–Hay una enorme participación de las compañeras, bastante fuerte y visible. Nos afianzamos dentro de la propia central (CTA de los y las trabajadoras) y articulamos con otros sindicatos. Dijimos basta de femicidios, basta de violencia y eso permitió poner todo ese entramado de todas las desigualdades, el femicidio como lo más extremo, pero sirvió para ponerle nombre a todas las violencias, poner el trabajo en clave de discusión política, eso fundamentalmente, en términos de representatividad en nuestra vida cotidiana en los sindicatos. Este año fue impresionante con todo lo del aborto. Nosotras era algo que acompañábamos, pero este año fue histórico, el hecho de que haya llegado al Congreso.

–¿Qué peso alcanzan las mujeres en el sindicato?

–Yo estoy en el secretariado, somos 8 compañeras, todavía falta un proceso profundo pero en el cuerpo de delegados, es necesario ampliar la estructura. Somos 80 delegados…. en ese marco la participación de las mujeres es escaso todavía.
Estamos muy fortalecidas coordinando con la CTA Autónoma, con las mujeres sindicalistas (de la corriente federal), de la CGT y con sectores de la economía popular. Nos venimos organizando en una unidad, venimos coordinando desde lo paros internacionales lo 8 de marzo con todas las centrales. Una transversalidad real que ha permitido que lleguemos a dos millones en la calle. No vamos a permitir una reforma laboral en nuestro nombre.